Especiales temáticos: Guerra en Ucrania

LeftEast condena la guerra imperial de Putin en Ucrania

25/02/2022

LeftEast

Traducción: Carlos Rojas
Fuente: 
International Viewpoint

L

os miembros del colectivo LeftEast están horrorizados por la violenta agresión militar que se ha convertido en una guerra en Ucrania. Amenaza con sumir a nuestra región en un derramamiento de sangre de una escala que no se ha visto en décadas. Condenamos inequívocamente la invasión criminal del Kremlin y pedimos la retirada de las tropas rusas hasta la frontera internacional. Aunque no olvidamos la responsabilidad que tienen Estados Unidos, la OTAN y sus aliados por haber provocado esta guerra, el claro agresor en la situación actual es la élite política y económica rusa. Nuestros esfuerzos deben ser para exponer la inexcusable invasión imperialista rusa de Ucrania, a la que la agresiva expansión de la OTAN y el régimen ucraniano post-Maidan también allanaron el camino. En el espíritu revolucionario y en solidaridad con los pueblos de Ucrania, Rusia y la región, decimos «¡No!» a Moscú hoy y «¡No!» a la falsa elección entre Moscú y la OTAN en el futuro. Pedimos un alto el fuego inmediato y la vuelta a la mesa de negociaciones. Los intereses del capital global y sus máquinas militares no valen ni una gota más de sangre de los pueblos. ¡Paz, tierra y pan!

Rechazamos el capitalismo oligárquico, el neoliberalismo autoritario y el anticomunismo regional cultivado por las fuerzas anticomunistas globales, que nos han traído hasta aquí. Como amenazó el propio Putin en su «discurso de la historia» del 21 de febrero: «¿Quieren la descomunización? Bueno, eso nos viene muy bien. Pero no es necesario, como se dice, detenerse a mitad de camino. Estamos dispuestos a mostrarles lo que significa la verdadera descomunización para Ucrania». El ataque de hoy del Kremlin representa la descomunización hasta el final. Un pequeño número de políticos de derechas seguro que se beneficia, pero para la mayoría de nosotros, el nacionalismo extremo y las ideologías de extrema derecha no pueden traer más que sufrimiento y un ciclo de odio en espiral. Económicamente, este anticomunismo nos ha traído el capitalismo oligárquico -y la pobreza- que vemos en Rusia, Ucrania y toda Europa del Este. Políticamente, nos ha traído gobiernos que apenas pretenden representar a sus poblaciones.

Afirmamos firmemente que:

(1) ¡Consideramos al Kremlin responsable de este acto de guerra inmediato! El Estado ruso ha invadido Ucrania en nombre de una nostalgia imperial totalmente reaccionaria y en revuelta explícita contra la solidaridad internacionalista ejemplificada por los movimientos revolucionarios pasados y presentes en Europa del Este. El nacionalismo de la «Gran Rusia» de Putin es un intento criminal e inútil de ganar prestigio internacional negando la rica diversidad cultural de Europa del Este. Nos unimos a todas las comunidades étnicas de la región y defendemos la visión de la solidaridad pacífica a través de la lucha por un mundo mejor para todos.

(2) Aunque consideramos que el Kremlin es el iniciador de esta guerra y el principal agresor en la actualidad, tenemos en cuenta la responsabilidad que tienen Estados Unidos, muchos de sus aliados y el capital transnacional en la grave situación. Su negativa a negociar con Rusia por su preocupación por la expansión de la OTAN avivó las llamas de la guerra, incluso en contra de los llamamientos de muchos, incluido el gobierno ucraniano, a la desescalada. Tras la pandemia, las élites económicas y políticas de Estados Unidos y otros Estados capitalistas avanzados esperaban distraer a la población de su fallida legitimidad democrática y de la hegemonía económica de la «integración» euroatlántica. Impulsaron la puesta en marcha de la acumulación de capital, todo ello a expensas de los pueblos de Europa del Este. El antagonista hambriento de guerra y el imperialista de los últimos tiempos, Putin, está utilizando ahora la grave crisis post-socialista y de reproducción social relacionada con la pandemia, tanto en Rusia como en Ucrania, para encender el sentimiento nacionalista y aprovecharse de los viejos conflictos etnonacionales y (re)producirlos. La «integración» euroatlántica explotadora y expansionista se ha convertido ahora en un casus belli autoritario: ha llegado a la guerra total en Ucrania.

(3) Rechazamos el anticomunismo regional, irónicamente encarnado por Putin y su promesa de «descomunización», a pesar de la solidaridad de lobo con piel de oveja que recibe de partes de la izquierda y de todas las proyecciones liberales de Putin como «comunista», mientras su gobierno margina y brutaliza a la oposición de la izquierda rusa y a los movimientos antifascistas, anarquistas y antibélicos. Pero también, y de manera crucial, rechazamos los regímenes antisociales basados en el capitalismo oligárquico que alimentan el nacionalismo y las ideologías de extrema derecha en Rusia, Ucrania y los regímenes oportunistas mezquinos de Europa del Este, combinando la retórica militarista de la derecha y el aprovechamiento de la desgracia ajena.

(4) Rechazamos las llamadas «leyes y reformas de descomunización» tanto en Rusia como en Ucrania en los últimos años. Los dos «bandos enemigos», Rusia y EEUU/OTAN, son fuerzas imperialistas y capitalistas que han seguido el camino del neoliberalismo autoritario anticomunista. Este camino compartido, por el que también camina Ucrania, queda atestiguado, entre otras cosas, por las leyes laborales neoliberales, las «reformas» agrarias destinadas a impedir el acceso a la tierra, la desposesión de los pequeños agricultores y las reformas de la política económica/social de los últimos años, que han hecho a la gente extremadamente vulnerable a la explotación y a los riesgos de pobreza, lo que ha provocado una crisis socioeconómica sin precedentes tanto en Rusia como en Ucrania, pero no sólo allí, ya que tiene un impacto regional y global.

(5) A diferencia de la actual glorificación del gobierno ucraniano como portador de libertad plenamente democrática, cuestionamos el régimen ucraniano posterior a Maidan: su represión de la izquierda y la oposición, la prohibición de los principales partidos de la oposición y el bloqueo de los medios de comunicación populares de la oposición; las políticas lingüísticas discriminatorias y la falta de voluntad de reconocer y aceptar la diversidad política, étnica y cultural de Ucrania, y su sabotaje de los acuerdos de Minsk durante los últimos siete años. Las extremas reformas de «descomunización» de Ucrania también dejan claro que no podemos simplemente desear una vuelta a la situación insostenible de ayer.

(6) Rechazamos las soluciones campistas que buscan la salvación en una unidad euroatlántica racista y militarista o en un eurasianismo revanchista, en lugar de apoyar las auténticas luchas por el cambio social radical, la democracia, el poder de los trabajadores, la inclusión y la liberación.

(7) Frente a estas ideologías reaccionarias que no auguran más que sangre, pobreza y división, defendemos el legado de los movimientos revolucionarios de Europa del Este, en cuya(s) tradición(es) perseguimos críticamente la lucha contra el capitalismo, el imperialismo y el militarismo y la promesa de igualdad religiosa, étnica y de género. Esta lucha, en solidaridad con todos los trabajadores y los oprimidos de nuestra región, es la única esperanza de un futuro mejor para los ucranianos y rusos étnicos, así como para los grupos históricamente oprimidos de la región: las comunidades gitana, judía, tártara y de inmigrantes, las mujeres y las minorías sexuales. Con este espíritu, proclamamos nuestra solidaridad con los presos políticos de Ucrania y Rusia y nuestro apoyo al movimiento por la democracia radical anticapitalista y a sus fuerzas en ambos países.

Exigimos un alto el fuego inmediato, esfuerzos antibélicos que afecten a las élites económicas y políticas, pero no a los trabajadores y pueblos de los países afectados, y negociaciones que hagan balance de los errores del pasado en el proceso de paz y de las políticas sociales y económicas que llevaron a nuestra región a la guerra. Nos solidarizamos con los movimientos anticapitalistas y antibélicos de Ucrania y Rusia. No nos hacemos ilusiones sobre las promesas de la democracia liberal. ¡No a la guerra sino a la guerra de clases!

Pedimos a los camaradas de los países que aún no están afectados por la guerra que presionen a sus gobiernos para que garanticen una acogida plena y humana de los refugiados de Ucrania y de todas las demás zonas de conflicto, que exijan el trazado de un camino rápido hacia la paz y que expresen su solidaridad con aquellos cuyas vidas se ven afectadas por la agresión y el patrioterismo. Tenemos una historia de internacionalismo de izquierda y pacifismo para guiarnos.

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