Actualidad Internacional: Latitudes. América Latina

Perú. A.N.T.A.U.R.O. y el etnocacerismo

27/10/2022

Isaac Bigio

Politólogo, economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.

 

L

as democracias avanzadas del mundo se caracterizan por tener partidos relativamente sólidos, basados en principios claves donde sus líderes pueden rotar y ellos no son, necesariamente, la base de la unidad organizativa.

En el Perú la tendencia a ir en esta dirección se ha revertido. Hasta antes del fujimorismo, las grandes fuerzas políticas del país eran el APRA, Acción Popular, el Partido Popular Cristiano, la Izquierda Unidas o los partidos comunistas. Con la dictadura y su choque con el mesianismo gonzalista vinieron la ola de partidos basados en el culto a la personalidad.

Las fuerzas electorales que hoy dominan al congreso tienen como símbolo a la inicial de quien le controla: la de K de Keiko, la A de Acuña y la R de Rafael. Estos, a su vez, toman como ejemplo a los partidos de 2 expresidentes: la T de Toledo y la O de Ollanta.

Pedro Pablo Kuczynski llegó incluso a bautizar a su propio partido con la sigla de su nombre completo (PPK). Uno de los sectores magisteriales que quiso inscribir a un partido incondicional de Pedro Castillo Terrones (PCT) también buscó registrarse como Peruanos Como Tú (PCT).

Antauro Humala ahora pide registrar a la Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Reservistas y Obreros (A.N.T.A.U.R.O.), el primer partido que tendría nuestra actual democracia en tener exactamente el mismo nombre que el de su jefe.

Su hermano Ollanta bautizó a su partido como «nacionalista». Toledo registró al suyo como «Perú Posible», Acuña como «Alianza Para el Progreso» y Rafael López como «Renovación Popular». El fujimorismo tuvo muchos nombres, desde «Cambio 90» a «Fuerza Popular», pero sin integrar jamás el nombre o apellido de sus caudillos.

Si bien, en el apelativo oficial de la nueva sigla figura una «Alianza Nacional» de sectores sociales, en los hechos esta ha de ser propiedad de quien detenta dicho nombre. A sus militantes se les conocerá con el único apelativo de «antauristas».

Allí nadie querrá disputar el nombre del nuevo movimiento, pues este automáticamente será identificado con el de su caudillo.

El fenómeno Antauro

Su reciente liberación ha alterado el juego político. Él quiere aparecer como más radical y consecuente que el desacreditado Castillo, a quien le acusa de haber renegado de sus promesas, de no haber cumplido con su ofrecimiento de indultarlo y de ser un «ladrón de gallinas».

La congresista morada Susel Paredes advierte de que, en caso de adelantarse las elecciones generales, él podría vencerlas. El castigado Castillo ha dicho que un reservista pudiese remplazar a un maestro en palacio, como queriendo decir a la ultraderecha, «déjenme tranquilo, pues puede venir algo peor que yo.»

Desde Adolfo Hitler a Hugo Chávez se han visto ejemplos de golpistas frustrados de distintas ideologías que luego de salir de las cárceles pueden terminar ganando comicios. Ollanta llegó a la presidencia con la aureola de haber hecho un cuartelazo fallido contra Fujimori. Su hermano Antauro, además de haber estado en esa experiencia, hizo un segundo levantamiento militar con el Andahuaylazo.

Si antes los etnocaceristas ayudaron a levantar a la Unión Por el Perú en las legislativas del 2020 y contribuyeron al triunfo del lápiz en 2021, en el 2022 han logrado que Antauro tenga un recibimiento popular al retornar a Andahuaylas.

Allí, Antauro hizo 2 planteamientos claves, ninguno de los cuales es de izquierda (corriente a la cual él rechaza) y puede conducir a una dictadura xenofóbica que también golpee a los trabajadores. Pidió fusilar a corruptos y «presidelincuentes» (aplicando una pena retroactiva, lo cual va contra cualquier ley, y que también pueda ser redirigida contra millares, incluyendo periodistas, demócratas y sindicalistas).

También llamó a no permitir que ningún extranjero pueda trabajar hasta que haya pleno empleo a los nacionales. En Perú hay más de un millón de inmigrantes que vienen de países hermanos, desde los cuales llegaron las tropas que lograron nuestra independencia y que antes estuvieron unidos a nuestro territorio (en la colonia o el incario). Una economía de mercado (como la que los Humala apuntalan) requiere que siempre haya un ejército de desocupados de reserva para ocupar puestos vacantes o presionar para que bajen los salarios.

En su reciente discurso en Cañete, Antauro calificó al millón de venezolanos en Perú como si todos son unos delincuentes, pidió que a los extranjeros se les eche de sus empleos (pues solo debieran tener visas de turistas) se sobornasen a presidentes chilenos para debilitar a ese país y así recuperar Arica, que todas las empresas estratégicas estén en manos de empresas privadas o estatales peruanas y ensalzó al golpe militar de octubre 1968. Todo ello es una ataque al estado de derecho y a las relaciones internacionales que conduciría a guerras entre países, masivos atentados contra los inmigrantes y al racismo. Como alguien quien tiene sangre y ascendencia cañetana no puedo aceptar que se fomente la fobia contra los «extranjeros» pues esa provincia se ha hecho tal gracias al flujo masivo de inmigrantes que vinieron del África y Europa.

El etno-nacionalismo es una forma de nacional-racismo que enaltece a los cobrizos ante otras razas y que puede dar paso a una guerra fratricida. Su desprecio a todo lo extranjero no tiene sentido, pues, sus apellidos (Ollanta y Tasso) provienen del exterior, así como también de otras partes del mundo, ha venido el idioma en el cual él se comunica (el castellano), la ropa, calzado o modas con las cuales él se viste y muchas de las tecnologías con las cuales él viaja, llama por celular, navega por la Internet o es atendido en sus consultas médicas.

Todo nacionalismo, como fueron los de Haya, la junta militar (1968-80) y Ollanta, acabaron congraciándose con la derecha. Lo mismo ha ocurrido con quienes debutaron como muy antiimperialistas como el peronismo argentino (del cual luego salió Carlos Menem, autor de duros ajustes sociales, durante los noventas) o el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), cuyo líder Víctor Paz Estenssoro en 1952 encabezó la revolución más radical que haya tenido Sudamérica y un tercio de siglo después retornó a Palacio para aplicar un supershock monetarista. Esto es algo que podrá pasar con el de Antauro.

«Etnocacerismo»

Así se denomina la doctrina de Antauro. Esta es una definición altamente contradictoria y confusa. Una etnia es un grupo social que se distingue por su particular lengua, raza o credo. El cacerismo no expresó a ninguna etnia (y menos a uno indígena) sino que tuvo un partido político (el Constitucional, uno conservador de derecha), el cual defendió al gamonalismo, a la servidumbre de indios y culíes y a la república aristocrática.

Andrés Avelino Cáceres (1836-1923) fue un militar que peleó en muchas guerras externas y civiles, y que obtuvo muchos cargos públicos (incluyendo ser diputado en 1892-94, senador en 1894 y en 1901-1906, Vicepresidente en 1883 y Presidente en 1886-90 y 1894-95). Es considerado héroe nacional, pues en la guerra con Chile (1879-84) combatió en sus principales batallas y lideró la resistencia de la sierra central.

Como Presidente, Cáceres inició la entrega de los yacimientos de petróleo de Brea y Pariñas (el cual se convertiría en la principal concesión extranjera hasta su nacionalización en 1968) y firmó el contrato Grace, cediendo a los británicos (entonces el mayor imperio de nuestro hemisferio y del mundo) todos los trenes y ferrovías, muchas tierras (2 millones de hectáreas en la selva central), 2 millones de toneladas de guano (entonces, una gran fuente de divisas), libre acceso a puertos y al Titicaca y una fortuna en libras esterlinas.

Siendo ayacuchano dominaba el quechua y logró formar montoneras antichilenas. Sin embargo, él no quiso dar paso a un Estado plurinacional ni oficializar cualquier lengua nativa. Cuando sus antiguos guerrilleros quisieron tomar las tierras que trabajan de sol a sol para sus hacendados, Cáceres los combatió y mató a muchos. Estuvo en contra de cualquier reforma agraria y también laboral (en sus días finales apoyó a Augusto B. Leguía y a quienes reprimían el movimiento por las 8 horas de trabajo).

Cáceres abrió de par en par para la economía peruana a las corporaciones británicas y norteamericanas, y pidió la mediación de Madrid en el diferendo con Ecuador (en el cual estuvo por ceder Tumbes y partes de Maynas). Manuel González Prada (y luego José Carlos Mariátegui) fundaron movimientos para combatir al cacerismo y defender así los derechos de los trabajadores e indígenas.

La doctrina de Antauro es una combinación de inconsistencias. Habla de restaurar el Tahuantinsuyo, pero quiere expulsar a los ciudadanos de las otras 5 repúblicas que lo conformaron (Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Argentina). Llama a que todos los recursos naturales estén en manos peruanas, pero reivindica como su héroe al mayor entreguista de nuestros recursos al imperio británico (Cáceres). Propone un nacionalismo puramente peruano, pero su uso de uniformes y simbología copia mucho del nazi-fascismo (del cual ha heredado un culto a una raza en particular, la cual no es la aria, sino la cobriza).

Hoy plantea traer a Lima medio millón de reservistas para tomarla y cerrar el Congreso, una medida inspirada en la marcha de las legiones fascistas de Benito Mussolini sobre Roma en octubre 1922, con la cual él tomó el poder e implantó una dictadura guerrerista y totalitaria que duró más de dos décadas hasta su linchamiento.

Humala recoge algunos elementos del fascismo y de la ultraderecha europea hostil a los inmigrantes. Sin embargo, es un movimiento contradictorio. Al mismo tiempo se enfrenta a las iglesias católicas y evangélicas (propone el culto tahuantisuyano), al establishment peruano, a los EEUU y a quienes han venido gobernando el Perú luego de la caída del Velascato (1968-75).

Sus demandas en pro de eliminar la fuji-constitución, restablecer temporalmente la carta magna de 1979, cerra el Congreso, ir a una nueva Constituyente y renacionalizar empresas es algo que permite hacer acciones conjuntas con las organizaciones laborales e izquierdistas. Sin embargo, se debe mantener una actitud desconfiada y crítica hacia un movimiento tan confuso, inestable y contradictorio.

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