Actualidad Internacional: Latitudes. América Latina
Mónica Baltodano recorre Europa para denunciar el carácter reaccionario y autoritario de Ortega-Murillo en Nicaragua
14/02/2024
Redacción
Desde 2007, año en que Daniel Ortega llegó a la presidencia de la República en 2007 por segunda vez, se ha consumado el aniquilamiento de cualquier vestigio del proyecto sandinista histórico y ha blindado su perpetuidad en el gobierno a golpe de reforma electoral a lo que se le suma la construcción de un régimen corporativista, autoritario y reaccionario en lo político, social e ideológico.
El estallido popular de abril del 2018 condensó el enorme descontento social frente a los postulados neoliberales privatizadores y extractivistas del régimen de Ortega-Murillo. Concretamente, se debió a la propuesta de incrementar la cuota patronal y de los trabajadores a la Seguridad Social, así como una reforma fiscal de componente neoliberal y que se sumó a la inacción del gobierno por los incendios que devastaron la reserva del Indio Maíz. Todo esto encendió la chispa final del hartazgo popular y que aceleraría el violento autoritarismo y la descomposición que ahora podemos ver reflejado en el actual régimen nicaragüense. Solo en los primeros tres días de protestas se contabilizaron unos 60 asesinatos a manos de las fuerzas de seguridad del Estado. Esto solo aumentó la rebelión y la indignación entre las clases populares, inicialmente urbanas si bien fue ampliándose a sectores campesinos. El estallido popular fue aplastado con una descomunal violencia y represión que dejó de saldo más de 355 asesinatos y más de 2.000 personas heridas. A partir de entonces, miles de personas activistas, líderes estudiantiles, del movimiento juvenil, movimiento campesino, feminista han tenido que huir, la mayoría hacia Costa Rica.
A partir de entonces, el régimen de Ortega-Murillo está generando escuela en el acelerado desarrollo del neoliberalismo autoritario centroamericano a través de leyes como la Ley de defensa de la Soberanía o la Ley de Agentes Extranjeros, la militarización, el refuerzo de las estructuras policiales y para-policiales, la represión continua, la desaparición forzada, las nuevas y variadas formas de criminalización y persecución del movimiento popular campesino, indígena, feministas y todas las disidencias, y en síntesis, la instalación de un sistema de vigilancia, cárcel, destierro y despojo tanto contra organizaciones y personas opositoras o simplemente, que se muestran críticos contra la violencia estatal, y que ha sido dirigida con especial vehemencia contra aquellos y aquellas que acompañaron la revolución sandinista de la década de los 80, y están en el exilio, perseguidas y apresadas por sus posiciones y fuertes críticas contra el régimen, como le ocurrió a Dora María Téllez, Ana Margarita Vigil, quienes estuvieron más de dos años en prisión en condiciones inhumanas. O el caso de Hugo Torres Tinoco, muerto en cárcel hace un año en circunstancias opacas, y el exilio de la propia Mónica Baltodano, quien ahora inicia un recorrido por España, Francia, Bélgica, Países Bajos y Suiza denunciando toda esta situación.
Baltodano fue comandante Guerrillera nicaragüense en la Revolución Sandinista que derrocó al dictador Somoza. Fue presa de esa dictadura y torturada entre 1977 y 1978. Ingresa en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1974. En el gobierno revolucionario fue viceministra de la presidencia y ministra de Asuntos Regionales (1982-1990) y más adelante diputada por el FSLN (1997-2002). Desde el inicio fue crítica con la progresiva deriva del proyecto sandinista y en 2005 fue dirigente del Movimiento de Rescate del Sandinismo. Hoy es una activa opositora al régimen, y centra su denuncia en la escalada del autoritarismo y la represión estatal desatada a partir de 2018, la derechización del sandinismo y el pacto de Ortega con el gran capital. Por esta razón Mónica ha sido perseguida, exiliada y convertida en apátrida en febrero del año pasado, junto a un grupo de más de 300 personas opositoras a Ortega-Murillo.
Baltodano es contundente en señalar el carácter reaccionario del régimen de Ortega-Murillo y su discurso populista que pretende confundir a las izquierdas sociales en todo el mundo amparándose, además, en la memoria histórica de la Revolución, ahora dinamitada, y utilizada para ocultar el verdadero carácter autoritario y reaccionario del orteguismo. Su testimonio pone frente al espejo a aquella parte de la “izquierda” política que, atrapada en marcos de análisis en blanco y negro, es incapaz de ver y entender la actual realidad política y social nicaragüense, a pesar de que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado cartas de garantías del carácter neoliberal del orteguismo, alabando el modelo de Nicaragua.
Baltodano caracteriza el carácter caníbal del orteguismo en cuanto a que, “lejos de abrazar el Socialismo del siglo XXI, como mentirosamente afirman opositores de derecha para complacencia de Ortega, éste abrazó el capitalismo existente bajo sus formas más brutales: desarrollismo extractivista; entrega al capital extranjero de las riquezas naturales; explotación de mano de obra barata; desprotección de derechos laborales y tercerización y desregulación absoluta del mercado”.
El silencio de una parte de la izquierda europea y latinoamericana frente a esta deriva sigue siendo abrumador, aberrante. La defensa del régimen Ortega-Murillo solo coloca a esta izquierda del mismo lado que los opresores de la clase trabajadora nicaragüense y geopolíticamente solo propicia que la extrema derecha utilice la situación en Nicaragua (así como de otros países de la región) para atacar al conjunto de la izquierda latinoamericana. Es fundamental que cada vez haya más voces de izquierdas en Europa y en América Latina que desenmascaremos el carácter reaccionario de Ortega y Murillo y rompamos los marcos de análisis, discursivos y hasta identitarios, heredados de la Guerra Fría, especialmente en una región como Centro América. La excusa tras la retórica antimperialista es caduca frente a la pretendida legitimación de Ortega y ya no engaña a nadie ocultando que del proyecto sandinista histórico no queda nada en su gobierno.
Como IV Internacional no dudamos en apoyar a los sectores de izquierdas y democráticos de la resistencia, la rebelión, la desobediencia y el poder popular en Nicaragua. En su paso por Europa, recibiremos y arroparemos a Mónica Baltodano en su incansable lucha y junto a ella y toda la disidencia, exigimos el cese de la represión, la persecución a activistas, organizaciones, la libertad de las y los presos políticos y la apertura de un proceso democrático soberano y sin injerencias de ningún tipo. A toda la resistencia que trata de construir, incluso desde el exilio, una alternativa que sea capaz de desembarazarse del despotismo neoliberal y represivo que está aplastando a las clases populares nicaragüenses. Solo el pueblo nicaragüense en libertad puede decidir su futuro.
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