30 de noviembre de 2020

La derrota de Trump frena el impulso de la derecha autoritaria en todo el mundo

L
as elecciones de EE.UU. han supuesto una seria derrota para el proyecto de Trump. Biden ha obtenido siete millones de votos y 306 electores en el colegio electoral lo que representa una ventaja de más que 70 electores respecto a Trump. A pesar de las dificultades impuestas por la pandemia, estas elecciones parecen haber tenido la mayor participación desde 1908. Este amplio margen se lo ha puesto difícil a Trump para seguir impugnando el resultado y ha allanado el camino para la investidura de Biden. Acogemos con satisfacción la derrota de Trump, que representa un debilitamiento de las fuerzas más reaccionarias y autoritarias del planeta.

– Trump ha insistido de no reconocer la derrota y levantar falsas acusaciones de fraude durante tres semanas. Pero al carecer de un plan y organización, ha sido una batalla perdida para subvertir el procedimiento electoral. Ha perdido apoyo incluso dentro del partido republicano, y se ha visto obligado a aceptar la victoria de Biden con la boca pequeña. Sin embargo, su difusión de teorías de la conspiración y el socavamiento del procedimiento electoral está teniendo una amplia difusión entre sus votantes, y sin duda contribuirá a degradar aún más la ya deficitaria democracia de los EE.UU.

– Esto es parte de una tendencia mayor en la que nuevas formas de teorías conspirativas autoritarias y anticientíficas se están extendiendo rápidamente en muchos países. Este tipo de ideas reflejan la desesperación de la situación y la desconfianza contra las instituciones establecidas y están animadas y manipuladas por las fuerzas de la extrema derecha. Si no se producen movilizaciones de masas y victorias impulsadas por las fuerzas progresistas, este tipo de ideas podría seguir extendiéndose. Nuestra tarea es tratar de aislar estas corrientes, combatirlas y denunciarlas por todos los medio, ya que abren el camino al autoritarismo más extremo.

– En este contexto, la derrota de Trump es, en efecto, una bocanada de aire fresco, un acontecimiento que rompe el impulso del autoritarismo que se está extendiendo por todo el mundo, como en Polonia, Hungría, Turquía, India, Filipinas y Brasil, eliminando al más poderoso de estos nuevos líderes autoritarios.

– La nueva administración de Biden representa la vieja normalidad de la democracia estadounidense, donde el gobierno, ya sea republicano o demócrata sirve a los intereses de las grandes corporaciones y el imperialismo americano. Sus primeros nombramientos muestran que no piensa cambiar este curso, y continuará tomando distancia y aislando a los elementos de izquierda emergentes dentro del partido Demócrata. Por otra parte, las luchas sociales en los Estados Unidos continúan, con las enfermeras y los maestros y algunos trabajadores esenciales en el transporte, la distribución de alimentos y otros sectores organizando huelgas, protestas y acciones laborales para proteger su salud en medio de la pandemia que se está extendiendo sin control por todo el país. Los negros y los latinos, por lo general ahora con apoyo de blancos y los asiáticos, siguen protestando contra la violencia policial racista que se está produciendo en sus comunidades. Las enormes protestas antirracistas involucraron a unos 20 millones de personas e impactaron en la opinión pública, además de desencadenar un movimiento internacional.

– En otras partes del mundo, los movimientos sociales de masas y algunas victorias también nos dan motivos de esperanza de que, a pesar de los reveses y la represión, seguirán surgiendo movimientos populares defensivos y progresistas. Hemos visto la victoria del MAS en Bolivia, que logró revertir un golpe respaldado por los Estados Unidos con un apoyo y una movilización popular masiva. En Chile, el movimiento popular ha logrado revocar la constitución de Pinochet, abriendo el camino para cambios más profundos en la sociedad gracias a la movilización masiva. En Polonia, un movimiento de masas sin precedentes dirigido por mujeres está desafiando la hegemonía reaccionaria en el país. En Brasil, la izquierda ha logrado un avance histórico en las elecciones municipales. En Tailandia, Belarús y Hong Kong estamos presenciando movilizaciones de masas, que demuestran que la gente está dispuesta a organizarse y a luchar por un futuro mejor, a pesar de las dificultades, los obstáculos y la represión del Estado.

– A pesar de todo ello, la situación general sigue siendo muy difícil para las clases populares y las luchas emancipadoras. La segunda ola de la pandemia está golpeando con fuerza en todo el mundo, aumentando el número de muertes y de personas que requieren ingreso hospitalario. Las medidas impuestas para intentar detener la propagación del virus son tanto menos aceptadas por las poblaciones porque se consideran la consecuencia de la falta de acción los gobiernos para extender y reforzar la atención sanitaria en la primera ola de la pandemia.

– Los confinamientos y confinamientos parciales también están teniendo profundos efectos en la economía, y las peores proyecciones se convierten en los escenarios más probables. El costo de esta crisis parece, será pagado por las clases populares y un empeoramiento de su condición social y económica. Como hemos señalado anteriormente, los más afectados serán los que ya son víctimas de la injusticia social y económica, en las comunidades de migrantes negros y étnicos, las mujeres y las personas LGBT.

– Además, los gobiernos están utilizando medidas de bloqueo y toques de queda para limitar y restringir las libertades democráticas, lo que dificulta la organización y la movilización. No obstante, incluso en los lugares donde no hay movimientos de masas, como en Chile o Tailandia, hay luchas localizadas en los lugares de trabajo, los barrios y las comunidades que también muestran el rechazo de los cierres y las políticas represivas que tratan de compensar los fracasos gubernamentales en la planificación de la previsible segunda ola. Las políticas gubernamentales favorecen cada vez más claramente a las grandes empresas, aunque ciertos sectores (en particular la hostelería y el turismo de masas) tienen que ser sacrificados en cierta medida. En los casos en que se ha impulsado el gasto público, ha sido a través de una explosión de la deuda pública que empeora el problema actual y, en última instancia, traslada todos los costos a la clase obrera.

– Las feministas han seguido organizándose particularmente, aunque no sólo, sobre la cuestión de la violencia contra la mujer. El aumento de la violencia doméstica durante los períodos de encierro fue evidente y empujó a ciertos gobiernos a establecer planes para que las mujeres pudieran denunciar los incidentes y abandonar los hogares compartidos con parejas violentas. Éstas, al igual que otras medidas contra la pandemia, fueron insuficientes y demasiado efímeras.

– Uno de los sectores que concentra las contradicciones es el sector de la educación, dado el riesgo de infección al reunir a diferentes generaciones en condiciones en las que es difícil aplicar medidas de distanciamiento físico y de barrera. Los y las jóvenes tienen derecho a una educación decente y a menudo la enseñanza en línea es una respuesta insuficiente si no se pueden garantizar los dispositivos, el acceso fiable a la Internet y las condiciones de trabajo apropiadas para todos. El profesorado tiene derecho a trabajar en condiciones de seguridad con los recursos técnicos adecuados para la enseñanza en línea. Los gobiernos están aprovechando la preocupación popular por el derecho a la educación y el futuro de los jóvenes para mantener abiertos los establecimientos de enseñanza a pesar del peligro real que esto puede representar en la difusión del Covid-19.

– El movimiento de lucha contra el cambio climático ha seguido organizando reuniones virtuales, muy dinámicas en su radicalidad y diversidad. Este movimiento está ahora bien situado para exigir a Biden que reincorpore a EEUU a la COP bajo su presidencia. La cuestión de la lucha por la justicia climática, por el fin de las emisiones de carbono, y por una profunda transformación de nuestro sistema energético y de producción, debe volver al primer plano para luchar por una alternativa real al sistema capitalista y extractivista.

– La cuestión de la democracia es un principio primordial en muchas de las luchas actuales. La gente exige el derecho a decidir contra el creciente autoritarismo y la desconexión de las clases políticas y neoliberales del sufrimiento de las clases populares. Promovemos estas luchas impulsando la autoorganización y la autodeterminación.

– Apoyamos y luchamos con entusiasmo por la victoria de las luchas y movimientos, ya sea a nivel local o a un nivel más amplio, al tiempo que nos esforzamos por impulsar la convergencia objetiva entre ellos. Subrayamos el fracaso de todos los gobiernos capitalistas para responder adecuadamente a la pandemia, su creciente recurso a las teorías de conspiración, la ideología reaccionaria y el autoritarismo. Por lo tanto, es urgente luchar por medidas estructurales anticapitalistas (expropiación de bancos, grandes farmacéuticas, energía…) y por una fiscalidad de excepción para las grandes fortunas y las grandes empresas, así como por una alternativa global basada en la justicia social, económica, de género y ecológica.

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