Especiales temáticos: Título del Especial

Palestina: hacia un segundo estallido

08/05/2023

Antoine Larrache

Miembro de la dirección de la IV Internacional y militante del NPA

Traducción: Carlos Rojas
Fuente: 
inprecor.fr

En Alemania, la prohibición de una conferencia y la anulación de la participación de Nancy Fraser en una universidad son la punta de una inmensa presión política contra la solidaridad con Palestina, acusada de antisemitismo. En Francia, prosigue la procesión de activistas convocados por la policía acusados de apología del terrorismo y se desarrolla la represión en las universidades, a imagen de lo que ocurre en Estados Unidos. Allí, en Los Ángeles, Nueva York, Austin, Boston, Chicago y Atlanta, las protestas cobran fuerza: se instalan tiendas de campaña, se celebran manifestaciones y la gente alza la voz. La represión fue intensa, con un centenar de detenidos en Boston el miércoles 24 de abril, y se siguió intentando confundir antisionismo y antisemitismo.

Reprimir para masacrar con más eficacia

Semejante represión de movimientos relativamente pequeños solo puede significar una cosa: el deseo de silenciar cualquier solidaridad visible con el pueblo palestino. Y sin embargo, coincidencia o no, hay numerosos indicios de que un ataque israelí contra Rafah es inminente. De hecho, parece que Netanyahu ha negociado un compromiso con Estados Unidos que implicaría no lanzar un ataque importante contra Líbano o Irán en un futuro inmediato, a cambio de luz verde para atacar Rafah. Rafah, una pequeña ciudad de 150.000 habitantes, alberga a 1,5 millones de personas que huyen de la guerra y de la destrucción de sus hogares, y que luchan a diario contra las máquinas de matar, las enfermedades y el hambre de Israel. Porque Israel, no contento con masacrar y destruir, sigue impidiendo que la ayuda humanitaria llegue a la Franja de Gaza, continuando así su labor genocida.

Las masacres de Gaza y Rafah son la culminación del proyecto sionista dirigido por la extrema derecha en el poder en Israel: el objetivo es acabar con cualquier presencia palestina en esta región, a la espera de atacar más directamente, o incluso más, Cisjordania. Los ataques a palestinos por parte de colonos y del ejército israelí de ocupación no han dejado de aumentar desde el 7 de octubre. Es más, desde principios de año, casi 1.100 hectáreas de tierra han sido declaradas tierra de do-maniales, estatus que da al gobierno israelí el control sobre ellas – el doble que en todo 1999, año récord hasta entonces. La lógica de la guerra y del genocidio tiene su propia dinámica: negociar nuevas financiaciones militares con Estados Unidos, comprarles armas a ellos o a Francia, reprimir a las poblaciones, atacar una región, todo ello lleva a actuar cada vez más, y no es descartable que, después de atacar Rafah, Israel ataque también a Hezbollah en Líbano y a Irán, en una huida hacia delante que refleja también el estado del mundo. De Ucrania a Filipinas, de Palestina a Taiwán, el mundo está cada vez más militarizado (los presupuestos militares aumentarán un 6,8% en 2023, alcanzando los 2,4 billones de dólares), las zonas de influencia se disputan cada vez más en este mundo en profunda crisis, y los nacionalismos y la extrema derecha se fortalecen.

Actuar con rapidez y firmeza

Por tanto, es urgente que la solidaridad internacional se exprese de forma militante. En las universidades de todo el mundo, en las empresas, en las elecciones europeas, se aprovecharán todas las oportunidades para hacer frente a la masacre en curso.

Necesitamos urgentemente insuflar nueva vida a nuestra movilización para reconstruir movilizaciones masivas capaces de asustar a nuestros dirigentes. Boicotear productos y empresas colaboradoras, manifestarse, construir colectivos de base, organizar encuentros de formación y movilización son nuestras tareas básicas. También necesitamos mantener debates estratégicos sobre la construcción del movimiento: tenemos que combinar, por un lado, una comprensión detallada de lo que está en juego en la situación, el papel del imperialismo, la naturaleza del sionismo y la necesidad de una revolución regional para rechazar a Israel, pero también de los gobiernos árabes que son cómplices de la colonización y de las masacres y que no dudan en reprimir a sus propias poblaciones, con, por otra parte, un movimiento amplio y muy unido para detener las masacres y la represión, capaz por tanto de comprometerse con fuerzas con las que podemos tener desacuerdos importantes.

Construir una gran contraofensiva internacional, movilizar a los barrios obreros, reconstruir la conciencia de clase e internacionalista, enfrentarse al racismo y al fascismo, luchar contra los imperialistas y frenar el crecimiento del militarismo: estos son los retos de la situación.

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