Teoría: lgbti

La cuestión LGBTI en el mundo del fútbol: Impugnando tabúes

15/12/2021

Lucha de pases

 «Ha sido un viaje llegar a este punto en mi vida, pero no podría estar más feliz con mi decisión de salir del armario. He luchado con mi sexualidad durante más de seis años y estoy contento de aparcar al fin todo este dilema interior”.

Joshua Cavallo, futbolista australiano de 21 años del Adelaide United, dio recientemente un paso de gigante en la batalla por acabar con la discriminación en el deporte: reveló su homosexualidad

La cuestión LGBTI se abre paso muy lentamente en el terreno del fútbol. A diferencia de otros ámbitos sociales e, incluso, de otros deportes, la disidencia con respecto a la heteronormatividad constituye un tabú. Se cuentan con los dedos de la mano los casos de futbolistas que han declarado una orientación sexual diferente y la inmensa mayoría, después de haberse retirado de las canchas. Se perpetúa así un estigma asociado a la homosexualidad, el lesbianismo o la bisexualidad, que contrastan con un deporte aún plagado de machismo, testosterona y virilidad tanto en el terreno de juego como en las gradas. Aún tenemos recientes los cánticos que las aficiones rivales dedicaban al jugador del Real Madrid «Guti, maricón» por vestir de una forma determinada. O, más cercanos en el tiempo, los insultos que recibió en redes sociales el jugador del Betis Borja Iglesias, por subir a Twitter una foto con las uñas pintadas de negro. Antes de la salida del armario de Cavallo, el lateral del Arsenal, Héctor Bellerín, había revelado que le habían llamado lesbiana (entre otros insultos homófobos) solo por llevar el pelo largo: «es imposible que alguien sea abiertamente gay en el fútbol», declaró. «El problema es que los aficionados tienen una idea de cómo un futbolista debe vestirse, cómo debe comportarse y cómo debe hablar».

El hecho es que para un jugador homosexual, salir del armario supone lanzarse al vacío, con posibles consecuencias perjudiciales tanto para su carrera como incluso, para su vida por violar ese pacto de silencio no escrito por el cual si te sales de la norma en tu sexualidad , tienes que evitar que se haga visible. Y esto genera formas de opresión y ocultamiento, porque evidentemente, el número de futbolistas LGTBI debe ser mucho mayor que el de los jugadores que se han atrevido a significarse,  si nos atenemos a los porcentajes que existen en la sociedad.

Hablamos de una represión a nivel internacional que dura décadas. Uno de los primeros casos públicos de salida del armario provocó una cadena de consecuencias que aún siguen pesando como una losa, como un ejemplo de lo que podría pasar si revelas tu auténtica identidad sexual. Fue en 1990 cuando el futbolista inglés Justin Fashanu decidió hacer pública su homosexualidad. La reacción por parte de la prensa amarilla y de una gran parte de la sociedad fue tan hostil que él mismo reconoció no estar preparado para lo que había supuesto. Los cánticos desde la grada, los insultos de compañeros y entrenadores, la incomprensión de las estructuras futbolistas, aceleraron su retirada, tras haber sido el jugador de raza negra con el traspaso más caro del fútbol inglés (traspasado al Nottingham Forest por 1 millón de libras). Acusado de haber agredido sexualmente a un joven de 17 años, Fashanu se suicidó, desbordado por la presión, a pesar de que se hubieran desestimado los cargos. 

Las reacciones al anuncio de Josh Cavallo han sido bastante mejores, señal de que la sociedad ha avanzado en estos últimos 30 años. Recibió el apoyo y la solidaridad del entrenador del Liverpool, Jurgen Klopp, y de jugadores como Gérard Piqué y Antoine Griezmann. Quizá pueda ser un indicio de que es posible abrir una brecha en ese muro de silencio y que el caso de Josh Cavallo implique un punto de inflexión en la aceptación de la realidad LGBTI en el mundo del fútbol. De hecho, su ejemplo ha animado a algún que otro jugador a revelar su bisexualidad, como es el caso de un jugador del Murcia, que aunque de forma anómina, quiso contar su caso mediante una carta a la Cadena Ser, señalando que actualmente vive con su pareja, un hombre. Posteriormente, en una entrevista, denunció que un equipo no quiso contratarlo por su condición sexual.

En el fútbol femenino encontramos mucho más casos de jugadoras lesbianas que lo reconocen abiertamente, y hacen bandera de ello para luchar por los derechos LGTBI. Megan Rapinoe, capitana de la selección de EE.UU y azote de Donald Trump, no deja de animar a que sus colegas hombres denuncien la opresión que sufren los gays en el deporte rey. Quizá la diferencia sea en que las estructuras de poder patriarcales no sean tan fuertes en el fútbol femenino, aunque históricamente las mujeres que juegan al fútbol han sido estereotipadas como lesbianas y «marimachos» por irrumpir en un territorio de normas y valores masculinos. 

Por desgracia, junto a estas acciones individuales, las grandes estructuras de poder del fútbol siguen mostrando su rechazo a aceptar lo obvio. Un ejemplo ha sido la decisión de la UEFA de prohibir la iluminación con los colores de la bandera LGTBI el estadio del Allianz Arena en Munich mientras se jugaba el Alemania-Hungría. Al mismo tiempo,  abría un expediente al portero alemán Emmanuel Neuer por jugar varios partidos con un brazalete con la misma bandera.  Vergonzoso que a estas alturas se discrimine un derecho democrático básico mientras se entrega la organización del próximo mundial a un Estado que persigue por Ley la orientación LGTBI. Qatar condena a muerte a homosexuales y lesbianas musulmanes y reserva penas de 7 años de cárcel a los no musulmanes. Las declaraciones del presidente del Comité organizador del Mundial han avivado la polémica, al decir que invitaba a aficionados homosexuales a que acudieran a Qatar (incluido el propio Josh Cavallo) pero que «evitaran muestras de afecto en público». Conviene recordar las palabras jocosas pronunciadas por el ex presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en 2010, tras la concesión de la organización del Mundial 2022 a la satrapía del Golfo, diciendo que «los gays y lesbianas de todo el mundo que visiten Qatar esos días deberán abstenerse de toda actividad sexual.» 

Otra razón más para boicotear un Mundial concedido a golpe de corrupción, sobre la sangre de miles de trabajadores migrantes muertos durante las obras de construcción de los estadios. A la FIFA y a la UEFA y a sus jerarcas heteropatriarcales, corruptos y serviles con las dictaduras ( comparten valores morales y acciones en bolsa con los jeques de los Estados del Golfo) les importa mucho más el negocio que el respeto de los derechos humanos. 

Estas instituciones realizan campañas concienciando contra el racismo(lo cual está bien, aunque tenga mucho de lavado de cara), pero echamos de menos una campaña contra los valores machistas y heteropatriarcales predominantes en el mundo del fútbol, que se rompan prejuicios y estereotipos que se imponen sobre millones de niños y niñas que en todo el mundo practican su deporte favorito. Ante este vacío en el fútbol mercantilizado, son los Clubs de fútbol popular, autogestionados por sus socios, los que están haciendo un trabajo de concienciación de base que actúa sobre el terreno para combatir la homofobia. Por ejemplo, el Unión Club Ceares, club de un barrio de Xixón, fue premiado por el colectivo LGTBI local Xega por su compmiso con la visibilizacion y las reivindicaciones LGTBI, con iniciativas como lucir los colores LGBTI en los cordones de las botas de los jugadores, en el brazalete de capitán o en la bandera que preside su estadio, así como crear una escuela de fútbol mixto que promueve la igualdad. 

Hay que dar la batalla en el terreno de los símbolos, por supuesto, pero no basta, hay que actuar sobre la materialidad de las relaciones humanas, destruir relaciones de poder que justifican discriminaciones y opresiones. Más allá de los discursos, hay que poner los medios para transformar la realidad, y el fútbol es un campo de batalla, un baluarte del heteropatriarcado que, en alianza con el capitalismo teje estructuras de dominación que afectan a nuestras vidas. Rebelarse contra estas redes de opresión, liberar espacios en el deporte y en la vida, es una batalla constante por una plena liberación humana, convertir el deporte y la vida en ese «reino de la libertad» que Gramsci veía en el fútbol. Y en ese camino, queda mucho por hacer, hay muchos armarios de los que salir y muchas trincheras que conquistar.

Artículos relacionados

Una propuesta desviada para un antifascismo queer

Una propuesta desviada para un antifascismo queer

Teoría: lgbti25/01/2024Militante de Anticapitalistes y miembro del Área de disidencias LGTBIQA+ Fuente: Viento SurCopyright: Autora/or de la foto. Si no queremos mostrarlo lo ocultamos.El fascismo entra por el cuerpo. Esta idea que Noélia Ramírez y Begoña Gómez...

leer más
El odio homofóbico en Uganda

El odio homofóbico en Uganda

Teoría: lgbti16/04/2023Corresponsal de International Viewpoint, militante francés de la IV Internacional y editor de "Afriques en lutte" Traducción: poderpopular.infoFuente: International ViewpointCopyright: Autora/or de la foto. Si no queremos mostrarlo lo...

leer más
Share This