Teoría: Historia
La Declaración de los 46 y el origen de la Oposición de izquierdas en la URSS
23/01/2024
Nicolás Monterde Izquierdo
Militante de Abrir Brecha y Anticapitalistas del Estado español.
Fuente: Viento Sur
Hace unos pocos meses se cumplió el centenario de la Declaración de los 46, la cual adjuntamos en el apartado bibliográfico del presente texto[1]Eugeny Preobrazhensky, «“Plataforma de los 46” Al Politburó del Comité Central del partido comunista ruso», 1923, https://ceip.org.ar/Plataforma-de-los-46.)). Esta fue una de las primeras … Seguir leyendo.
Un Lenin, ya muy debilitado, propone una alianza a Trotsky, temiendo que en el partido se imponga un enfoque demasiado laxo del significado de la NEP[2]Jean-Jacques Marie, Trotski: un revolucionario sin fronteras (Fondo de Cultura Económica, 2015), 280.. Esta alianza, por otro lado, lo obliga a aceptar una de las reivindicaciones más deseadas por Trotsky: otorgar mayor peso político al Gosplan (Comité Estatal de Planificación) en la planificación de la economía y la industrialización del país[3]Vladimir Ilich Lenin, Obras completas tomo 45 (Moscú: Progreso, 1987), 365.. Hasta entonces Lenin, junto a la mayoría del partido, pensaba que era apresurada la elaboración de ambiciosos planes los cuales podían adoptar formas muy burocráticas dado el estado de la administración y el partido. Precisamente esto es lo que le criticará Lenin a Trotsky en su testamento, en el que dirá que prestaba demasiada atención a la cuestión «administrativa de las cosas»[4]Lenin, 361..
El año 1923 comenzó con una crisis profunda que llevaba tiempo en proceso de incubación. Esta tenía distintas dimensiones que se intercalaban generando un contexto ciertamente explosivo. Los precios industriales, afectados por la improductividad y atraso de los medios de producción, comenzaron a subir de forma desorbitada. Mientras, los precios agrícolas, favorecidos por el control de precios, disminuyeron notablemente, llegando a ser tres veces superiores los precios industriales respecto a los agrícolas[5]Alec Nove, Alec Nove – Historia económica de la Unión Soviética (Madrid: Alianza editorial, 1973), 100.. El grano, por ende, se lo guardaban los campesinos y no lo llevaban al mercado al no haber incentivos suficientes para hacerlo. Cómo consecuencia el estado se veía incapaz de exportar, que era lo que permitía obtener fondos para adquirir maquinaria extranjera que impulsara la industrialización del país. Esta crisis no era más que una muestra de un problema estructural que la economía soviética y rusa venían arrastrando desde hacía décadas. El desequilibrio entre la ciudad y el campo, reforzado tras el reparto de tierras y la fragmentación de la propiedad agrícola, y por otro lado la dependencia del crédito extranjero y de la exportación para financiar la infraestructura industrial y la propia industrialización. Los bajos salarios y la falta de grano en las ciudades provocaron en verano de 1923 numerosas huelgas y protestas por las principales ciudades soviéticas.
Pero también existía una dimensión política en la crisis. La enfermedad y posterior parálisis de Lenin había fracturado el liderazgo del partido. Los acercamientos personales y políticos de este último hacia Trotsky a lo largo de 1922-23, cuyo espíritu se recoge en su «testamento», desencadenaron una serie de intrigas que llevaron a la creación de un frente anti-trotsky en las altas esferas del partido. Este dique de contención, conocido popularmente como el triunvirato (Zinoviev, Kamenev y Stalin), estaba realmente formado por 8 miembros (grupo de los 8), que conformaba una dirección dentro de la dirección, excluyendo de esta forma al resto de dirigentes cercanos a Trotsky. El bloque de poder que levantaron reposaba en la autoridad que Zinoviev y Kamenev tenían en el partido y la sociedad soviética, al ser estos viejos bolcheviques, pero también en el creciente poder que el aparato y la secretaria desempeñaban, cuyo control estaba en manos de Stalin. La autoridad política y simbólica estaba en manos de los primeros, pero su poder real reposaba en las intrigas del músculo organizativo-burocrático de Stalin, lo cual se comprobará en la discusión que pronto se desatará contra la Oposición de izquierdas.
Trotsky y la Plataforma de los 46
Trotsky no movió ficha hasta septiembre de 1923 cuando se dirigió inicialmente al Politburó, exponiendo sus opiniones en cuanto a la deriva económica y el régimen interno de partido. Al no recibir la atención debida decidió finalmente extender la discusión al Comité Central (CC) y por extensión al resto de la organización. La realidad es que Trotsky, a petición del propio Lenin, llevaba meses a la espera de lanzar un ataque contra Stalin, que, sin embargo, se retrasó por la enfermedad del viejo revolucionario[6]Moshe Lewin, El último combate de Lenin (Barcelona: Editorial Lumen, 1970), 46.. La “bomba” que Lenin decía preparar contra el secretario general se debía a dos cuestiones fundamentales: la actuación de Stalin con respecto al caso georgiano, donde este envió a su mano derecha Sergo Ordzhonikidze a imponer por la fuerza el proyecto de Unión de Stalin[7]Vladimir Ilich Lenin, Obras escogidas tomo XII (Moscú: Editorial Progreso, 1973), 157.. Y, por otro lado, la cuestión de la burocratización que Lenin identifica sobre todo en el caso de la Inspección Obrera y Campesina que el propio Stalin dirigía y de la que dirá lo siguiente: “El comisariado del pueblo de la Inspección Obrera y Campesina no goza en la actualidad ni de una sombra de prestigio. Todo el mundo sabe que no existen instituciones peor organizadas que las que dependen de nuestra Inspección Obrera y Campesina”[8]Vladimir Ilich Lenin, Obras escogidas tomo III (Moscú: Editorial Progreso, 1961), 424.. El fundador del Partido bolchevique entendía que la burocratización no solo se debía a la pervivencia de la administración zarista y el atraso que sufría Rusia, sino que la personalidad de Stalin, brusca e intrigante, también alimentaba este proceso.
Trotsky en un principio, aunque era consciente de la incompetencia de Stalin, evitó la confrontación directa durante la primera mitad del año 1923, pero la intensificación de las protestas a raíz de la crisis de las tijeras y el empeoramiento del régimen interno del partido terminó desembocando en la ruptura. Este recogerá parcialmente el ataque que Lenin pretendía lanzar contra Stalin, criticando como el papel del secretariado y su proceder antidemocrático estaba alimentando un proceso que marchitaba al partido, pero también hubo silencios notorios como la cuestión georgiana que tanto había atormentado a Lenin en sus últimos meses de actividad política.
Trotsky afirmaba que se había producido un alejamiento entre la dirección y la masa de militantes, la cual callaba sus opiniones para no ser degradados como habían hecho con su compañero y amigo K. Rakovsky. El acuerdo de XII Congreso por el cual el partido debía valerse de miembros “independientes” en la gestión económica “ha devenido el criterio de selección por el secretario general de los secretarios regionales y de todas las estructuras de arriba abajo hasta la menor célula”[9]León Trotsky, «Carta a los miembros del Comité Central y de la Comisión Central de Control del Partido Comunista ruso (b)» (Edicions Internacionals Sedov, 2015), 4.. Esa prometida “independencia” derivo en criterios muy distintos que tenían que ver con la aceptación de esos nuevos reclutas del actual régimen de partido. En último término, esta situación se estaba encargando de asfixiar la democracia obrera, que, si bien no podía ser ilimitada dada la situación de extrema gravedad general que atravesaba el país, esta, incluso, había sido mayor durante el comunismo de guerra y los peores momentos de la Guerra civil.
La otra cuestión que Trotsky valoraba como fundamental en la crisis que atravesaba el partido y el estado era la gestión económica, la cual no solo se debía a dificultades que los factores objetivos imponían sino también a las malas decisiones en materia económica de la dirección. Según el revolucionario ucraniano, estos habían recurrido a métodos propios del comunismo de guerra, controlando los precios “administrativamente” y con “criterios políticos”[10]Trotsky, 4.. La falta de un plan en la industria, que tendía a improvisar a través de comisiones externas, y el dominio financiero sobre la economía, favoreciendo la estabilidad de la moneda sobre la estabilidad de la industria, son alguna de las causas detrás del atraso de la industria soviética y la subida incesante de sus precios. Frente a esta situación, el jefe del Ejército Rojoproponía: el fortalecimiento verdadero del Gosplan, la concentración de las unidades industriales, la “bajada orgánica de gastos generales” y la “responsabilización real de los gestores de la economía”[11]Trotsky, 4.. La gran amenaza que atravesaba el país era la liquidación práctica de la NEP, al no ser capaz el estado de llevar al campo a buen precio la mercancía industrial que producían sus industrias. Cada retroceso de la industria nacionalizada suponía el avance de las formaciones y relaciones capitalistas existentes dentro de la economía soviética, y por extensión, el debilitamiento de la dictadura del proletariado[12]Trotsky, 3..
Las críticas que hizo Trotsky a la orientación del partido encontraron su eco en un grupo de viejos bolcheviques que mandaron una carta abierta al CC. Este documento, redactado por el propio Preobrazhensky, fue firmado por hasta 46 importantes miembros del partido bolchevique. De ahí el nombre de “Plataforma de los 46” que pronto adoptaría. Como ya se ha dicho, esta declaración fue impulsada por Preobrazhensky, cercano colaborador de Trotsky, con el que coincidía en la necesidad de orientar más la NEP hacía la industria y en la planificación de la economía a través del Gosplan.
En su carta al CC recoge tanto la improvisación que había invadido a la dirección en materia económica, como el deterioro constante de la vida interna del partido. El “método revolucionario de efectuar reducciones presupuestarias”, unido al derrumbe del valor de la moneda, estaba torpedeando la financiación de la industria a través del crédito[13]León Trotsky, El nuevo curso (y anexos) (Valencia: Edicions Internacionals Sedov, 2015), 55.. De una forma más clara que en la carta de Trotsky se afirma que “la situación así creada se explica por el hecho de que el régimen de la dictadura de una fracción en el interior del partido, creado de hecho después del X Congreso, ha sobrevivido a sí mismo”[14]Trotsky, 56.. Es decir, que existía un grupo que, paralelamente al Politburó y al CC, tomaba las decisiones por adelantado. La solución que propuso Preobrazhensky fue el establecimiento de un régimen de “unidad entre camaradas” y de “democracia interna”[15]Trotsky, 57.. Tanto Trotsky como su compañero Preobrazhensky entendían que la forma más eficaz de restablecer la democracia obrera era a través de la industrialización, base material sobre la que reposaría el resurgimiento de una poderosa clase obrera soviética. Sin una orientación de la NEP hacía la industria y el desarrollo de las ciudades, no podría renacer la base social y dirigente que debía sustituir a la emergente y provisional gestora que era la burocracia del partido.
¿Fue, entonces, la Plataforma de los 46 el origen de la Oposición de izquierdas? La Plataforma fue firmada por personajes muy distintos entre sí, de los que muchos de ellos mantenían diferencias profundas con Trotsky y Preobrazhensky. Esta el caso sonado de Lazar Kaganovich, futuro estalinista acérrimo, o el caso de Nikita Jrushchov. Sin embargo, los dirigentes opositores fueron bastante capaces de agrupar en torno a sí a un grupo nada desdeñable de militantes relevantes del partido. En la parte del documento donde se recogían las firmas cada uno expresaba brevemente el carácter de su adhesión al grupo de Preobrazhensky. Algunos lo hacían en su totalidad, otros decían que la caracterización del régimen de partido era exagerada y otros que la dirección económica del Politburó no había sido tan desastrosa.
No existía, por tanto, una unidad de pareceres de lo que ocurría y tampoco concordancia programática, pero sí una serie de sentires más o menos compartidos. Con la NEP la revolución había entrado en una nueva fase, abriéndose nuevas posibilidades, como la industrialización, y también nuevas dificultades, como la relación con el campesinado. La aplicación de la NEP, tanto política como económicamente, exigía una mayor discusión en el seno del partido, lo cual queda perfectamente recogido por esta afirmación de Preobrazhensky: “Muchos de nosotros aceptamos conscientemente someternos a dicho régimen. El giro político del año 1921, y después, la enfermedad del camarada Lenin, exigían, según algunos de nosotros, una dictadura en el interior del partido como medida coyuntural”[16]Trotsky, 56.. La falta de este debate había provocado, o bien la bunkerización de una dirección que actuaba paranoica a través del poder omnipotente del aparato, o bien la había llevado a ser muy inmovilista y conservadora en lo que se refiere a la gestión de la economía. Esto hace pensar que, aunque los firmantes no se vieran a sí mismos, o no todos por lo menos, como opositores, la base ideológica y militante en la que reposaba la plataforma se convertirá en la base programática de la futura oposición.
También es cierto que, a medida que avance la discusión entre la dirección y dicha corriente, la primera se esforzará rápidamente por identificar a Trotsky y la Plataforma de los 46 como una fracción opositora con la intención de desacreditarla. La prohibición de las facciones y la lucha que el propio Lenin llevó a cabo contra la Oposición obrera en el X Congreso del partido dio legitimidad al proceder del triunvirato para arremeter contra sus contrincantes. El CC en ausencia de Trotsky emitió un comunicado afirmando, al igual que hizo Lenin en 1921, que: “se trataba de un enorme error político que había servido de señal para un agrupamiento fraccional”[17]Edward Hallett Carr, La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929, trad. Ludolfo Paramio (Madrid, 1981), 112.. La realidad es que ni Trotsky ni el grupo de Preobrazhensky buscaron una confrontación directa e intestina contra la mayoría del CC y el Politburó, sino alarmar de la gravedad de la situación a un grupo dirigente aparentemente pasivo. En este sentido se expresaba Trotsky: “Hay camaradas en nuestro Politburó que quieren ir hasta el final con este asunto, aumentando más las diferencias que ya existen. Se esfuerzan por hacer imposible el trabajo conjunto”[18]Vadim Z. Rogovin, Was There an Alternative? Trotskyism: A Look Back Through the Years, trad. Frederick Choate (Michigan: Mehring Books, 2021), 163.. También lo hacía la declaración de los 46: “No creemos que todo se deba a la ineficiencia política de los actuales dirigentes del partido; por el contrario, aunque diferimos de ellos en la apreciación de la situación y en la adopción de los medios adecuados para modificarla, consideramos que los actuales dirigentes no podrían dejar de ser designados por el partido para los puestos más importantes en la dictadura proletaria”[19]Trotsky, El nuevo curso (y anexos), 55.. Empero, el movimiento de estos se percibió desde el triunvirato como una maniobra de Trotsky para hacerse con el poder.
Esta reacción es en sí muy interesante ya que de ella se desprende la cosmovisión de la que se había apoderado la dirección de aquel entonces bajo el régimen de partido reinante. Las críticas no se percibían tanto como diferencias políticas de fondo, fuesen correctas o no, sino como intrigas palaciegas. De esto se desprende precisamente ese enfoque excesivamente organizativo y burocrático en el que descansaba la por entonces mayoría en el partido, y no tanto en la autoridad de una dirección política clara. Se privilegiaba, por tanto, un análisis excesivamente inclinado sobre las cuestiones de las altas esferas, eludiendo la autocrítica política y económica que un sector amplio del partido exigía. El carácter furibundo e irregular de la reacción del Grupo de los 8, como veremos a continuación, también demuestra la fragilidad de su posición. Por un lado, asediados por la situación económica, por otro, amenazados por un posible regreso de Lenin y su “bomba”, y por el otro, una revuelta abierta en el partido liderada por el temido y amado Trotsky.
Aunque la primera reacción de los triunviros fue el ataque a Trotsky y la negación del debate, pronto se verían obligados a abrir la discusión a todas las células del partido. La “resolución sobre la estructura del partido” emitida por el CC y firmada con muchas dificultades por Stalin, Kamenev y Trotsky; vino a aceptar muchas de las críticas al burocratismo que la Oposición había hecho, pero reforzando al mismo tiempo una crítica tajante a la formación de fracciones y tendencias internas[20]Rogovin, Was There an Alternative?, 172.. Sin embargo, este delicado compromiso será rápidamente barrido por las expectativas que tenían unos y otros en el cumplimiento de los aspectos positivos de la resolución, desatando definitivamente la polémica al resto de la organización[21]Darron Hincks, «Support for the Opposition in Moscow in the Party Discussion of 1923-1924», Soviet Studies 44, n.o 1 (1992): 139.. Esta será la última controversia que recogerá, muy a duras penas como se verá, la prensa oficial del partido a través de Pravda. Al mismo tiempo, las distintas células territoriales abrirán sus puertas a los dirigentes de la oposición y de la mayoría para exponer sus puntos de vista y votar sus respectas resoluciones.
El perfil y la dimensión de la Oposición cambió a raíz de la confrontación abierta con la dirección entre diciembre de 1923 y enero de 1924. Las exigencias de mantener el pulso al CC exigieron una escalada organizativa en el seno de la Oposición que hasta entonces era inexistente. Antes, la plataforma opositora se había articulado como una tendencia de opinión entorno a un programa más o menos claro, sin haber creado lazos orgánicos entre ellos. La necesidad de cubrir y repartirse entre los opositores todas las células posibles del partido para ganar a la mayoría imponía un nivel de organización mayor. Esto generó la primera experiencia de despliegue de la Oposición a mayor escala, creando una organicidad paralela a la del partido. Algo que por otro lado enraizaba con la tradición de las distintas oposiciones y fracciones que existieron en la historia del partido bolchevique, cuyos estatutos concedían el derecho de organizarse paralelamente con lealtad, pero con la diferencia de que ahora eso estaba terminantemente prohibido.
Durante la confrontación en las células los opositores fueron capaces de arrancar significativas victorias. Por ejemplo, fijándonos únicamente en la ciudad de Moscú, en las células del ejército consiguieron una sólida mayoría, gracias a la autoridad que tenían sobre los soldados Trotsky y Antonov-Ovseyenko. Lo mismo ocurrió en las células estudiantiles y de las Juventudes Comunistas (Komsomoles), donde los opositores hicieron un llamamiento a las jóvenes generaciones comunistas para ponerse en guardia ante posibles desviaciones conservadoras de sus dirigentes más mayores. En cambio, en las células obreras las cosas estuvieron más reñidas. Empero, la mayoría de los resultados fueron falsificados en la prensa para dar la impresión de que la Oposición había sido reducida a la mínima expresión. En este sentido se expresaba K. Radek y G. Piatakov: “un régimen de falsificación prevalece en la sección del partido de Pravda”[22]Hincks, 140.. Este ahogamiento burocrático de la Oposición se refrendó en la XIII Conferencia donde la plataforma de la Oposición solo contó con 18% de los delegados provinciales de Moscú, y esto a pesar de haber conseguido la mayoría de las células en la capital[23]Pierre Broue, El Partido Bolchevique, Editorial Ayuso (Madrid, 1973), 257.. En mayo de 1924 durante el XIII Congreso se reduciría aún más la presencia de delegados opositores, saldándose con la condena expresa de la Oposición como desviación pequeñoburguesa y cuasi-menchevique. Tras esto, la plataforma quedó muy debilitada y a la espera de reanudar un nuevo ataque.
Este episodio histórico muestra como el desarrollo de la Oposición de izquierdas en la URSS no solo quedó determinado por el quehacer de sus propios dirigentes, sino que la reacción histérica de los triunviros tuvo también mucho que ver. La deriva y el carácter de la dirección, sin capacidad o voluntad de llegar a un compromiso sólido, llevó a los opositores a redoblar la apuesta y radicalizar el propio carácter de la Oposición. La dureza con la que el triunvirato arremetió hizo muy complicada la integración posterior de dichos dirigentes, que muchos mantendrían el pulso a la dirección en el futuro. La victoria de los triunviros fue aplastante pero no igual para todos sus miembros. Claramente el más beneficiado fue el propio Stalin, ya que su victoria descansó en buena medida en un uso indiscriminado de la secretaría y el aparato, y no tanto en la clarividencia política y autoridad de los viejos bolcheviques Zinoviev y Kamenev. No será hasta finales de 1924 cuando empiecen a percibir los vientos de cambio. Pero al mismo tiempo, la dirección necesitó revestir su proceso de victoria y su victoria misma con formas democráticas y plebiscitarias, a pesar de las trampas que estos utilizaron a lo largo del proceso de debate[24]Simon Pirani, The Russian Revolution in Retreat, 1920-24: Soviet Workers and the New Communist Elite (London ; New York: Routledge, 2008), cap. 9.. Y esto fue necesario, no solo porque enraizaba con los métodos y formas bolcheviques tradicionales, sino que también sirvió para debilitar y hacer como propios los argumentos a la Oposición sobre el régimen del partido y la lucha por la democracia interna.
Bibliografía
Broue, Pierre. El Partido Bolchevique. Editorial Ayuso. Madrid, 1973.
Carr, Edward Hallett. La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929. Traducido por Ludolfo Paramio. Madrid, 1981.
Hincks, Darron. «Support for the Opposition in Moscow in the Party Discussion of 1923-1924». Soviet Studies 44, n.o 1 (1992): 137-51.
Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas tomo 45. Moscú: Progreso, 1987.
———. Obras escogidas tomo 54. Cartas de noviembre de 1921 a marzo de 1923. Moscú: Progreso, 1987.
———. Obras escogidas tomo III. Moscú: Editorial Progreso, 1961.
———. Obras escogidas tomo XII. Moscú: Editorial Progreso, 1973.
Lewin, Moshe. El último combate de Lenin. Barcelona: Editorial Lumen, 1970.
Marie, Jean-Jacques. Trotski: un revolucionario sin fronteras. Fondo de Cultura Económica, 2015.
Nove, Alec. Alec Nove – Historia económica de la Unión Soviética. Madrid: Alianza editorial, 1973.
Pirani, Simon. The Russian Revolution in Retreat, 1920-24: Soviet Workers and the New Communist Elite. London ; New York: Routledge, 2008.
Preobrazhensky, Eugeny. «“Plataforma de los 46” Al Politburó del Comité Central del partido comunista ruso», 1923. https://ceip.org.ar/Plataforma-de-los-46.
Rogovin, Vadim Z. Was There an Alternative? Trotskyism: A Look Back Through the Years. Traducido por Frederick Choate. Michigan: Mehring Books, 2021.
Trotsky, León. «Carta a los miembros del Comité Central y de la Comisión Central de Control del Partido Comunista ruso (b)». Edicions Internacionals Sedov, 2015.
———. El nuevo curso (y anexos). Valencia: Edicions Internacionals Sedov, 2015.
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Notas del artículo
↑1 | Eugeny Preobrazhensky, «“Plataforma de los 46” Al Politburó del Comité Central del partido comunista ruso», 1923, https://ceip.org.ar/Plataforma-de-los-46.)). Esta fue una de las primeras constataciones de oposición a la deriva política y económica de la Unión Soviética, pero que a diferencias de las primeras que protagonizaron los comunistas de izquierdas y la Oposición Obrera, fue capaz de levantar una plataforma duradera que comenzaría a templarse en los fuegos del primer estalinismo. Esta fue la Oposición de izquierdas.
La NEP se instauró en 1921 y pronto dio sus frutos en el campo de la economía y la política, mejorando las relaciones con el campesinado y favoreciendo el desarrollo económico. Sin embargo, al igual que se abrían nuevas oportunidades también supuso la aparición de renovadas dificultades y obstáculos en su concreción económica y política. Cuando ya Lenin estaba imposibilitado por su enfermedad se produjeron serios debates sobre el nivel de liberalización económica que la nueva orientación debía auspiciar. En este sentido, un sector importante del partido propuso la apertura del monopolio del comercio exterior, base fundamental en la obtención de divisas extranjeras que la exportación de grano otorgaba a la URSS((Vladimir Ilich Lenin, Obras escogidas tomo 54. Cartas de noviembre de 1921 a marzo de 1923 (Moscú: Progreso, 1987), 366. |
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↑2 | Jean-Jacques Marie, Trotski: un revolucionario sin fronteras (Fondo de Cultura Económica, 2015), 280. |
↑3 | Vladimir Ilich Lenin, Obras completas tomo 45 (Moscú: Progreso, 1987), 365. |
↑4 | Lenin, 361. |
↑5 | Alec Nove, Alec Nove – Historia económica de la Unión Soviética (Madrid: Alianza editorial, 1973), 100. |
↑6 | Moshe Lewin, El último combate de Lenin (Barcelona: Editorial Lumen, 1970), 46. |
↑7 | Vladimir Ilich Lenin, Obras escogidas tomo XII (Moscú: Editorial Progreso, 1973), 157. |
↑8 | Vladimir Ilich Lenin, Obras escogidas tomo III (Moscú: Editorial Progreso, 1961), 424. |
↑9 | León Trotsky, «Carta a los miembros del Comité Central y de la Comisión Central de Control del Partido Comunista ruso (b)» (Edicions Internacionals Sedov, 2015), 4. |
↑10, ↑11 | Trotsky, 4. |
↑12 | Trotsky, 3. |
↑13 | León Trotsky, El nuevo curso (y anexos) (Valencia: Edicions Internacionals Sedov, 2015), 55. |
↑14, ↑16 | Trotsky, 56. |
↑15 | Trotsky, 57. |
↑17 | Edward Hallett Carr, La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917-1929, trad. Ludolfo Paramio (Madrid, 1981), 112. |
↑18 | Vadim Z. Rogovin, Was There an Alternative? Trotskyism: A Look Back Through the Years, trad. Frederick Choate (Michigan: Mehring Books, 2021), 163. |
↑19 | Trotsky, El nuevo curso (y anexos), 55. |
↑20 | Rogovin, Was There an Alternative?, 172. |
↑21 | Darron Hincks, «Support for the Opposition in Moscow in the Party Discussion of 1923-1924», Soviet Studies 44, n.o 1 (1992): 139. |
↑22 | Hincks, 140. |
↑23 | Pierre Broue, El Partido Bolchevique, Editorial Ayuso (Madrid, 1973), 257. |
↑24 | Simon Pirani, The Russian Revolution in Retreat, 1920-24: Soviet Workers and the New Communist Elite (London ; New York: Routledge, 2008), cap. 9. |