Teoría: Antifascismo

Observaciones a «¿Es Milei una amenaza fascista?»

14/12/2023

Luis Bueno Rodríguez

Motivado por el interesante artículo de Martín Mosquera “¿Es Milei una amenaza fascista?”, que comparto en general y con el que me siento reivindicado en mi angustia por recuperar la seriedad en el uso del concepto de “fascismo”, me atreví a escribir estas notas con el ánimo de contribuir al debate y encontrar los puntos de diálogo cada vez más finos a los que nos obliga la complicada situación mundial. Argentina, por otro lado, no deja de dar lecciones de urgente aprendizaje para otros país, el mio de entrada: México. Me atrevo a decir que también México tiene amargas lecciones para el resto del mundo, referentes a lo que la izquierda no debe hacer. No está de más que de vez en cuando Argentina mirara lo sucedido y lo que sucede con los “sub bárbaros” del norte.

Para responder a Mosquera con mayor claridad, me vi obligado a recuperar un diálogo whastappero con un colega mexicano, observador de la situación política argentina. Es así que la primera parte de esta pequeña e introductoria reflexión aborda la respuesta al artículo En el cuarto oscuro para votar: ¿democracia y diálogo o autoritarismo y silencios”, de mi colega y amigo Alejandro Espinosa Yáñez. El artículo del 18 de noviembre, publicado en el diario El Universal es previo a las votaciones argentinas en su segunda vuelta. Mi respuesta es del mismo día de su publicación pero también un poco posterior.

En el Segunda Parte abordo el artículo de Mosquera, “¿Es Milei una amenaza fascista?” quien lo escribió y difundió también de manera previa, unos pocos días antes del ballotage (segunda vuelta). Mis comentarios, muy enriquecidos por las grandiosas aportaciones de Mosquera sobre el fascismo, son posteriores a la votación definitiva pero muy cercanos a ese fatídico domingo 19 de noviembre.

PRIMERA PARTE.  Previa a la votación de la Segunda Vuelta. Respuesta a “En el cuarto oscuro para votar: ¿democracia y diálogo o autoritarismo y silencios”, de Alejandro Espinosa Yáñez

Buen día. Al respecto de lo que sucede en Argentina con el proceso electoral, y sus posibles lecciones para México:

  1. De entrada señalo con sinceridad que, si fuera argentino, a un día de las elecciones de la primera vuelta, no tengo claro por quien votaría. Siempre me he guiado por el principio, cuando aplica, de votar por el menos peor. Pero eso nunca me llevó a la tontería en los viejos tiempos de votar por el PRI ni siquiera ante el peligro de que ganara el PAN[1]El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó México por más de 70 años. Perdió las elecciones presidenciales en 2000 y en 2006 en manos del Partido Acción Nacional (PAN), tradicional … Seguir leyendo y ante la ausencia de una opción de izquierda. Si la opciones eran PRI o PAN y alguna opción de izquierda (obviamente no me refiero al PPS o al PARM[2]El PPS y el PARM ya no existen. El primero, Partido Popular Socialista, era una expresión de una de las vertientes estalinistas mexicanas: la lombardista, en honor a Lombardo Toledano, su principal … Seguir leyendo) había que votar por esa opción de izquierda incluso si había amenaza real de que ganara el PAN. Cuando no había opción de izquierda, había que abtenerse o anular el voto. Incluso el boicot era una alternativa. Claro, tuvimos el caso de 2000 cuando aún existiendo la jodida opción del PRD, ante la posibilidad real de que perdiera el PRI hubo gente de «izquierda» que votó y llamó a votar por el PAN.
  2. Ahora ya no me convence del todo el votar por el menos peor. Menos cuando el menos peor ya ha estado en el gobierno favoreciendo las políticas de la derecha o incluso aplicando medidas que ni la derecha se había atrevido cuando gobierna. Todo parece incluso calculado: el verdadero poder da chance de que gane ese tipo de gobiernos «socialistas», de «izquierda», «progresistas» para que apliquen las medidas favorecedoras del capital aunque tienen que admitir, en la medida que existen multitudes que apoyan a esos gobiernos, que adopten medidas progresistas, asistencialistas, populistas.
  3. Ahora ya no me convence del todo el votar por el menos peor. A menos que efectivamente exista el peligro de arribo al gobierno de algún partido fascista (no confundir con la extrema o ultraderecha y menos con la derecha), en cuyo caso hay que votar por la otra opción aún cuando sea de derecha.
  4. DIVISIÓN DE LA IZQUIERDA. En el caso de Argentina, el polo de izquierda que participó unido en la candidatura de Myriam Bregman ahora, en la segunda y definitiva vuelta, aparece dividido. Una parte llama a la abstención o a anular el voto y la otra parte llama a votar por Massa, en una suerte de apoyo crítico y para evitar que gane Milei.
  5. Respecto a los promotores del «voto crítico» para Massa, Alejandro deja de lado el argumento críptico y muy descriptivo fundamental de este sector de la izuierda; «hay que ir a votar por Massa para acompañar a los cientos de miles que lo hacen tapándose la nariz», para evitar el triunfo de Milei al que algunos, no todos, dentro de esta vertiente consideran fascista.
  6. Durante muchas décadas se ha abusado al seno de los movimiento sociales, sindicales y partidarios del uso del concepto de fascismo. Se le usa de manera irresponsable y bastante superficial. Todo lo que suene a autoritarismo o a procesos violentos se le califica de fascistas. No nos preocupamos por definir de manera clara su profundo significado. Ese uso superficial ha sido deliberado en muchas ocasiones para chantajear incluso con falsas disyuntivas: «Yo, mi partido, o el fascismo». Se sigue usando de manera irresponsable ese concepto. Es una pena.
  7. En el caso de la izquierda argentina que llama a votar en blanco o a abstenerse señalan que «es necesario distinguir entre la emergencia de un facho, como lo es Milei o Villarruel, y un régimen fascista», y que «en esta elección no se juega el triunfo o no del fascismo» (citado por Ale). ¿Cuál es el concepto de fascismo que tiene el Partido Obrero que les permite afirmar lo anterior? Mucho me temo que las aportaciones de Alejandro no superan todavía la superficialidad del abordaje del término fascista por mucho que Milei tenga bajo la almohada la obra de Hitler y/o de la Tatcher.
  8. Hace algunas semanas, cuando inició el abordaje de las elecciones argentinas, pedí ayuda en este y otros grupos para ilustrarme sobre el fascismo a sabiendas de que en la segunda vuelta se iba a plantear el problema en esos términos. NO HEMOS AVANZADO EN ESTE TERRENO: Me parece de la mayor importancia, no sólo por Argentina sino por sus lecciones inmediatas para México.
  9. ¿El proyecto que representa la vendedora de gelatinas[3]La candidata presidencial Xóchitl Gálvez en su afán de aparecer como popular, ha declarado de manera ridícula e insultante para las humildes y auténticas vendedoras de gelatinas que en su niñez … Seguir leyendo (Xóchitl Gálvez, candidata presidencial del PRI, PAN, PRD también señalados como PRIANRD) es fascista? De tal forma que en nuestro país sea obligado votar por la otra opción aún no siendo la opción proletaria? La respuesta es urgente porque, además, en México no tenemos segunda vuelta y las definiciones se tienen que tomar desde la primera.

Respuesta del colega Alejandro:

Gálvez no es fascista, Milei y sus aliados cercanos, en particular Villarruel, respiran  el fascismo. Frente a ese riesgo, que hay gente que no coincide, como puede ser tu caso, creo que llamar a votar sin bajar los brazos, como está en el artículo, es una postura pragmática frente al purismo de mantener una lucha frente al capital aunque haya parte del pueblo que se jode. Es allí donde me parece débil la postura de ciertas izquierdas. En fin, ojalá gane Massa y podamos escribir la crítica y la pertinencia de profundizar políticas sociales amplias. Con Milei esta posibilidad, sí el garrote, es imposible

Mi respuesta:

  1. Ale, tenemos que revisar con seriedad sobre el fascismo que, en su caso, no es problema de purismo, menos cuando los gobiernos “socialistas”, como los europeos del siglo pasado y de éste, junto con los progresistas y la “izquierda” socialista de tipo socialdemócrata han operado como las incubadoras de los huevos de la serpiente. Concebir con rigor al fascismo, es una tarea que no podemos evadir ni medir con alcoholímetro o “fascismómetro” para ver cuánto fascismo ha respirado Milei o Villarruel. Sería como combatir el alcoholismo del pueblo mexicano prohibiendo en su momento que el “haiga sido como haiga sido”, FCH, tomara alcohol[4]FCH, son las iniciales del presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) quién ganó con un escandaloso fraude en contra del ganador Andrés Manuel López Obrador. Pasa a la historia por su … Seguir leyendo. Es muy práctico, que no pragmático, tener una buena teoría para una buena práctica y al revés. Esto normalmente, aunque creo que hay excepciones, no se da sólo desde el cubículo o el estudio hogareño. Resulta hasta halagador ser calificado de purismo cuando el espacio privilegiado para el purismo, para las teorías chafas, es el cubículo y no la de la vinculación con los movimientos. Si se combina, mejor aún.

Ale, estamos obligados a recuperar con rigor el concepto de fascismo, no solo por afanes científicos sino por exigencias prácticas, que no pragmáticas.

  1. Ale, por lo pronto me queda claro que para Argentina y cualquier otro país, México incluido, si tenemos enfrente SOLO dos opciones en disputa, la derecha, incluso ultra, y el fascismo SIN NINGUNA DUDA ES  OBLIGADO QUE LA IZQUIERDA VOTE POR LA DERECHA PARA EVITAR EL TRIUNFO DEL FASCISMO. Debe ser muy claro que efectivamente se trata de la existencia del fascismo y no las expresiones groseras y ultras de algún personaje, por muy popular que sea. Es por eso que requiere, para efectos prácticos, tener claro lo que significa el fascismo.

Para el caso de México, señalas que «GALVEZ NO ES FASCISTA» (mis énfasis). Concuerdo contigo por lo pronto, aunque en la medida en que reconozco que tengo que recuperar la noción de fascismo de manera más rigurosa, lo pongo en reserva. En ese supuesto de que la vendedora de gelatina no sea fascista ni la opción política que representa (PRIANRD), lo que señalas con mucha contundencia («Galvez no es fascista») ya no te permitirá esgrimir el argumento de que hay que votar por otra opción para evitar que triunfe el fascismo. Los argumentos tendrán que ser otros.

Por otra parte, creo que no sólo basta que exista una opción fascista para presionar para votar por una opción de derecha y evitar que gane la opción fascista. Conviene un análisis concreto de la situación concreta (Lenin dixit). Si se trata de una segunda vuelta con esas dos opciones, la fascista y la de derecha, es muy probable de que el peligro de que gane la opción fascista sea un peligro real. Si no lo es porque la opción fascista pasó a la segunda vuelta como primera minoría muy reducida y las alianzas que pudiera construir con las otras minorías no le alcanzan para ganar, existe mayor libertad para las opciones de izquierda minoritarias de definir un posicionamiento sin fortalecer la posibilidad de que gane el fascismo.

Si hablamos de una primera vuelta o de un país como México donde no existe segunda vuelta, el razonamiento es el mismo pero concentrado en una sola vuelta.

  1. Si existe el peligro de que gane la opción fascista en esa primera vuelta de dos vueltas, pero sin ganar la mayoría necesaria, la izquierda puede en ese caso apoyar en la segunda vuelta su propia candidatura o incluso redefinir su posición si la otra opción es de derecha. Ha habido varios ejemplos en Europa en ese sentido. Uno de ellos es el de Francia. Si el peligro de triunfo de la opción fascista existe y es real, entonces la izquierda no debe dividir la votación. Claro, si la opción competidora al fascismo más fuerte es la propia izquierda, pues se apuesta a ganar. Si la opción opositora más fuerte al fascismo es la derecha, la izquierda no debería dividir el voto.
  2. ACLARACIONES: Hablo de derecha, extrema derecha e incluso ultraderecha para ilustrar el fenómeno en un extremo. Creo que el razonamiento es un poco más sencillo si en lugar de derechas se habla de vertientes de izquierda reformista, light, etc. tales como el progresismo, los socialistas socialdemócratas…

Las estimaciones de la fortaleza o debilidades de las opciones políticas son eso: meras estimaciones de los votos esperados. Son necesarios para esos razonamientos. De ahí la necesidad de tener investigaciones electorales serias. Aunque las minorías incluso muy marginales eventualmente son decisivas en una situación muy disputada, al grado que pueden definir el triunfo o derrota de una de las dos opciones, la izquierda radical y seria debe tener clara su fuerza para no propiciar el triunfo del fascismo. En contrapartida no debe ocurrir que se acuse a la izquierda marginal, como lo hizo en su momento el progrezombie de Emir Sader, de acusar al trotskismo argentino de marginal y sectario (en lo que tenía razón cuando menos para una parte de las corrientes trotskistas argentinas) para enseguida, en el mismo artículo de La Jornada, acusarlos de ser los causantes del triunfo de Macri. !Hazme favor! Se requiere cero gramos de autocrítica del kirschnerismo para tener tal cara dura.

SEGUNDA PARTE. Previa a la votación de la Segunda Vuelta. Respuesta a “¿Es Milei fascista?”, de Martín Mosquera

“¿Cómo explicar que un desclasado, un individuo desprestigiado y sin respaldo partidario ni parlamentario, acaparara el poder absoluto en cuestión de meses?” (Contraportada de El diciocho Brumario de Luis Bonaparte, Siglo XXI, México, 2023)

 

  1. Se nota que el tema del abordaje serio del fascismo es muy necesario y urgente. Me da gusto que, por fin alguien como Mosquera, lo retome de una manera muy seria. Me doy cuenta que el artículo del Director de Jacobin, él mismo de orientación trotskista en una de sus vertientes, es de una fecha anterior a las votaciones argentinas. Eso es muy importante porque se nota que pretende discutir con los grupos de trotskistas, no todos, que estaban llamando a votar en blanco o abstenerse. Entiendo que lo escribió con el ánimo de convencerlos de que voten por Masa ante el peligro de Milei. Considero que ya con los datos de los resultados, Mosquera habrá de matizar sus apreciaciones cuando constate que no tiene sentido atribuir la gran diferencia de votos a esos grupos trotskistas, todavía marginales, que ciertamente han tenido un comportamiento sectario, aunque no todos, insisto. Estimo que Mosquera no cae en el sinsentido de gente como Emir Sader que en un mismo artículo de hace algunos años acusaba a los trotskistas argentinos de marginales y sectarios pero al mismo tiempo les atribuye el triunfo de Macri. Por mi parte, coincido en lo fundamental con este ensayo de Mosquera, por lo que mis observaciones no plantean una lectura distinta de lo que se analiza. Si acaso la modulan y enriquecen.
  2. Estimo que Mosquera no recupera, para explicarse el fenómeno argentino y de muchos otros países latinoamericanos, México incluido, lo que se considera la principal obra de Marx en materia política: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. La recuperación de tema del fascismo es mucho muy importante pero creo que también este abordaje de Marx es de mucha actualidad y vigencia. De manera muy marginal Mosquera sólo anota que “Milei expresa la hipótesis de una potencial evolución hacia una forma de bonapartismo autoritario dentro de la democracia liberal, con el objetivo de facilitar la implementación de una terapia de choque neoliberal”[5]Aquí convendría revisar lo que se anuncia como el último dictado de Trotsky a su dictáfono, el mismo día de su asesinato: “Bonapartismo, fascismo, y guerra”. Trotsky deja claro que el … Seguir leyendo.
  3. Percibo que se enfatizan los rasgos autoritarios y violentos del fascismo en detrimento del análisis de las condiciones materiales que lo generan y el proyecto que lo identifica. Sucede lo mismo cuando se habla del estalinismo: se priorizan los asesinatos, el carácter dictatorial por sobre las verdaderas causas materiales y por sobre las concepciones que lo identifican, tales como la revolución por etapas, etc.
  4. Desechar la concepción instrumentalista del Estado me parece correcto. Sin embargo, substituirla por una concepción “procesual” (sic) no ayuda mucho cuando se ignoran justamente las políticas gubernamentales y del progresismo que potencian ese proceso de fascistización: No existe ciertamente incubadora de serpientes que funcionen de la noche a la mañana. En la política son muy importantes los procesos, las dinámicas de mediano y largo plazo que se pueden vislumbrar como destino de una ruta que se construye con la política concreta. Sin embargo, también en la política cuentan mucho los caminos concretos e inmediatos que conducen a esa ruta. Con un análisis meramente procesal sólo se entiende académicamente el fenómeno pero no se incide en su construcción. Se entiende que en el último proceso electoral brasileño, cuando ya está consolidada la derechización del proceso Bolsonaro, podemos entender y aplaudir la posición del PSOL, pero entonces es necesario explicar que el proceso anterior, que precisamente habla del surgimiento del PSOL, se debe al juicio crítico de las políticas de Lula y Dilma que justamente contribuyeron a empollar el bolsonarismo. Excelente que haya ganado Lula, aunque sea por poco. Pero ojalá su gobierno no sirva para encender de nuevo la incubadora del huevo de la serpiente y con esto repetir por enésima vez el ciclo percioso, hasta que ganen de nuevo los bolsonaros ya fascistizados. Lo mismo para el caso argentino. Se deja de lado o se minimiza la responsabilidad del kirchnerismo y sólo se juzga el momento electoral de la segunda vuelta como disputa entre dos expresiones que parecen surgir de la nada. Ciertamente, frente a una decisión concreta que de respuesta a una circunstancia concreta -votar por Massa o por Milei-, se podría pensar que aunque Milei no sea fascista se debe apoyar a Massa porque Milei es lo más cercano al fascismo o porque siendo ultraderecha el proceso me indica que degeneraría en fascismo. Con esta concepción se puede pensar de manera absurda que incluso la derecha moderada puede degenerar, en el proceso, en extrema derecha, enseguida en ultraderecha y finalmente en fascismo. Con esa concepción, la izquierda se vería imposibilitada de construir su propia opción electoral independiente porque se facilitaría la construcción de ese proceso de fascistización. Paradógicamente, es todo lo contrario: la ausencia de la política indendendiente de la izquierda facilita el proceso de derechización cuando se aplica el seguidismo de políticas gubernamentales del progresismo. Obviamente, cuando ya están avanzados los procesos y nos enfrentamos a la disyuntiva entre una opción burguesa y otra de tipo fascista, claramente habría que impedir el triunfo de la opción fascista, como se ha actuado en el caso de Francia frente a Le Pen. El análisis concreto de la situación concreta ayuda mucho para las definiciones políticas y no solamente el análisis procesal. En suma, conviene distinguir, aunque sea metafóricamente, que no es lo mismo el huevo de la serpiente -en realidad los millones de huevos- que el dueño de la máquina que los incuba. No es lo mismo Milei y los millones de trabajadores y trabajadoras que pueden ser incubados como serpientes que la sociademocracia y sus expresiones tropicales que prenden la incubadora con baja o alta potencia. Además de combatir al huevo de la serpiente que representa Milei, es obligado denunciar a los que enchufan la incubadora a la corriente pero, además, es imperativo tener nuestra propia incubadora para los millones de huevos de águilas proletarias.
  5. Resulta crucial la anotación de Mosquera cuando señala que «Es difícil resumir en pocas líneas el enfoque de Trotsky. Debemos destacar que puso su máximo esfuerzo en combatir, al mismo tiempo, el signo igual que los estalinistas ponían entre el reformismo y el fascismo y la conciliación de clase de la socialdemocracia.” Análogamente,se podría decir que es necesario combatir las vertientes de izquierda que ponen o pusieron un signo de igual entre Milei y el kirschnerismo o Massa al mismo tiempo que se combate la conciliación de clase del kichnerismo o de las corrientes de izquierda que se suman a su proyecto, incluso con tácticas entristas. La analogía para México es posible si se subtituye a Milei por el PRIANRD-Xóchitl y al kichnerismo por el obradorismo. El papel de la izquierda también está representado tanto en su modalidad sectaria como en la colaboracionista y entrista.
  6. Hablar de la autonomía de la política respecto a la economía que se expresa en distintos intereses de clase de las fracciones del capital para desechar la concepción instrumentalista me parece correcto. Sin embargo, no podemos hablar de una autonomía absoluta que no existe ni siquiera, menos aún, estimo, en la concepción procesual de la política.
  7. Con la pretensión de justificar el apoyo a Massa, al intentar responder la pregunta de “¿Es Milei fascista?” se construye la concepción de que el fascismo original europeo no existe en América: “Muchos aspectos del fascismo clásico no se repiten en ningún movimiento actual”( Mosquera). Como si fuera necesario y obligado que se trate del fascismo “clásico” para enfrentarlo con la misma política. Como si los fenómenos del pasado, cuando se repiten, fueran una mera calca de lo ocurrido en el pasado y no la farsa de lo que primero fue tragedia. La calca no existe. Lo que sí existe son las expresiones particulares de fenómenos similares que, siendo distintos y hasta tropicalizados, conservan los rasgos fundamentales del fenómeno. Si las expresiones ultras de la derecha latinamericana es el nombre que usamos para designar al fascismo local, pues así habría que ponerlo pero hay que empezar por anotar los elementos fundamentales del fascismo haciendo abstracción de sus particularidades sociales e históricas. De otra manera, llegaremos a concebir que Milei respira y transpira fascismo con lo que, análogamente, en lugar de combatir las causas del alcoholismo de un pueblo nos da por combatir el alcoholismo de algún personaje, después de haber medido su alcoholización. En lugar de combatir las causas usamos el alcoholímetro.
  8. Se minimiza el abordaje del bonapartismo que construye Marx y el propio Trosky para entender esa autonomía de la política y a personajes como el propio Milei y otros. Ambos autores hablan ciertamente de la autonomía de la política pero no para ignorar las causas materiales de su surgimiento y los proyectos que le acompañan. Considero que es obligado recurrir al bonapartismo en el que se aborda esta concepción no instrumentalista del Estado y de la política. El propio Trotsky recurre al bonapartismo para poder entender de manera más profunda al fascismo pero creo que, junto con Marx, estaría lejos de concebir a Bonaparte como un fascista o a Hitler como un bonaparte. Entonces, la pregunta correcta sería ¿Es Milei bonapartista? ¿Fue Perón fascista o bonapartista? ¿Es acaso el bonapartismo el huevo del que nace el fascismo? Son preguntas clave que también se deben plantear para el caso de otros países, México incluido, con los personajes pertinentes del caso. (Ver Trotsky, Bonapartismo, fascismo, y guerra, 20 de agosto 1940)
  9. «Nosotros, como marxistas, consideramos tanto a Brüning y a Hitler como a Braun como los representantes de un único y mismo sistema. El problema de saber cuál de entre ellos es un «mal menor» carece de sentido, porque su sistema, contra el cual luchamos nosotros, necesita de todos sus elementos. Pero hoy estos elementos están en conflicto, y el partido del proletariado debe utilizar absolutamente este conflicto en interés de la revolución.» Hablar del “menos peor” para definir el voto carece de sentido pero si las opciones están en conflicto…
  10. “Con independencia del resultado electoral de este domingo, la izquierda debe afrontar un debate de largo plazo sobre cuál es su relación con las conquistas democráticas del periodo anterior y, más en general, con las instituciones de la democracia liberal”. (Mosquera) De nueva cuenta, el autor prioriza este tipo de temas pero ignora para el debate postelectoral la posición frente a la socialdemocracia y el progresismo con lo que se corre el riesgo de abandonar la construción de la opción política propia, independiente y clasista. Parafraseando a Trotsky se podría decir que «La política del proletariado no se deriva, de ninguna manera, automáticamente de la política de los sectarios, poniendo solo el signo opuesto (esto haría de cada colaboracionista un estratega magistral)».

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Notas del artículo

Notas del artículo
1 El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó México por más de 70 años. Perdió las elecciones presidenciales en 2000 y en 2006 en manos del Partido Acción Nacional (PAN), tradicional partido de derecha, oposición a la orientación burguesa de carácter nacionalista revolucionaria del primero. En el sexenio de 2012-2018 de nuevo ganan la presidencia, fraude de por medio. Debido a la evolución hacia el neoliberalismo del PRI, ya para la última década del siglo pasado las diferencias entre los dos partidos eran cada vez más imperceptibles. En la actualidad, después de perder las presidenciales del 2018 frente al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), ambos partidos están estrechamente aliados alrededor de la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez. En esta alianza participa el moribundo Partido de la Revolución Democrática (PRD) que había sido la opción socializante de buena parte de la antigua izquierda mexicana heredera del 68 y que se había aliado con la corriente democrática del PRI, apenas escindida de este partido, para presentar como Frente Democrático Nacional (FDN) la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988.
2 El PPS y el PARM ya no existen. El primero, Partido Popular Socialista, era una expresión de una de las vertientes estalinistas mexicanas: la lombardista, en honor a Lombardo Toledano, su principal exponente. El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana era una creación del propio PRI en esos repetidos intentos de la democracia burguesa tropical de fingir que existe oposición. Ambos eran auténticos satélites del PRI.
3 La candidata presidencial Xóchitl Gálvez en su afán de aparecer como popular, ha declarado de manera ridícula e insultante para las humildes y auténticas vendedoras de gelatinas que en su niñez vendió gelatinas para sobrevivir.
4 FCH, son las iniciales del presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) quién ganó con un escandaloso fraude en contra del ganador Andrés Manuel López Obrador. Pasa a la historia por su alcoholismo y por su cínica expresión de “haiga sido como haiga sido” como respuesta a los señalamientos de su carácter fraudulento.
5 Aquí convendría revisar lo que se anuncia como el último dictado de Trotsky a su dictáfono, el mismo día de su asesinato: “Bonapartismo, fascismo, y guerra”. Trotsky deja claro que el fascismo no es una mera repetición del bonapartismo pero reconoce que “Hay un elemento de bonapartismo en el fascismo”, al mismo tiempo que advierte que “se trataba fundamentalmente del bonapartismo de la época de la declinación imperialista, que es cualitativamente diferente del de la época de auge de la burguesía. Revisar la literatura sobre el bonapartismo es obligado si se pretende alejarnos de las concepciones intrumentalistas de la política y del Estado.
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