Actualidad Internacional: Opinion

Las tensiones en Asia agitan el tablero mundial

16/08/2022

Eduardo Lucita

Economistas de Izquierda, Argentina

 

L

a isla de Taiwán es hoy la casilla del tablero mundial donde se concentra la disputa sino-estadounidense por la hegemonía, pero es todo el orden global el que está siendo erosionado por las tensiones geopolíticas. El control de la tecnología de los semiconductores es de las principales fichas en disputa.

La disruptiva “visita” de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense a Taiwán agregó otro frente de conflicto, a un mundo ya conmocionado por la guerra ruso-ucraniana. China, que alertó que no “jugaran con fuego”, considera esa visita como una afrenta al acuerdo de 1979 –apertura de relaciones entre las potencias- que definía la relación del continente con la isla bajo el lema  “Un país dos sistemas”, desde entonces EEUU adoptó la llamada “neutralidad estratégica” (múltiples relaciones extraoficiales pero ninguna representación diplomática). Esto parece haberse roto y atravesamos un momento propio de la pasada Guerra Fría, que los chinos han comparado con “la crisis de los misiles” en Cuba, de la que el próximo octubre se cumplirán 60 años.

La República Popular  respondió con ejercicios militares que rodearon la isla y suspendió mecanismos de cooperación en áreas como cambio climático, delincuencia y narcotráfico. EEUU declaró que no está interesado en escalar las tensiones pero desplegó fuerzas navales en la zona, mientras que Taiwán no se quedó atrás, movilizó fuerzas aéreas y navales y activó el sistema de misiles terrestres. En el marco de un equilibrio inestable en la región todos están jugando con fuego.

Un viaje apoyado en la OTAN

¿Cómo entender el viaje de Nancy Peloso?, aparentemente contrario a la opinión de Biden y el pentágono. Tal vez como un producto de la reciente cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid. El documento allí aprobado establece el nuevo “Concepto Estratégico” que reemplaza al que se había acordado en las cumbres de Lisboa 2010-12, que colocaba a la Federación Rusa como “un socio, no un adversario”. “La guerra fría quedaría atrás” se dijo.

Desde ese entonces la economía rusa creció, la Federación extendió su influencia en el oriente medio mientras trababa relaciones con Irán y selló una alianza estratégica “sin límites con China”. La invasión de Ucrania terminó de definir la situación.

El documento de Madrid dice exactamente lo contrario al de Lisboa. “La Federación Rusa representa la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados” en lo inmediato, pero en el mediano y largo plazo es la República Popular por “sus ambiciones declaradas y sus políticas coercitivas, que desafían nuestros intereses y valores”. Es el rival estratégico “que subvierte las reglas del orden internacional”.  Este nuevo concepto  articula toda la estrategia de defensa y seguridad de la OTAN para los próximos diez años. Promueve su fortalecimiento (más soldadesca con mejor equipamiento) y la extensión hasta la zona indo-pacífico (léase defensa de los intereses norteamericanos en la región).

El avance chino

China ingresó a la OMC en 2001, lo que fue saludado con bombos y platillos. Era la evidencia que la potencia asiática se sometía al sistema global del capital. En pocos años comenzó a ser un competidor de peso, sus productos e inversiones se desplegaban por varios continentes apoyado en una gran capacidad comercial y financiera. Comenzó a dominar las cadenas de valor global y su desarrollo tecnológico avanzaba aceleradamente. Su influencia mundial creció en forma exponencial.

2018, bajo la administración Trump, puede fijarse como el año del inicio de la disputa comercial sino-estadounidense. Durante varias décadas este período -pos Guerra Fría- fue dominado por la dialéctica disputa / cooperación en el marco de la transición del poder mundial, ascenso de China y el sudeste asiático y declinación de EEUU.

Esta rivalidad estratégica que al mismo tiempo garantizaba la gobernabilidad mundial, combinaba alianzas militares y acuerdos comerciales. Si EEUU se afirmaba en el militarismo mientras abandonaba el multilateralismo, China asumía el liderazgo del libre comercio – la nueva Ruta de la Seda es una apuesta estratégica- y aumentaba su influencia mundial. Rivalidad estratégica y gobernanza dominaban el tablero mundial.

Un giro en el tablero

La pandemia primero, la guerra después y ahora el conflicto por Taiwán le ponen un cierre al período de la pos Guerra Fría y abren otro donde se han puesto entre paréntesis los mecanismo de coordinación/cooperación entre las dos superpotencias, con fractura de la globalización y rotura las cadenas globales de valor. Los Estados buscan ahora mayor grado de autonomía en cuanto a la producción/provisión de productos y equipamientos estratégicos, entre estos la producción de componentes electrónicos. Las dos plantas que la empresa TSMC (Taiwán Semiconductor Manufacturing Compañy) tiene instaladas en Taiwán (aportan el 50% de la producción mundial) abastecen a EEUU, a la UE y a China. Si la potencia asiática decidiera bloquear la isla, controlando las vías navegables por el estrecho, cuya posibilidad demostró con el ensayo de maniobras militares de los últimos días, provocaría un desabastecimiento que podría hacer colapsar la economía mundial.

Con la aprobación por el congreso de la Ley de Chips y Ciencia, por la que se destinan 52.000 millones de dólares para subsidiar la fabricación de circuitos electrónicos y chips EEUU  busca independizarse de la producción taiwanesa y al mismo tiempo, al prohibir  a empresas del rubro producir en China, demorar los avances tecnológicos de su rival estratégico.

Un mundo incierto

En este contexto el endurecimiento de las posiciones internacionales de EEUU –con Rusia, con China, con Irán- tiene que ver con su reposicionamiento en el tablero mundial pero también con el debilitamiento de la administración Biden cuando faltando pocos meses para las elecciones parlamentarias, donde puede quedar en minoría en ambas cámaras. Tal vez haya aquí otra razón para la visita de la representante Pelosi, tercera en la línea de sucesión, recuperar,  recuperar protagonismo público ante alguna vacancia presidencial. Por su parte en la República Popular el Partido Comunista (PCCH) marcha a su próximo congreso en octubre, que será decisivo para la continuidad de Xi Jinping y donde puede estar en juego la modificación de la política internacional que China ha sostenido en las últimas décadas.

Si algo faltara, el FMI pronostica un futuro económico más negro de lo pensado. Las economías de EEUU, China y Europa se están desacelerando rápidamente y hay serios riesgos de recesión global mientras un escenario de “guerra hibrida” (múltiples acciones hostiles por ambos lados) no es para nada descartable. Reina la incertidumbre.

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