Actualidad Internacional: Latitudes. África

Sudán. El pueblo se organiza en defensa de su derecho a existir. Experiencias de los Comités de Resistencia y del movimiento revolucionario

08/05/2022

Muzan Alneel

Muzan Alneel es cofundador del grupo de reflexión sudanés sobre Innovación, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Centrado en las Personas (ITSinaD) e investigador no residente del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio (TIMEP), que se centra en un enfoque de la economía de Sudán centrado en las personas, la industria y el medio ambiente.

Traducción: Carlos Rojas
Fuente:
Media for Revolution

L

a cobertura mediática de la revolución sudanesa en los canales de noticias regionales y en los titulares de estos días está repleta de frases como «falta de perspectivas», «soluciones inútiles» y «crisis política», que reflejan la visión de los acontecimientos desde la perspectiva de los regímenes y las élites gobernantes. La clase dominante sudanesa está representada por la cúpula del ejército y los partidos burgueses -en el mejor de los casos reformistas- cómplices de la represión, así como sus aliados internos y externos. Todos ellos se encuentran en un estado de incertidumbre y ante una situación inédita que no les permite utilizar sus métodos y maniobras habituales.

Más de cuatro meses después del 25 de octubre de 2021, los golpistas no han sido capaces de formar un gobierno ni de detener las protestas que se están produciendo en las calles de Sudán. El acuerdo que firmó con el Primer Ministro, que fue derrocado y posteriormente se sumó al golpe, resultó ser un fracaso. No tuvo ninguna repercusión en el movimiento callejero, salvo la aparición del lema «Dimisión o no, el calendario se aplica», en referencia al calendario de manifestaciones decidido por las coordinaciones de los Comités de Resistencia de los barrios.

Si los regímenes totalitarios viven esta situación como una crisis, es diferente para las personas que buscan la liberación. Visto a través de los ojos del pueblo, Sudán está haciendo un avance sin precedentes en el horizonte revolucionario. Y está experimentando un alto nivel de organización que exige la continuación de las manifestaciones, incluso el desarrollo de formas de resistencia y organización, sus orientaciones y objetivos. Todo ello es el producto natural de los acontecimientos que han espoleado el movimiento desde 2018 para desembocar en una fiesta revolucionaria cuyo protagonista es un pueblo que se organiza para defender su derecho a existir.

 

Comités de resistencia, origen y constitución

Las manifestaciones se organizan en las ciudades y pueblos de Sudán según los horarios decididos por los Comités de Resistencia de los barrios. Los Comités de Resistencia se formaron durante la ola revolucionaria de diciembre de 2018 con el objetivo de organizar manifestaciones descentralizadas. El Comité era una organización de residentes del mismo barrio comprometidos a trabajar en ese momento para derrocar el régimen de Béchir.

La idea había surgido durante las protestas de 2013, de forma limitada que no se compara con su proliferación a principios de 2019, cuando el argumento de las protestas simultáneas descentralizadas se hizo urgente ante la represión del régimen. En un gran número de barrios de todos los estados del país se formaron comités, en su mayoría formados por jóvenes menores de 20 años, que organizaban protestas vecinales, se repartían las tareas de vigilancia de las fuerzas gubernamentales, equipaban las clínicas de campaña, organizaban y protegían las manifestaciones, las sentadas vecinales, las reuniones políticas y otros métodos de resistencia.

Las páginas oficiales de los comités en Facebook crecieron en número. La gente los seguía para informarse de las rutas, las manifestaciones, las bajas y otras noticias de la resistencia, a partir de diciembre y a lo largo de los meses de manifestaciones. Los Comités ganaron popularidad y legitimidad por su contacto directo con los barrios y su apoyo a la revolución. Estos comités de barrio organizaron la resistencia en sus zonas geográficas hasta abril de 2019 con la celebración de «Sentadas de Comando» en torno a los cuarteles de las fuerzas armadas en 14 ciudades sudanesas, la más importante de las cuales seguía siendo la Comandancia General de Jartum, donde los comités también se encargaron de hacer converger las procesiones, organizar y proteger la sentada.

El segundo cambio en las tareas de los Comités se produjo tras la masacre del 3 de junio de 2019, cuando las fuerzas gubernamentales atacaron simultáneamente las sentadas, mataron, violaron e incluso ahogaron a cientos de personas en un solo día. A la masacre le siguió más de un mes de violencia por parte de las fuerzas gubernamentales en las calles y el cierre total de Internet en todo el país. El gobierno de la Junta Militar pretendía que esta violencia destruyera y pusiera de rodillas a la resistencia, pero impulsó a los Comités a profundizar su actividad sobre el terreno y a organizarse en una red para continuar la resistencia, organizar la desobediencia civil y proteger y atender a la población. Los Comités de Resistencia anunciaron la Marcha del Millón de Junio contra el régimen militar, menos de un mes después de la masacre perpetrada durante la dispersión de las sentadas de la Comandancia General. Superaron el apagón de Internet escribiendo en las paredes, distribuyendo folletos, celebrando discursos en los mercados y de otras formas innovadoras. El 30 de junio fue el punto álgido, con millones de manifestantes en varias ciudades de Sudán que coreaban «civil», rechazando el régimen militar.

En contraste con la resistencia, que se mantuvo firme, los líderes políticos abdicaron. Siguieron la «Marcha del millón» del 30 de junio de 2019, solo para aceptar negociar con el Consejo Militar. De ella salió un mal documento que preveía una asociación de gobierno entre los líderes políticos de la oposición de 2018 y el Consejo Militar. La dirección política y sus partidarios ofrecieron justificaciones y no escatimaron tiempo ni esfuerzos para convencer a los sudaneses, especialmente a los manifestantes, de la posibilidad de lograr la libertad, la paz y la justicia -los lemas de la revolución sudanesa- a través de esta asociación, con el pretexto de que «era política» y que era necesario negociar con los militares. Lo presentaron como una victoria, aunque la revolución sudanesa aún no había triunfado. Pero se recuperó.

 

Evolución política

A raíz de este importante cambio en la situación política, los Comités vivieron experiencias que les permitieron reflexionar sobre la nueva situación. Al principio del periodo de transición, era habitual representar a los Comités como el escudo del gobierno semicívico. Los cuadros políticos presentaron el mantenimiento de la asociación como una tarea de los Comités de Resistencia para protegerse de un posible golpe militar.

Esto colocó a los Comités de la Resistencia en una posición delicada: divididos entre la defensa de los objetivos de la revolución y el equilibrio de su relación con el gobierno semicivil por temor a que cualquier oposición a este último fuera utilizada como pretexto para un golpe militar. Esta delicada relación se ha visto perturbada en varias ocasiones, sobre todo por las manifestaciones organizadas por los Comités de Resistencia en Talodi (Estado de Kordofán del Sur), menos de dos meses después del nombramiento del gobierno de transición, contra la continuación de la explotación minera contaminante en su territorio por parte de empresas pertenecientes a las milicias oficiales y a los aparatos de seguridad del Estado. Los comités desplegaron pancartas que se dirigían directamente al Primer Ministro civil: «Nuestras vidas valen más que el oro, Hamdok». Se enfrentaron a las balas de las fuerzas que protegían a estas empresas. El gobierno respondió a la manifestación con un comunicado esa misma noche en el que condenaba el ataque a la sede y a los bienes de la empresa.

Hechos similares se han repetido, con Comités de Resistencia que han optado por defender los objetivos de la revolución y las demandas del pueblo en sus regiones. Cada vez, el gobierno se alineó en contra de estos objetivos, en interés de los inversores, del ejército, de sus milicias o de sus aliados regionales e internacionales.

El periodo de transición fue, por tanto, un periodo de intenso tira y afloja sobre la posición política de los Comités, entre el apoyo a los objetivos de la revolución, como se ha mencionado anteriormente, y la protección de la mitad civil del gobierno, que pronto se alejó de estos objetivos. Evidentemente, la posición política de los Comités no fue siempre la misma. Estas estructuras configuradas geográficamente reflejaban en gran medida los intereses, las aspiraciones y las posiciones de los habitantes de sus regiones, con sus diferencias históricas y de clase, sus diferentes fuentes de ingresos, sus prioridades, sus problemas sociales, etc. Sin embargo, estaba claro que su gran mayoría estaba unida tras la demanda de justicia para los mártires de la revolución. Esta reivindicación unificó la mayor parte de las manifestaciones centrales de los Comités y fue seguida por la exigencia de la formación de un parlamento, todavía ausente hasta el golpe de Estado del 25 de octubre. Los Comités vieron en este parlamento un medio para que el pueblo lograra sus reivindicaciones.

La exigencia de justicia para los mártires, especialmente los de la masacre del 30 de junio, puso el quid de las negociaciones bajo la sierra de la revolución. El gobierno, con la participación del Consejo Militar, cuyas fuerzas perpetraron la masacre, no pudo hacer justicia, una exigencia de la revolución. Por otro lado, las demandas de mejora económica aumentaron a principios de 2020, creando otro «nudo» debido a la dependencia del gobierno de los intereses de los actores internacionales y regionales, incluida la continuación de las políticas económicas de austeridad que desencadenaron la revolución contra el régimen de Béchir.

El gobierno de transición ha intentado convertir a los Comités de Resistencia en auxiliares del Estado etiquetándolos como «comités de servicio y cambio», que trabajan bajo o en coordinación con las localidades en tareas de atención a las necesidades de los barrios. Los Comités de Resistencia de los Barrios optaron por no abandonar la resistencia, sino por asumir paralelamente las tareas de gestión de la vida en los barrios. Algunos comités han formado oficinas de cambio y servicios en su seno o en paralelo, han controlado la distribución de las raciones de harina en las panaderías y de la gasolina en las gasolineras, e incluso han organizado el mantenimiento de las escuelas y las instalaciones con sus propias fuerzas, sin dejar de organizar manifestaciones y de plantear reivindicaciones revolucionarias. Las últimas manifestaciones centrales anunciadas por los Comités de Resistencia antes del golpe tuvieron lugar el 21 de octubre, cuatro días antes del golpe militar, exigiendo justicia para los mártires y el parlamento, y muchos Comités llegaron a corear el lema «Dejad la asociación de sangre», rechazando la asociación con los militares.

Los Comités en el punto de mira

Los Comités pasaron a ser el centro de atención tras el golpe de Estado del 25 de octubre. Se les ocurrió el lema de los tres «ni» contra el consejo golpista: «Ni negociación, ni asociación, ni legitimidad». Publicaron planes mensuales y semanales de manifestaciones y resistencia, abortando los intentos de legitimar el golpe, dejándolo sin gobierno ni primer ministro hasta ahora.

La organización de los sudaneses en los Comités de Resistencia ha multiplicado por diez la respuesta al golpe. Se basaron en las experiencias de autoorganización acumuladas durante los años de transición, de organización de manifestaciones y debates entre la población local, y de comités de coordinación a nivel regional y municipal. En este periodo surgieron las «Coordinaciones de Comités de Resistencia» con otras tareas, ya que respondían a la necesidad de organización a un nivel más amplio que el del barrio, a la ruptura de la relación con la dirección política que había negociado anteriormente y, por tanto, a la necesidad de un nuevo liderazgo.

Aquí es importante señalar que el periodo posterior al golpe también ha visto cómo las élites gubernamentales y sus portavoces dentro y fuera siguen fingiendo ignorar la existencia de estas organizaciones populares y contando historias fantasiosas sobre la situación. Los canales de noticias, por ejemplo, repitieron una y otra vez a lo largo de noviembre y diciembre que las incesantes manifestaciones estaban organizadas por la Agrupación Profesional de Sudán o las Fuerzas por la Libertad y el Cambio -el participante civil en el periodo de transición-, entidades que no tenían ningún peso en la calle, mientras que las convocatorias de manifestaciones las hacían los Comités.

El impulso revolucionario posterior al golpe tuvo repercusiones en la situación política y en la constitución de los Comités. La fuerza de las coordinaciones regionales aumentó. Los comités organizaron sus estructuras internas para hacer frente a la nueva situación y a las tareas que de ella se derivan. Los comités cuyo número de miembros había disminuido se reactivaron. Se crearon nuevos comités en las zonas donde la gente quería desempeñar un papel activo en la lucha contra el golpe. La mayoría de los miembros del comité eran jóvenes y la mayoría eran hombres. Pero debido a la notable presencia de las mujeres en la resistencia callejera y al recuerdo de la lección de 2019 -su presencia en la calle no tuvo ningún efecto en el gobierno de transición, ni en su apoyo a los intereses de las mujeres- se lanzó la campaña #Join the Committee. Pide a las mujeres que se unan a los Comités para que se escuchen sus demandas e intereses. Se enfrentaron y rechazaron comportamientos y estructuras que obstaculizaban la afiliación, como las reuniones nocturnas a las que las jóvenes tenían dificultades para asistir debido a las barreras sociales. Varios sectores de la sociedad trabajaron durante este periodo para estar representados por los Comités de Resistencia.

En los meses siguientes, las herramientas organizativas y las ideas básicas de los Comités de Resistencia pudieron ser utilizadas por otras organizaciones de masas que se crearon por necesidad ante el aumento de los frentes de conflicto con el golpe militar y los golpes a diferentes sectores de la población. Los agricultores del Estado del Norte utilizaron las herramientas de los Comités, que venían utilizando desde hace tiempo, para organizar sus manifestaciones y organizarse, en cuanto el gobierno golpista anunció un aumento de las tarifas eléctricas. El aumento fue fatal para los agricultores que dependían de las bombas eléctricas para su agricultura. Se negaron a aceptarlo y resistieron en todo el norte, cerrando el camino a Egipto a través de sus ciudades y pueblos en más de 25 puntos. Crearon comités de bloqueo en cada punto para protegerlos, ultimar sus reivindicaciones y organizar debates entre los agricultores sobre sus posiciones políticas y demandas económicas. Los Comités de Represas se conectaron en red para unificar sus demandas, que iban más allá de la tarifa eléctrica e incluían cuestiones más profundas, como los efectos de la minería en sus zonas y su demanda de una parte del oro extraído de sus tierras. También exigieron instalaciones sanitarias y el mantenimiento de las carreteras para reducir los accidentes que constantemente matan a personas en el estado. Los bloqueos en el norte continuaron a pesar de la decisión del gobierno golpista de congelar el aumento y pedir su completa cancelación. Los comités afirmaron no reconocer ningún aumento o cancelación del gobierno golpista, e hicieron del gobierno civil su demanda básica.

La composición de los Comités de Represas del Norte era notablemente diferente a la de los Comités de Resistencia de los Barrios, incluidos los Comités Estatales del Norte. Los Comités de Presas estaban compuestos predominantemente por hombres mayores de 30 años, principalmente trabajadores agrícolas. Esta diferencia pone de manifiesto que las estructuras de resistencia emanan de los grupos más afectados por las políticas a las que se resisten. La revolución sudanesa no fue una revolución juvenil, sino una revolución contra las políticas que afectan más a los jóvenes y a las mujeres, de ahí el predominio de las mujeres y el aumento de los jóvenes entre los resistentes. En el Norte, los hombres de más de 30 años son los más afectados por el encarecimiento de los insumos agrícolas, y encabezan las filas de los Comités de Represas para frenar el expolio de la riqueza extraída de sus tierras por una carretera que pasa por ellas, cuyos ingresos van a parar a un gobierno que los empobrece con su política económica hostil.

También fuimos testigos del uso de la forma organizativa del Comité durante la sentada de las internas -en la residencia de Hajjar- en la que se cometió un delito de violación que fue seguido por la omertá de la administración. Los estudiantes anunciaron una sentada y formaron un Comité de Sentada de la Residencia Hajjar desde el 25 de enero de 2022, exigiendo una investigación justa y transparente, su derecho a los servicios básicos y la construcción de un nuevo sistema de alojamiento y servicios accesible a todos los estudiantes de Sudán para proteger su derecho fundamental de acceso a la educación. Esta encomiable forma de organización se ha extendido entre sectores del pueblo sudanés que la han puesto a su servicio de forma innovadora, según sus necesidades y demandas.

Maniobras políticas… y nuevos pactos

La evolución organizativa fue acompañada por la evolución de las posturas políticas. Los Comités de la Resistencia se han visto divididos desde el golpe entre su negativa a asociarse o negociar con los golpistas y la posición de las élites internas y externas que buscan nuevas negociaciones con el ejército. Las maniobras de las élites gobernantes incluyeron un acuerdo entre el Consejo Militar y el Primer Ministro del gobierno derrocado. A pesar del apoyo internacional, este acuerdo no pudo detener las manifestaciones contra el régimen militar y a favor de un gobierno plenamente civil. Quedó sin efecto cuando el Primer Ministro dimitió menos de dos meses después y no hubo gobierno.

También hubo muchos movimientos por parte de los partidos contrarrevolucionarios a nivel regional o internacional, incluida la misión de la ONU en Sudán, que animó a los Comités a iniciar un proceso de diálogo con el ejército. La misión de la ONU ha convocado reuniones y consultas. La mayoría de estas llamadas fueron respondidas con rechazos, o con dudas, o con peticiones de retransmisión en directo de las reuniones, que la misión se apresuró a rechazar, revelando su rechazo a la transparencia y su apoyo a las maniobras a puerta cerrada, lejos del público. Esta serie de presiones dio lugar a amplios debates en la esfera pública sobre una nueva carta política y una hoja de ruta que enmarcara las demandas y las estructuras de resistencia. Los comités han comenzado a redactar cartas políticas.

En los últimos meses, los comités de resistencia de varios estados han presentado varias propuestas de cartas políticas. Los Comités de Resistencia de Mayerno, en el estado suroriental de Sennar, publicaron en diciembre de 2021 una propuesta de hoja de ruta en la que se pedía la formación de consejos locales de los Comités de Resistencia y de los sindicatos para pasar a los consejos estatales y luego al consejo nacional, que elige a un primer ministro. Ese mismo mes le siguió la propuesta del Comité de Vecinos de Al Saliha en la capital, que elaboró una carta política y la presentó en público para su debate y modificación. En enero de 2022, los Comités de Resistencia Madani del estado central de Al Jazira publicaron una propuesta más detallada de carta política, que contenía un análisis de los problemas económicos e históricos de Sudán derivados de las estructuras económicas rentistas coloniales y hacía hincapié en la necesidad de un programa de desarrollo revolucionario para lograr la justicia económica e implantar el poder popular y el derecho a la riqueza real. La propuesta de los Comités de Resistencia de Madani fue aceptada y alabada por su análisis, que reflejaba la realidad y las prioridades económicas de las masas, y también fue denunciada por su uso de términos «que recuerdan al discurso comunista».

Se hicieron acusaciones contra los Comités de Resistencia Madani en el ámbito público de que su propuesta había sido redactada por el Partido Comunista de Sudán. Los Comités de Resistencia Madani rechazaron esta denigración de sus capacidades y la acusación de que eran «los músculos de una resistencia sin cabeza». Esta acusación contra los Comités de Resistencia de Madani proviene en realidad de la historia pasada y presente del propio Partido Comunista sudanés, que en realidad no es lo suficientemente radical como para presentar una propuesta como la de Madani. La historia reciente y pasada del Partido Comunista sudanés sigue el patrón de alianzas con la burguesía dominante o el «capitalismo nacional» en lugar de trabajar para establecer un poder alternativo de las masas. Esta es una orientación que el Partido Comunista sudanés aún no ha superado, incluso después de sus diferencias con el gobierno de transición y la coalición gobernante de la que surgió durante el primer año de transición, e incluso después del golpe de Estado. Ahora creemos que la nueva posición del Partido Comunista respecto a las élites burguesas es negarse a considerarlas como una alianza o bloque, sino aceptar negociar con ellas por separado. Esto revela que el Partido Comunista puede haber aprendido nuevas tácticas de negociación del período de transición, pero todavía está lejos de haber revisado su posición de principio de posponer las demandas de las masas y la reestructuración del Estado en interés de las masas, para mantener la dirección del «capitalismo nacional». Acusar a la propuesta de los Comités Madani de haber sido redactada por el Partido Comunista es darle un elogio inmerecido.

La propuesta del Comité Madani ha sido aceptada por los comités de resistencia de varios estados. A principios de febrero, anunciaron una propuesta titulada «Carta Revolucionaria del Poder Popular» que incluía la propuesta de los Comités Madani, la Hoja de Ruta de Mayerno y un proyecto de código de honor para los Comités Estatales de Kordofán. La carta modificada fue firmada por los coordinadores del Comité de Resistencia de siete estados.

Los Comités de Resistencia de Jartum también publicaron una propuesta de declaración política a finales de febrero de 2022, titulada «Carta para la fundación del poder popular». Muchos miembros de los Comités de Resistencia de la capital consideran que la experiencia de preparar esta propuesta es importante y central para la formación de la discusión y la coordinación entre los Comités, que son más de 800 en la capital. En Jartum vive más de una cuarta parte de la población del país. La naturaleza de la capital, su alta densidad, su proximidad al gobierno central y la heterogeneidad de intereses económicos entre sus grupos de población, se reflejaron en los puntos débiles de la declaración, haciéndola menos coherente en sus propuestas de solución, menos radical a la hora de abordar los problemas estructurales y carente de un análisis integrado de la cuestión sudanesa en comparación con la propuesta de la Carta Revolucionaria, especialmente su análisis económico y el nombramiento del gobierno de arriba abajo, empezando por el Primer Ministro.

Una vez más, esto pone de manifiesto la cuestión de la naturaleza geográfica de los Comités, que restringe su capacidad de adoptar posiciones revolucionarias a los límites de su ubicación, población y circunstancias circundantes. No obstante, los Comités de Jartum intentan subsanar estas deficiencias abriendo sus propuestas a la discusión y a la enmienda -así como a las propuestas previas- y convocando el debate público y el asesoramiento de expertos para participar en las críticas y formulaciones. Estos debates muestran también el importante impacto de la multiplicidad de propuestas en la ampliación del horizonte revolucionario de las masas y la profundización de la capacidad de ver el impacto de las fórmulas de gobierno en sus vidas y de reflexionar sobre formulaciones alternativas más cercanas a la realización del principio de «Todo el poder y toda la riqueza para el pueblo».

Las discusiones sobre las propuestas de cartas políticas continúan junto a las discusiones sobre cómo mantener viva la llama de la protesta, que continúa a diario, como frente al Palacio de la República y las secretarías de Estado semanalmente, con enfrentamientos con las fuerzas de represión, en los que la revolución pierde mártires, es herida, tiene detenidos, pero no cesa. Paralelamente, las huelgas de los trabajadores y las masas sudanesas y sus sentadas para rechazar el régimen militar represivo, los bajos salarios y las políticas económicas que conducen al empobrecimiento. Estos incluyen las movilizaciones de los trabajadores de la Inspección General de Riego de Egipto, que exigen un aumento de sus salarios, la huelga de profesores en el Estado de Kassala, la negativa de los empleados del Hospital Ibrahim-Malik de la capital a aplicar los aumentos de las tarifas asistenciales anunciados por el gobierno golpista, el rechazo del Comité de Resistencia del barrio de Al Taif en la capital a la supresión del mercado de barrio por parte de la localidad y su defensa de los trabajadores informales, de su derecho al trabajo y a una vida digna, así como otros frentes de resistencia organizados que se multiplican con el aumento de las políticas opresivas e injustas.

La enseñanza fundamental y articulada que la revolución sudanesa se esfuerza ahora por desarrollar responde a las dos preguntas: ¿cuál es nuestra carta, es decir, nuestro camino político revolucionario? ¿Y cómo continuamos la resistencia pacífica al golpe de Estado armado? La respuesta a estas dos preguntas pasa por reforzar las organizaciones en los lugares de residencia y trabajo en todas las regiones y sectores del Estado sudanés. Hay límites a lo que se puede conseguir debatiendo propuestas de cartas que no surjan de la experimentación. Tenemos que ponerlos a prueba sobre el terreno, empezar a aplicar sus principios, modificarlos y desarrollarlos en función de las experiencias. La organización en los lugares donde la gente vive y trabaja abre el camino a diferentes formas de resistencia mediante el ejercicio del poder popular sobre el terreno y la transformación de la resistencia de un medio de presión sobre la autoridad a un medio de arrancar el poder en interés del pueblo.

Si la revolución sudanesa tomara este camino -y es gratificante ver que avanza en esta dirección-, sería capaz no sólo de derrotar el golpe, sino también de derrotar un sistema de renta elitista que ha existido desde la colonización anglo-egipcia y que ha continuado bajo varios gobiernos. Podría establecer una nueva forma de organización de la vida en interés de las masas, en la que las armas de los soldados sean inútiles y sólo triunfe el pacifismo popular revolucionario.

Esto requiere, sin duda, la creación de una organización revolucionaria basada en el método de un análisis revolucionario de la realidad. Este es el segundo pilar indispensable de la resistencia, junto a las organizaciones en los lugares de residencia y de trabajo, para hacer avanzar las posiciones revolucionarias y beneficiarse del desarrollo de las organizaciones de masas, así como para proponer soluciones que no estén limitadas por la organización geográfica o de categoría. Esta relación simbiótica, que hoy carece de un elemento, es esencial para el ascenso de la revolución sudanesa. Creemos que, dado el desarrollo del proceso de autoorganización y las posturas políticas, la organización revolucionaria surgirá inevitablemente.

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