Actualidad Internacional: Luchas y Movimientos

Michel Raptis, Pablo, el revolucionario sin ataduras

07/09/2023

Dave Kellaway

Dave Kellaway forma parte del consejo editorial de Anti*Capitalist Resistance, es miembro de Socialist Resistance y del Partido Laborista de Hackney y Stoke Newington, colabora con International Viewpoint y Europe Solidaire Sans Frontieres.

Traducción: Viento Sur
Fuente: 
Anti-Capitalist Resistance

Hoy en día no se oye mucho el término pablista. Recuerdo que cuando se usaba para insultar a gente como yo en el Grupo Marxista Internacional (IMG, por sus siglas en inglés) británico allá por los años setenta, me desconcertaba un tanto. Normalmente lo profería algún militante disfrazado para parecer de clase obrera que se pasaba el día vendiendo Workers Press. Se consideraba que habíamos abandonado la posición trotskista ortodoxa sobre los Estados burocratizados de Europa del Este y la URSS y que estábamos demasiado interesados en la revolución anticolonial. Por aquel entonces, Michel Raptis (Pablo) hacía tiempo que se había escindido de la mayoría de la IV Internacional (CI) precisamente por cómo se enfocaban esas cuestiones. Sin embargo, aquellos sectarios y muchos otros siguen intentando disminuir el papel de Pablo en el mantenimiento del honor y la credibilidad del marxismo revolucionario antiestalinista.

Las actividades revolucionarias de Pablo

Independientemente de lo que se piense sobre sus fortalezas y debilidades políticas, Pablo fue un intelectual revolucionario incomparable. Escapó de la captura y posible muerte de la Gestapo, del Estado francés, de la OAS (defensores de los colonos argelinos franceses), de los militares golpistas argelinos y del régimen fascista de Pinochet. Las autoridades holandesas lo encarcelaron dos años por ayudar materialmente al FLN (Frente de Liberación Nacional) argelino, que combatía por la independencia de los franceses. En su Grecia natal lo mandaron dos veces al exilio.

Pablo organizó la fabricación de armas para el FLN, dirigió redes de activistas que cruzaban fronteras transportando maletas con dinero, gestionó la falsificación de documentos de identidad, falsificó dinero, y fue capaz de organizar las fugas de prisión de importantes dirigentes. Asistió con su intervención en la operación militar del Che Guevara en Congo. Allí donde se producían estallidos revolucionarios estaba él con su don de la ubicuidad: en Cuba, Yugoslavia, Argelia, Chile, Portugal, y en Francia en 1968. A su funeral asistió la izquierda progresista griega más relevante. Estuvieron muchos de los contactos con los que trabajó y a los que asesoró, incluidos representantes de Estados.

Hall Greenland ha compuesto una excelente biografía que es también una buena introducción a los debates que atravesaron a la izquierda revolucionaria durante la mayor parte del siglo XX posterior a la Segunda Guerra Mundial. Proporciona el contexto histórico de fondo para apuntalar debates que, de otro modo, podrían parecer extraños al activismo actual. Por ejemplo, lo que parece un énfasis excesivo de Pablo en una nueva guerra entre Occidente y la Unión Soviética se entiende mejor en el contexto de la Guerra de Corea y la Revolución China.

En general, se trata de un relato bastante justo que examina tanto las cualidades como las deficiencias de Pablo. La evaluación de su impacto cuando estaba tanto dentro como fuera de la CI desmiente eficazmente el mito de que la izquierda revolucionaria antiestalinista no era más que un puñado de charlatanes totalmente aislados del movimiento popular. Es importante que nuestro movimiento muestre el respeto debido hacia nuestros mayores que tuvieron que luchar tanto contra la represión capitalista como contra la estalinista, máxime cuando nosotros, en Gran Bretaña, nos hemos librado hasta ahora. Podemos seguir aprendiendo de los debates entre Pablo y sus correligionarios.

Echando la vista atrás a las fuertes discusiones y a las enconadas divisiones podemos extraer dos lecciones importantes. En primer lugar, y esto lo señala Hall, los antagonismos personales, los distintos comportamientos culturales y las presiones sociales casi siempre complican y suelen exacerbar los debates políticos. En segundo lugar, nadie tenía razón al cien por cien en un sector ni el otro estaba cien por cien equivocado. Las cuestiones eran menos blancas y negras de lo que parecían en aquel momento. Por ejemplo, Pablo se equivocó del todo con Kruschev al pensar que sus acciones podrían abrir la vía a desarrollos radicales dentro de los PC. Pero, por otro lado, la mayoría de la CI se excedió probablemente en apoyar a China en las disputas chino-soviéticas, pensando que los comunistas chinos podrían tener un efecto radicalizador a escala internacional.

Las organizaciones minoritarias pequeñas son más proclives a las escisiones porque tienen escaso impacto en una intervención masiva y cada parte piensa que puede reconstruirse rápidamente. Hay menos presión para mantener la unidad si se está de acuerdo en diferir. Ciertamente, las dos grandes escisiones de la Internacional relacionadas con el entrismo [táctica consistente en afiliarse a partidos de masas en cuyo seno se podían producir procesos de radicalización a la izquierda] en los partidos obreros populares a principios de los 50, y la posterior fractura con Pablo a principios de los 60 a cuenta de las dictaduras burocratizadas y la revolución colonial significaron oportunidades perdidas para incrementar nuestra influencia.

Todo el mundo está de acuerdo en que Pablo jugó un papel muy relevante en los años 40 en la reorganización y el desarrollo de las pequeñas fuerzas de la CI. Ésta había perdido importantes dirigentes tanto a manos de los fascistas como de los estalinistas. El liderazgo de estos últimos en los movimientos de resistencia significó la eliminación física de trotskistas tanto en Francia como en Grecia. Las reuniones de la dirección tenían que celebrarse bajo estrictas medidas de seguridad.

Debates en el seno de la IV Internacional

El gran problema político para el movimiento trotskista en aquel momento eran los pronósticos que Trotsky y sus correligionarios habían hecho al comienzo de la guerra de que el periodo de posguerra reproduciría lo ocurrido tras la Primera Guerra Mundial, cuando estallaron crisis revolucionarias y tuvo lugar la primera revolución socialista en Rusia. Asimismo, se daba por sentado que se produciría una profunda crisis económica. En ese contexto, creían que se produciría una crisis entre las direcciones estalinista y reformista y se abriría una vía para que las y los revolucionarios desafiaran a la dirección del movimiento. Ninguna de las dos hipótesis se cumplió.

Aunque durante un tiempo hubo austeridad y caos económico, Estados Unidos y su Plan Marshall impulsaron la economía mundial hacia lo que se conoció como el boom de la posguerra. En cuanto a los estalinistas, lejos de estar desacreditados, alcanzaron la cima de su popularidad dado el prestigio que el liderazgo y los sacrificios de sus miembros habían ganado a través de los movimientos de resistencia. En este contexto, Pablo atinó al tratar de encauzar el trabajo de la Internacional a largo plazo hacia los partidos obreros populares. Su táctica del entrismo siempre mantuvo la necesidad de un perfil y una prensa independientes junto a los miembros que operaban dentro de los partidos obreros o comunistas. Aunque importantes facciones se dividieron por este asunto (como el SWP estadounidense), las fuerzas que entraron pudieron aumentar su influencia.

Tanto esta escisión como la posterior con Pablo reflejaron también una noción mucho más estricta de una línea internacional a seguir por todas las secciones nacionales. Durante muchas décadas, la CI ha permitido a las secciones nacionales decidir sobre sus tácticas de construcción de partido siempre que la estrategia general incluya los valores y principios generales de las posiciones adoptadas históricamente en sus congresos. Así, por ejemplo, si una sección nacional argumenta en contra de la necesidad de la democracia socialista, de un Estado de partido único, o en contra de la necesidad de la liberación de la mujer, se situaría fuera del movimiento. Si tiene una perspectiva diferente, como ocurre actualmente con la guerra de Ucrania (a menos que apoye a Putin), permanecería dentro. Los estatutos de hoy en día podrían haber evitado las escisiones pasadas.

Apoyo a la revolución argelina

Algunos de los mejores capítulos de este libro tratan sobre Pablo y su apoyo a la revolución argelina. Da cuenta al detalle de la solidaridad material que prestó al FLN. Recuérdese que el Partido Comunista Francés no apoyó al FLN durante bastante tiempo. Pablo se ganó la confianza de la dirección clandestina del FLN y sus camaradas transportaron maletas con dinero recaudado en Francia entre los trabajadores argelinos para llevarlas a cuentas seguras en Suiza. Esto en una época en la que el Estado francés encarcelaba y asesinaba a los miembros del FLN y a sus simpatizantes. Se organizó una campaña de agitación entre los reclutas franceses y se movilizó a intelectuales y personalidades contra el gobierno francés.

El punto álgido de la solidaridad se alcanzó cuando se creó una fábrica de armamento en Marruecos regida por miembros de la CI, que produjo miles de armas para la resistencia argelina. La organización para producir dinero falso llevó a Pablo y Santen (un camarada holandés) a ser acusados y encarcelados durante casi dos años. Se lanzó una campaña de solidaridad internacional que contó con el apoyo de algunos diputados laboristas. Pablo se dirigió elocuentemente a los jueces holandeses en su juicio de 1961 al referirse a la primacía del compromiso político. El juicio no se refería a un delito de falsificación sino a su compromiso político con la lucha de liberación del FLN.

“¿Se puede sencillamente cerrar los ojos a estos hechos y vivir tranquilamente una vida en calma y egoísta sin involucrarse con el “demonio de la política”? Yo no lo creo. Creo firmemente que la política –la ciencia que se ocupa de la conciencia, la organización y el control de la sociedad– debe ocupar un lugar primordial en la vida de todos los seres humanos libres y críticos para evitar nuevos desastres y para que la humanidad pueda avanzar más rápidamente hacia la abolición de la represión y la explotación, y hacia el florecimiento más completo posible del individuo” (p. 116).

Ganó el caso y más tarde organizó su salida vía Londres hacia Argel, donde el FLN había tomado el poder. Dos diputados laboristas, John Baird y Annie Kerr, le acompañaron de Ámsterdam a Londres. ¿Se imaginan hoy a Starmer [actual líder del partido laborista británico] permitiendo que sus diputados ayuden a proporcionar un salvoconducto a un partidario de la lucha armada anticolonial? Sin embargo, había un problema: el vuelo debía pasar por Madrid en plena dictadura fascista de Franco. Para no arriesgarse a que le detuvieran allí fingió un infarto en el avión mientras estaba en la pista. Al final, consiguió un vuelo vía Gibraltar.

Una vez en Argelia, se convirtió en un estrecho asesor del gobierno de Ben Bella. El Congreso del FLN aprobó un documento clave sobre la reforma agraria que él redactó. Una cosa es conseguir que se aprueben documentos programáticos y otra es que realmente se apliquen. Las reformas sólo se llevaron a cabo parcialmente; las obstaculizaron tanto los anteriores propietarios burgueses argelinos como los dirigentes del FLN, ahora en el ejército, que vieron una vía para el enriquecimiento personal.

Vimos cómo ese patrón se repetía en otras revoluciones anticoloniales exitosas, incluso en otras más radicales como las de Nicaragua. En su momento, Pablo identificó y advirtió a Ben Bella de estos riesgos en sus reuniones. Más tarde, gran parte de sus escritos se dedicaron a la importancia de la autogestión democrática que debía desarrollarse antes y después de cualquier revolución exitosa a todos los niveles. Pablo quiso que el FLN se posicionara a favor de la democracia multipartidista, pero, presionado por sus camaradas, lo retiró. Ya en el Congreso de constitución de la CI en 1938, que estableció el Programa de Transición como documento fundacional, había intentado sin conseguirlo que se aprobara una enmienda contra cualquier idea de Estado unipartidista. En aquel congreso también intentó presionar para que se diera más relevancia a la revolución anticolonial. En estas dos cuestiones tenía más que razón. El documento vigente de la CI, Democracia Socialista, que ya tiene varias décadas, adoptó la posición del multipartidismo.

Pablo reconoció correctamente que una vez que la revolución anticolonial hubiera obtenido el poder se produciría un conflicto entre lo que él llamaba el ala burocrática y el ala democrática revolucionaria. Desgraciadamente lo vería con sus propios ojos. Una vez que el ejército de liberación se transforma en una nueva institución militar se convierte en un espacio fértil para que se desarrolle el ala burocrática. Bumedian dirigió el golpe contra Ben Bella y contra cualquier giro radical de la revolución argelina. Pablo era consciente de los límites de Ben Bella, pero su íntimo camarada y amigo, Harbi, a quien más tarde ayudó a escapar de la prisión argelina, se lo dijo en su momento.

“No creo que Ben Bella sea capaz de llegar donde tú crees que puede llegar. El nacionalismo argelino tiene una historia que desconoces. Hay una fuerte vena conservadora y el ejército argelino no es como los revolucionarios barbudos de Cuba…”

Afortunadamente, Pablo pudo salir por los pelos. El nuevo orden ya había instigado la oposición a los asesores rojos extranjeros. Se lanzaron falsas acusaciones sobre el dinero que supuestamente habían ganado. Sin duda, Pablo había subestimado hasta cierto punto el carácter bonapartista de Ben Bella, que en un momento se escoró a la izquierda para arrimarse después a la corriente dominante del ejército. Harbi también pensaba que Pablo subestimó las profundas raíces de las familias tradicionales y de las estructuras religiosas. Otro problema con su papel de asesor fue la dificultad de compaginarlo con la construcción de un movimiento marxista revolucionario en Argelia. A ello se unió la sobrevaloración del papel de Ben Bella para generar las condiciones para su desarrollo.

Esa limitación se repitió en Portugal después de 1976, donde Pablo trabajó muy estrechamente con Otelo Carvalho –el dirigente militar izquierdista de la sublevación– pero no consiguió construir una sección de su corriente. Los llamados mandelistas [por Ernest Mandel, dirigente de la CI] ortodoxos consiguieron crear una organización que llegó a promover [junto con otra organización de origen maoísta] la que hoy es una de las principales fuerzas políticas a escala nacional, el Bloco de Esquerda.

Después de Argelia, Ernest Mandel, Livio Maitan y Pierre Frank formaron un triunvirato encargado de dirigir la CI en la que Pablo fue incapaz de reintegrarse. En este proceso, Hall tiende a hacerse eco de las quejas de Pablo sobre su faccionalismo y su abandono de la revolución anticolonial. Por ejemplo, Pablo hubiera querido que el centro de la CI se trasladara a Argel. Tal y como fueron las cosas, habría sido un desastre. Sin duda, puede que hubiera habido formas de mantenerla unida y puede que sus oponentes cometieran errores en la forma en que se gestionó.

Livio Maitan, en su libro Critical Communist (disponible en Resistance Books), comentó la escisión:

“Las fuerzas impulsoras de la perspectiva y el comportamiento de Pablo fueron: una visión exagerada de la revolución colonial y de una vanguardia imaginada más grande de lo que en realidad era, junto con la subestimación de lo que estaba ocurriendo en los países capitalistas industrializados; acusaciones injustas contra la mayoría y una exageración de su propio papel y del de su relativamente pequeña tendencia”. (p. 103)

Livio critica igualmente la inclinación al autoritarismo y el comportamiento despectivo hacia los críticos. Es difícil saber hasta qué punto eso tuvo relevancia, pues Hall señala ciertas actitudes excluyentes en el otro sector. No obstante, la historia demostró que al menos en lo que respecta a la construcción de una tendencia internacional seria con secciones que intervinieran en la lucha popular, el sector de Mandel acertó más que el de Pablo. Lo reconoció más o menos cuando se reincorporó a la CI durante un breve periodo. Livio afirma que le dijo que quería morir en la Internacional.

Construir un movimiento revolucionario

Las experiencias de Pablo en la construcción de un grupo en Francia ilustran esta debilidad. En un momento en el que se estaba produciendo un incremento explosivo de las corrientes revolucionarias independientes en Francia después de 1968, Pablo mantuvo el enfoque entrista. Durante un tiempo, su gente se unió al Partido Socialista Unificado (PSU), un grupo centrista. Finalmente, una gran parte se fue a los Verdes abandonando el marxismo revolucionario. La construcción paciente de partidos a escala nacional no era su fuerte. Como intelectual y escritor seguía teniendo cierta influencia. Sus escritos sobre la autogestión son muy útiles, y fue uno de los primeros, escribiendo desde la cárcel en 1963, en plantear la necesidad de apoyar a las mujeres no sólo en sus derechos sociales o democráticos, sino también en el control de su propia sexualidad.

El tipo de cuestiones a las que Pablo se enfrentó en Argelia serán las mismas a las que se enfrenten los revolucionarios. La experiencia puede acreditar que uno está en una buena posición para asesorar o ayudar a un gobierno progresista. ¿Cómo combinar ese papel con la construcción de una corriente marxista revolucionaria? ¿Cuánta buena gente de la izquierda hemos visto acabar en el Partido Laborista a pesar de haber empezado con una posición bastante radical? Esto ocurre también en los ayuntamientos. El proceso tiene una vertiente humana en tanto que uno se siente bien siendo necesario en el centro del poder, a distancia del tedio de construir un partido minoritario. En Brasil, los compañeros de la CI desempeñaron un papel destacado en la construcción del Partido de los Trabajadores de Lula, pero una vez que se pasó a trabajar principalmente en las instituciones y a ser más moderados, el grupo perdió miembros clave y se escindió. Un antiguo miembro destacado de la CI en Gran Bretaña ejerce ahora principalmente como propagandista del gobierno chino.

A pesar de todo, Pablo siempre escogió la revolución y luchó contra una vida fácil. En sus últimos años se convirtió en columnista de dos periódicos griegos de tendencia izquierdista pero nunca llegó a ser académico ni diputado socialdemócrata en Grecia, algo que podría haber hecho fácilmente. De hecho, encontró tiempo para venir a Gran Bretaña e impartir un par de sesiones sobre autogestión y otros temas para su pequeño grupo de simpatizantes británicos. Uno de ellos era Sir Keir Starmer…

Reseña de The Well-Dressed Revolucionary. The Odyssey of Michel Pablo in the age of uprising [El revolucionario bien vestido. La odisea de Michel Pablo en la era de las revueltas], Hall Greeland, Resistance Book, September 2023.

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