Actualidad Internacional: Entrevista con…

Entrevista a Neal Meyer, uno de los organizadores nacionales de Democratic Socialists of America (DSA) y del caucus “Bread and Roses”

22/11/2022

Andreu Coll

 

Traducción: Punto de Vista Internacional

 

E

l pasado mes de abril, Punto de Vista Internacional pudo entrevistar a Neal Meyer en Brooklyn, Nueva York, sobre las dinámicas de la izquierda norteamericana, los movimientos sociales y la nueva generación militante nacida en torno a las campañas electorales de Bernie Sanders.

PVI: ¿cuál es el origen de la transformación de DSA y la causa de la incorporación de sectores significativos de la juventud a la organización?

N.M.: No sé si es conocido el origen del DSA. De hecho, es una escisión del Partido Socialista Norteamericano en los años 70 debida a su oposición a la Guerra de Vietnam, que sí apoyaba la derecha proimperialista del partido. Desde entonces, durante décadas, fue la organización de la socialdemocracia norteamericana, básicamente, con una implantación considerable en el mundo sindical, con un número significativo de cargos sindicales. En los años 90 vivió un cierto declive hasta el punto de ser una organización muy minoritaria a principios de los años 2000. Entonces, hacia 2008-2009, un grupo de militantes jóvenes empezó a reconstruir la sección juvenil de DSA (Young Democratic Socialists), consiguiendo agrupar a la gente más activa de la revista Jacobin. Yo me incorporé en 2012, tras el movimiento Occupy Wall Street y existía una sensación de que la izquierda se estaba recomponiendo en Estados Unidos. Fui el organizador del trabajo juvenil durante un tiempo y construimos una sección muy considerable de jóvenes socialistas y nos situábamos a la izquierda de la dirección de DSA de entonces, pero no será hasta 2015, cuando Bernie Sanders presentó su candidadura a las presidenciales, cuando ganemos más energía y podías sentir, también gracias a la primera rebelión de Black Lives Matter, cómo empezaba a bascular hacia la izquierda un sector de la sociedad y de nuevo se podía volver a hablar de socialismo en este país. Entonces, cuando ganó Trump en 2016, quizás se incorporaron ese día unos 1.000 nuevos militantes a DSA. En tres meses pasamos de una organización de 6.000 miembros a unos 30.000, lo cual constituyó un cambio radical, ya que DSA pasó de ser un grupo que, si bien contaba unos 6.000 afiliados no tendría más de 200 militantes activos en todo el país, a ser una organización de 30.000 afiliados de los cuales unos 10.000 eran activos, lo que permitió reconstruir la infraestructura de la organización. Sin embargo, muchos de nosotros no contabamos con una tradición política sobre la que construir, en cierto modo vamos planteándonos debates sobre la marcha que están relacionados con la necesidad de perfilar una estrategia para la izquierda norteamericana.

PVI: ¿Podrías hablarme de la implantación juvenil del partido y, más en general, de DSA misma a nivel nacional?

N.M.: Lo primero que hay que aclarar es que no somos un partido como tal que se presente a las elecciones, puesto que funcionamos en el seno del Partido Demócrata. Podemos hablar más de eso luego. El grupo que se integró en el DSA en 2016-2017, de mi generación (entre veinte y treinta años), con formación universitaria, digamos que jóvenes radicales, gente muy enfadada con el Partido Demócrata, al que culparon de la victoria de Trump en 2016, al igual que en la mayoría de rebeliones que estamos viendo en el mundo protagonizadas por jóvenes radicales. Este núcleo ha constituido el sector más dinámico de DSA desde entonces, por consiguiente tenemos agrupaciones bastante activas en muchas universidades del país, que se centran en una serie de campañas, teniendo una relevancia particular la lucha contra la crisis de la deuda de los estudiantes, que reviste una gravedad particular en Estados Unidos, puesto que apenas hay dotación de fondos públicos en las universidades, lo cual obliga a los estudiantes a estudiar a crédito. Este ha sido un factor de radicalización clave en el país y explica en parte por qué tanta gente ha girado a la izquierda, siendo el DSA una de sus expresiones más palpables de ello. Esto explica una fuerza importante de DSA en algunos campus clave aquí en Nueva York, por ejemplo. Pero últimamente también se están incorporando a DSA sectores obreros, lo cual es muy importante, en la medida en que hasta el momento era una organización mayoritariamente de capas medias. En términos de extensión geográfica, somos fuertes en Nueva York, que es quizás el núcleo más potente. Si tenemos unos 100.000 afiliados a nivel nacional, unos 10.000 son de Nueva York. También es fuerte en Chicago, Los Ángeles, en la Bahía de San Francisco, Seattle y Portland… en la mayoría de las grandes ciudades. Estamos haciendo esfuerzos por implantarnos en el sur del país, una zona tradicionalmente más conservadora. De hecho, tenemos compañeros muy valiosos haciendo un buen trabajo en lugares como Atlanta, Texas, Nueva Orléans o kentucky.

PVI: ¿Podrías hablarnos un poco de la situación política tras la derrota de Trump en las últimas elecciones? ¿Qué perspectivas hay?

N.M.: Inicialmente, tras la derrota de Trump, se crearon muchas expectativas sobre lo que podría dar de sí la presidencia de Biden. Biden y el Partido Demócrata hablaban de ser más progresistas en términos de apoyar la salud y la universidad pública gratuita, así como un paquete de medidas de obra pública y políticas redistributivas hacia los sectores populares. Creo que todo ello era márketing, sin embargo, mucha gente creyó realmente en ese discurso. Incluso hasta algunos pensaban que revertiría el orden neoliberal con una especie de vuelta al New Deal de Rousevelt. No obstante, no ha sucedido nada de todo esto. Biden y los Demócratas se orientan hacia el mundo empresarial y corporativo. Inicialmente lanzaron un paquete de medidas para impulsar las infraestructuras: túneles, puentes, carreteras… en la medida en que era del interés del mundo empresarial durante al menos una década. Pero esencialmente no han hecho nada. De hecho, lo único que hicieron fue interrumpir los subsidios de desempleo de los que gozaban muchos parados en el verano de 2021. Y ahora con la inflación está siendo un desastre, con lo cual es muy probable que los republicanos venzan en las elecciones mid term el próximo noviembre. Estamos viviendo un reforzamiento de la extrema derecha. De hecho, amplios sectores del Partido Republicano se orientan hacia modelos como el húngaro, lo cual da bastante miedo. En realidad los hechos del Capitolio de enero de 2021, que oscilaron entre una farsa y un ataque contra los congresistas más de izquierdas, pusieron claramente de manifiesto la radicalización de la extrema derecha y cómo se plantean la política. Estamos asistiendo al ascenso de un partido autoritario iliberal en Estados Unidos. De hecho, Trump dice que se va a volver a presentar en 2024 y las encuestas dicen que derrotaría a Biden en las elecciones. Y, si no es él, será alguno de sus seguidores, que podría ser incluso más peligroso que él, dado que era muy incompetente y su Administración no estaba muy bien organizada. Si eso fuera el caso sería muy muy inquietante. Cualquier política dirigida contra el cambio climático o encara a políticas redistributivas está descartada actualmente en la próxima década.

PVI: ¿Cuál ha sido la reacción social ante las decepciones que ha comportado el gobierno Biden? ¿Luchas, huelgas, reivindicaciones?

N.M.: La decepción es muy grande. De hecho, al principio de la Administración Biden muchas organizaciones sociales se situaban en la lógica de colaborar con el gobierno. Aunque se fuera crítico por la izquierda no se quería romper con él. Los últimos tiempos han demostrado que era un error creer que se podía influenciar a la Administración desde dentro. Creo que lo más interesante está sucediendo en el movimiento obrero. Las campañas por organizar a los trabajadores de Amazon, Starbucks, etc… muestran que la gente toma conciencia de que nada cambiará desde la política del sistema y se está organizando en su lugar de trabajo.

PVI: En el movimiento obrero tenéis todos estos nuevos sectores… supongo que en el sector público también hay luchas

N.M.: El sector público, lo más dinámico son los docentes. hubo una huelga en Minneapolis, por ejemplo.

PVI: ¿Qué hay de la sanidad?

N.M.: Depende mucho de la realidad local.

PVI: ¿Y en los sectores nuevos del transporte y la logística… construyen nuevas organizaciones o prefieren organizarse en sindicatos más tradicionales?

N.M.: Esto es un debate en curso. Por ejemplo, entre los trabajadores de Amazon en Staten Island [Nueva York] se ha creado el Amazon Labour Union e insisten en que van a ser independientes. Hay que ver si logran extenderse o no a otros centros. Pero ha sido impresionante y nadie creía que serían capaces de crearlo en ese establecimiento. Hay gente que propone que se liguen a los Teamsters (el sindicato histórico de los transportistas [tradicionalmente muy combativo y que había contado entre sus filas a militantes revolucionarios desde los años 30] en el que recientemente el sector más democrático y combativo ha ganado la dirección del sindicato). La organización en Starbucks es independiente pero tiene vínculos con la AFL-CIO (que todavía tiene vínculos con el Partido Demócrata, a pesar de que sean cada vez más críticos con él). Quizás el desarrollo en Starbucks sí se ha beneficiado de un cambio legislativo introducido por el gobierno Biden, que permite la organización sindical por establecimientos.

PVI: ¿Y qué hay de los trabajadores ligados a la informática y la economía digital en lugares como California?

N.M.: Sí, de hecho muchos nuevos afiliados a DSA son programadores, trabajadores tecnológicos, etc… Hay bastante interés por organizarse en el sector tecnológico.

PVI: bien, avancemos. Se plantea la pregunta inevitable sobre la relación con los Demócratas. He leído esta fórmula del «Dirty break» [la ruptura sucia]…

Sí, básicamente, en Estados Unidos el sistema bipartidista está fuertemente arraigado y es muy difícil construir un tercer partido a falta de un sistema proporcional y demás. Siempre existe la presión por votar demócrata para impedir que gobiernen los republicanos. Por consiguiente, el DSA ha seguido la estrategia de Bernie Sanders. Por un lado, afirmar nuestra independencia con respecto al Partido Demócrata, pero por otro presentarnos a las primarias en dicho partido. Por consiguiente, utilizamos las primarias como una primera vuelta de las elecciones. Eso nos ha permitido ganar algunas primarias en determinados Estados. Por ejemplo, en el Estado de Nueva York tenemos seis miembros electos de DSA y esperamos incrementar estos resultados en un futuro.

PVI: ¿Y cuántos concejales en la municipalidad de Nueva York?

N.M.: Dos miembros sobre 50. La idea del «Dirty Break» se plantea que en algún momento podamos abandonar el Partido Demócrata y constituirnos en un partido independiente con nuestra propia identidad. El objetivo es una acumulación de fuerzas que permita romper el cordón umbilical con el Partido Demócrata en un momento dado.

PVI: Entonces me estás hablando de una suerte de entrismo [risas]

N.M.: Sí, en cierto modo. Siempre hemos dejado claro que somos independientes. Como en los partidos norteamericanos no hay una afiliación formal y cualquiera puede presentarse a las primarias, sin pagar cuotas ni nada por el estilo. Ello nos da una cierta libertad para desarrollar nuestro proyecto. Actualmente se plantea el debate de qué grado de identificación con el Partido Demócrata nos podemos permitir… Mi tendencia en el DSA (Bread and Roses) siempre se ha identificado como la más partidaria del «Dirty Break», de luchar contra el establishment demócrata. Otra gente en DSA ve las cosas de otro modo. Algunos sostienen que los sectores más progresistas de la sociedad americana se identifican con los Demócratas y, por consiguiente, el DSA debe presentarse como Demócratas auténticos y leales para luchar contra la deriva centrista. Se ven como una alternativa a la dirección realmente existente. Pero es un debate en marcha. Creo que los partidarios del «Dirty break» somos una minoría en el DSA actualmente, la mayoría no se plantea la ruptura. A mi juicio el peligro es que las nuevas afiliaciones a DSA acaben adaptándose al Partido Demócrata realmente existente y entren en simbiosis con su política. Este es el mayor problema de DSA a mi juicio, que mucha gente no distingue al DSA como un proyecto independiente sino como algo difuminado que se confunde con Bernie Sanders y los Demócratas.

PVI: ¿Cuál es la relación con Bernie Sanders, entonces?

N.M.: Ninguna. Siempre le hemos apoyado, pero nunca ha sido miembro del DSA. Siempre ha sido un lobo solitario con un proyecto propio, pero muy reacio a construir una organización. Creo que no sería un problema que figuras socialistas como él propusieran construir un nuevo partido en el que el DSA pudiese ser una especie de corriente, pero no parecen estar disponibles para ello.

PVI: ¿Qué puedes comentarnos sobre el debate abierto sobre el socialismo aquí en Estados Unidos, ya que es de las pocas potencias capitalistas en las que hay un debate popular sobre el socialismo en la actualidad, ya que va mucho más allá de lo que popularizó Podemos en su momento, que en ningún caso pronunció dicho concepto? Hablaban de la «casta», de los de «arriba y abajo», del 99%, pero jamás plantearon un debate sobre el socialismo… a pesar de que algunos, como Pablo Iglesias, proceden de una tradición eurocomunista.

N.M.: Creo una de las características del atraso político de Estados Unidos es que nunca ha existido un movimiento socialista fuerte. Para nuestra generación el socialismo es algo nuevo, emocionante, y que es vivido como una alternativa al capitalismo neoliberal. Nos sentimos a gusto hablando de ello y nos resulta emocionante. Por otro lado, la derecha americana ya de por sí es partidaria de etiquetar cualquier forma de oposición real como «socialista» e involuntariamente popularizan el concepto. Pero la noción de socialismo tiene una amplia gama de sentidos distintos: para unos se reduce a tener más servicios públicos, para quienes en el DSA hablamos de poder para la clase obrera, de eliminación del poder de la clase dominante, de transformar la economía, etc… creo que esto es una manifestación de la noción de desarrollo desigual y combinado: en cierto modo estamos tan atrasados políticamente que nos permite hablar abiertamente de socialismo porque no ha existido un partido socialdemócrata que haya desacreditado dicha noción. Quizás me equivoque, pero creo que en Europa el socialismo para la juventud es la política de los partidos socialdemócratas y aparece como algo aburrido y agotado, cuando para nosotros es una perspectiva entusiasmante.

PVI: Esto nos remite también al marxismo. ¿Hay una renovación paralela del interés por el marxismo?

N.M.: Creo que también es una capa limitada, pero en el DSA hay mucha gente abierta y receptiva a ideas marxistas. Creo que la inmensa mayoría de DSA está cómoda hablando de la importancia de la clase trabajadora y hablar abiertamente en términos clasistas… superando la retórica populista del 99% que se puso de moda con Occupy Wall Street hace unos años. Por tanto, sí, hay interés por el marxismo. También existe lo que llamamos aquí «neotanquismo», neoestalinismo, para entendernos, pero muchas tendencias de DSA se definen como marxistas, como por ejemplo «Bread and Roses».

PVI: Entiendo que en DSA hay sectores que se originan en la extrema izquierda más clásica también, ¿verdad?

N.M.: Muchas de las corrientes trotskistas o bien se disolvieron o bien se integraron en DSA entre 2017 y 2019. Por ejemplo, la International Socialist Organisation (ISO) implosionó por su propia crisis interna. Una crisis muy difícil, creo que en 2018. Creo que la mayoría de sus cuadros se integraron en el DSA, pero curiosamente muchos de ellos han seguido direcciones distintas: algunos en posiciones digamos de extrema izquierda en DSA, otros más cómodos en posiciones más centristas o socialdemócratas. Yo tengo mucho respeto por los militantes procedentes del ISO, son muy buenos compañeros. Y Solidarity también se integró en su mayor parte en el DSA, muchos en Bread and Roses, la tendencia en la que milito. Luego Socialist Alternative, que se origina en el CWI, también se incorporó al DSA. A su vez, un grupo que fue excluido de Socialist Alternative, Reform and Revolution, también tiene un papel importante en la izquierda de DSA y trabaja lealmente en su construcción. Socialist Alternative tiene una posición evidente de querer construir su propia organización. Kshama Sawant, elegida en Seattle, sin duda es una inspiración para mucha gente por su estilo confrontativo y su construcción de una base obrera en la ciudad. Creo que es un buen modelo.

PVI: Otra cuestión central es la relación con Black lives matter y el antirracismo

N.M.: Sí, la rebelión de Black lives matter fue increíble. Yo nunca había experimentado nada parecido en toda mi vida. Millones de personas salieron a las calles. Tuvimos una protesta aquí en Brooklyn en que quizás éramos unas 10.000 personas al principio y se veía como decenas de miles más salían de sus casas al paso de la manifestación y se unían a ella. Al final había gente hasta donde alcanzaba la vista. Creo que ha sido la movilización social más importante que he experimentado en mi vida. DSA ha apoyado muy decididamente el movimiento y lo ve como algo central en la política americana. Sin duda existe también una tradición radical negra en Estados Unidos que lleva a mucha población afroamericana a construir sus propias organizaciones y colectivos, que sin duda han tenido un papel central en la construcción del movimiento. Y DSA ha intentado jugar un papel de apoyo y acompañamiento más que tener la pretensión de dirigir nada, ya que apoyan ese tipo de dirección orgánica de la población afroamericana.

PVI: ¿Pero existe alguna expresión cristalizada de izquierda política negra en el país?

N.M.: Existen direcciones nacionales del movimiento Black lives matter. Algunos grupos han recibido financiación importante de algunas ONG, cosa que ha creado algunos debates y conflictos sobre cómo usar dichos recursos.

PVI: entonces no hay una continuidad orgánica con la tradición de los Black Panthers, por ejemplo…

N.M.: Ideológicamente sí, sin duda. Sí hay un archipiélago de colectivos, pero no una corriente a nivel nacional.

PVI: ¿cuáles son las controversias y debates más importantes que estáis teniendo actualmente sobre estrategia, tareas, orientación, etc…?

N.M.: Hay un debate sobre el Partido Demócrata y nuestro rol en él, que ya he mencionado, otro sobre el movimiento obrero y nuestro papel en él. Hay una posición de Bread and Roses, que es lo que llamamos la estrategia de Rank and file [de base], digamos la entrada de socialistas en el movimiento obrero para organizar estructuras de base renovadas e intentar transformar en el futuro los sindicatos existentes para que sean más militantes y más democráticos. En este sentido proponemos relacionarnos con los sectores de base radicales existentes. Esto entronca con tradiciones como la que representa Labour notes, la publicación de Kim Moody. Otros sostienen que el DSA debería limitarse a apoyar el movimiento obrero realmente existente e insisten en que una de las tareas de los socialistas es incorporarse a los aparatos sindicales actuales. También hay un debate sobre política internacional y la relación con corrientes de izquierda, por ejemplo en Latinoamérica. Unos apoyan relacionarse con el PSUV venezolano, el PT en Brasil, etc… Lograron incorporar a la DSA en el Foro de Sao Paulo. Esta es una perspectiva con la que discrepo. No tengo inconveniente en tener relación con el PT, pero creo que es prioritario intentar relacionarnos con la nueva izquierda de distintos países: como el PSOL y los partidos nuevos en Europa, África y Asia. También tenemos debates de naturaleza más organizativa, tipo qué nivel de disciplina queremos, actualmente el DSA es un grupo muy etéreo en el que para ser miembro tan solo hay que pagar una cuota. Alguna gente cree que deberíamos tener más delimitación política pero tampoco formulan claramente en qué debe consistir. De hecho, sobre el papel somos unos 100.000 miembros, pero sólo una décima parte son activos, por consiguiente no somos un partido de cuadros en absoluto. En Bread and Roses intentamos agrupar a los cuadros activos de DSA.

PVI: ¿entonces las corrientes de DSA cuáles son, grosso modo?

N.M.: Quizás Bread and Roses sea la más numerosa en posiciones de izquierda, Socialist Majority es el grupo opuesto al Dirty Break y más interesado en plantearse un marco de trabajo con los demócratas progresistes e incluso con la dirección y luego hay un montón de tendencias minoritarias. De hecho varios partidos se han disuelto en los últimos dos años, de modo que hay mucha gente que se agrupa en torno a publicaciones con perspectivas diversas. Algunos son trotskistas otros socialdemócratas. La generación más mayor de DSA se organiza en una tendencia North Star, una agrupación mucho más moderada.

PVI: ¿y los compañeros procedentes de ISO y Solidarity están en Bread and Roses?

N.M.: De hecho no. Algunos miembros más activos de Solidarity sí. Algunos miembros que siguen activos procedentes de ISO no tanto Bread and Roses debido a una serie de discrepancias. De modo que hay un grupo organizado en torno a una publicación llamada Tempest, aquí se agrupa a la gente que sigue en posiciones de izquierda en el DSA que proceden del ISO. Hay otros compañeros procedentes del ISO en otras posiciones, trabajando más individualmente.

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