Actualidad Internacional: Latitudes. Europa

Macron entre la espada y la pared, no dejemos que el 49,3 le salve el pellejo

18/03/2023

Léon Crémieux

Militante del NPA

Fuente: Viento Sur

M

acron y su gobierno acaban de intentar salirse con la suya el 16 de marzo, tratando de imponer su ley sobre las pensiones evitando el voto en la Asamblea Nacional utilizando el artículo 49.3 de la Constitución, un verdadero atraco, que les permite amordazar a las y los parlamentarios, imponiendo la adopción de una ley… ¡sin que sea votada por por parte de las y los diputados!

El 16 de marzo, mientras las huelgas y manifestaciones se sucedían desde el 7 de marzo en varios sectores, los macronistas quisieron «poner fin a la historia». Oponiéndose a todas las organizaciones sindicales, contra la pared y ultraminoritarios en el país, ni siquiera han sido capaces de construir una mayoría en la Asamblea Nacional sobre esta reforma, a pesar del apoyo abierto de los dirigentes de LR (Les Républicains, derecha tradicional). Elisabeth Borne, la primer ministro, fue incapaz de conseguir que su ley superara la primera lectura en la Asamblea a finales de febrero. Para conseguir que pasase la primera lectura en el Senado (cuya fecha límite era el 11), tuvo que multiplicar los compromisos con la mayoría republicana del Senado (los macronistas tienen menos de 100 escaños de los 349 del Senado) en aras de conseguir un voto positivo al proyecto de Macron. Esperando concluir el proceso institucional gracias al apoyo de los republicanos, Macron y Borne aún tenían la necesidad de obtener la mayoría en la votación, sin debate, que debía realizarse el 16 de marzo en las dos cámaras del Parlamento. Para el Senado, se trataba de una formalidad [el voto, realizado a la mañana, fue positivo], pero por la tarde, en la Asamblea, someter a voto la reforma comportaba el riesgo de que no obtuviera la mayoría: el grupo parlamentario de Macron sólo cuenta con 170 escaños, coaligados con los 51 escaños del Modem (François Bayrou) y los 29 de Horizons (Edouard Philippe, antiguo primer ministro). Un total teórico de 250 votos cuando para obtener la mayoría se precisan 287. Por tanto, la mayoría presidencial es minoritaria.

Tras hacer un recuento de los posibles votos varias veces (al parecer varios diputados de LR no tenían intención de seguir las instrucciones de la dirección del grupo)[1]Les Republicains ya no son un grupo sólido en la Asamblea en el que los diputados deban su escaño a la nominación obtenida de sus dirigentes. Al contrario, de 2012 a 2023, el partido pasó de 228 … Seguir leyendo, Macron y Borne vieron que las cuentas no salían. Necesitaban los votos de casi 40 diputados de LR y, evidentemente, esto no estaba garantizado con la presión política de la movilización, las huelgas, el clima social de repudio al gobierno presente en todo el país y particularmente en las zonas rurales y las pequeñas ciudades.

El voto de las los diputados se convertiría así en sinónimo de una derrota de Macron. La sesión de la Asamblea corría el riesgo de ser bloqueada inmediatamente por una moción mayoritaria de rechazo previo cuya votación estaba prevista en la apertura de la sesión o por la ausencia de mayoría durante la votación para aprobar la ley.  Por ello, Macron optó por superar el obstáculo de la votación con este artículo 49.3, que otorga un derecho exorbitante al gobierno, sin equivalente en otras constituciones.

Este diktat del 49.3 se ha convertido en un poderoso catalizador desde el jueves.

Previamente, en la semana del 6 al 12 de marzo, el movimiento social había alcanzado un punto de inflexión el 7 de marzo. La orientación de varios sindicatos de la CGT y de la Unión Solidaires de llamar a la huelga en todas partes a partir del 7 de marzo no fue seguida por la intersindical, en particular debido a la posición de la CFDT. La intersindical no lanzó la orden de paro hasta el 7 de marzo, dejando a cada sector la iniciativa de continuar las huelgas. Las siguientes fechas anunciadas por la intersindical nacional, el 11 y el 15 de marzo, no daban el ritmo de una confrontación in crescendo, que pudiera crear una dinámica de movilización en los sectores menos huelguistas.

Por otra parte, las huelgas generales no pueden decretarse, pero anunciar por adelantado la continuidad de las mismas podría haber permitido un impulso progresivo en torno a los sectores más avanzados. De hecho, desde el día 8 y hasta principios de esta semana, sólo los sectores que habían llamado explícitamente a continuar la huelga después del día 7 permanecieron en huelga:SNCF, Red vial, refinerías, energía. La huelga de basureros, espectacularmente mediatizada en París, está muy implantada, con 10000 toneladas de residuos sin recoger, pero también en Nantes, Rennes, Le Havre, Saint Brieuc, Niza, Montpellier. Todas las refinerías de TotalEnergies, y la de ExxonMobil en Fos, están en huelga, lo que empieza a crear escasez a pesar de la utilización de los 200 depósitos que abastecen a las estaciones de servicio. El efecto podría empezar a notarse en los próximos días.

Desde el 8 de marzo, las acciones cotidianas de los activistas, los bloqueos y las manifestaciones locales se han multiplicado en decenas de ciudades, asegurando una continuidad entre las jornadas de movilización nacional y el mantenimiento de un clima de movilización que expresa el rechazo creciente a esta reforma de injusticia social.

En este contexto, la votación del 16 de marzo adquirió un significado particular. El movimiento huelguístico ya no parecía capaz de bloquear el proyecto (incluso la intersindical empezó a plantear la idea de exigencir un referéndum, lo que significaba poner fin a la prioridad concedida a la confrontación directa a través de huelgas y manifestaciones). Además, se mantenía la esperanza de que Macron no encontrara su mayoría durante la votación en la Asamblea y la hipótesis del 49,3 parecía tanto más insoportable, denunciada como una negación de la democracia, que hacía ilegítima la adopción de la ley.

Y en estos momentos, el diktat del 49.3 aplicado por Macron ha actuado como un resorte para la movilización. Por un lado, ha desplazado el futuro de la confrontación del terreno parlamentario y, por otro, ha reavidado todas las movilizaciones callejeras y las decisiones de mantener o iniciar huelgas renovables. A través de las convocatorias de numerosas organizaciones intersindicales o de forma espontánea, se covocaron concentraciones y manifestaciones nada más anunciarse la utilización del 49,3. Manifestaciones y movilizaciones muy combativas, con el sentimiento de haber sido privados de un voto que hubiera supuesto una desautorización del gobierno. La injusticia antidemocrática del 49,3 se sumó a la injusticia social de la reforma de las pensiones, a la injusticia social de la inflación galopante que se sufre todos los días del mes en las facturas de la energía y de los carburantes y en el precio de la cesta de la compra. Estas movilizaciones fueron expresión de la rabia y la ira de la gente, llegándose incluso en la rotura del mobiliario urbano, mientras se multiplicaban la violencia policial, las cargas y las detenciones. Este viernes 17 de marzo, 15 centros universitarios han sido bloqueados, con numerosos jóvenes participando en las manifestaciones, en particular en la plaza de La Concorde de París, y numerosas manifestaciones tuvieron lugar como el día anterior en decenas de ciudades. Por otra parte, la Intersindical nacional ha convocado una nueva jornada nacional de movilización y huelgas para el próximo 23 de marzo, lo que está lejos del nivel de reacción necesario para bloquear el golpe de fuerza del gobierno, que impondría convocatorias masivas de huelgas y manifestaciones para este fin de semana. Las movilizaciones tendrán lugar, pero de forma dispersa, sin hacer valer toda la fuerza del movimiento, a pesar de que el rechazo al gobierno y a Macron crece en el país.

El jueves, en el Consejo de Ministros, Macron justificó el recurso al 49.3 invocando la necesidad de aprobar esta reforma «para mantener la confianza de los mercados financieros en la firma de Francia» mientras suben los tipos de interés. Por un lado, Macron quiere dramatizar la situación, pero, por otro, muestra a plena luz que su reforma sólo pretende dar una muestra de que controla las cuentas públicas, siguiendo la estela de los compromisos de Bruno Le Maire, ministro de Economía y Finanzas, con la Comisión Europea, verdadero objetivo político tras la farsa de «salvar el sistema de pensiones por reparto».

Macron y su gobierno se encuentran claramente en medio de una crisis política provocada por la crisis social que ellos mismos han agravado. Subestimando el incremento de la cólera social, Macron pensó que podía llevar a cabo un ataque social a gran escala mientras las clases trabajadoras sufrían la inflación, el aumento del coste de la vida, la escasez de servicios públicos y los claros recortes en las prestaciones por desempleo. Macron pensó cínicamente que precisamente este deterioro de las condiciones de vida sería su mejor baza para anestesiar la respuesta social a su ataque a las pensiones. Contó abiertamente con el carácter amorfo del movimiento social, pensando que el movimiento sindical era incapaz de unirse y emprender acciones reales para bloquear su proyecto. Su ignorancia de la realidad social va de la mano de su desprecio por las clases trabajadoras. Ambos le conducen hoy a un callejón sin salida político. El próximo lunes se votará en la Asamblea una moción de censura que podría reunir todos los votos de la oposición. Si tuviera mayoría, conduciría automáticamente a la anulación de la aprobación de la ley sobre las pensiones y a la dimisión del gobierno Borne. Para tener mayoría, más de veinticinco diputados republicanos tendrían que votar a favor. Esto es muy poco probable, aunque varios miembros de este grupo voten a favor. En cualquier caso, no debemos quedarnos suspendidos en esta hipótesis para decidir el destino de esta batalla y, como viene ocurriendo desde hace dos meses, seguir construyendo una relación de fuerzas social a la altura del rechazo popular a la reforma de Macron. Hoy se encuentra entre la espada y la pared, una situación imprevisible hace unos meses.

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Notas del artículo

Notas del artículo
1 Les Republicains ya no son un grupo sólido en la Asamblea en el que los diputados deban su escaño a la nominación obtenida de sus dirigentes. Al contrario, de 2012 a 2023, el partido pasó de 228 diputados a 61. Los supervivientes de 2023, a menudo en circunscripciones rurales, deben sus escaños más a su peso personal local que a un partido cuya candidata, Valérie Pécresse, había obtenido el 4,78% de los votos en las elecciones presidenciales. Estos cargos electos se ven presionados desde hace meses por un electorado popular alzado en armas contra la reforma de las pensiones, una presión mucho más directa que para los senadores elegidos indirectamente por 160.000 electores (esencialmente los delegados de los consejos municipales de los municipios.
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