Actualidad Internacional: Entrevista con…

Entre la crisis de régimen y las posibilidades de un progresismo tardío en Perú

28-03-21

Johnatan Fuentes

Militante de la Corriente Amaru

 

P unto de Vista Internacional: ¿Cuáles son los antecedentes de esta crisis política?

Johnatan Fuentes: La derrota de Keiko Fujimori y Fuerza Popular en la segunda vuelta del proceso electoral del 2016 a manos de Pedro Pablo Kuchinscky (PPK), abrió un escenario de tensiones política en las instituciones del estado peruano. Se conformó un congreso con mayoría fujimorista que bloqueaba algunas medidas del gobierno salvo las de corte económico. Estas tensiones políticas se agravaron tras las investigaciones en torno a Odebrecht ya que involucraba a PPK y a varios expresidentes como Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Alan García que terminó suicidándose tras el avance de las investigaciones en su contra.

La ultraderecha fujimorista, Fuerza Popular, que hegemonizaba el parlamento opto por usar el mecanismo de vacancia presidencial en dos ocasiones que finalmente se frustraron por el entendimiento de un sector de Fuerza Popular liderado por Kenyi Fujimori, el hermano menor de Keiko Fujimori, con el gobierno de PPK. El avance de las investigaciones por corrupción contra PPK eran contundentes y además se descubrieron videos en los cuales parlamentarios ligados a la fracción de Kenyi negociaban con el oficialismo los votos en contra del último intento de vacancia del Fujimorismo, lo cual obligó a PPK a renunciar su cargo presidencial en el 2018.

El arribo de Martin Vizcarra, vicepresidente de PPK, a la presidencia de la república en marzo del 2018 surge como un breve entendimiento con el Fujimorismo que rápidamente finalizó ante la reanudación de las tensiones políticas entre la mayoría parlamentaria y el oficialismo. Martin Vizcarra toma la decisión de disolver el congreso el 30 de septiembre del 2019 con un apoyo importante de la población peruana ante el gran desprestigio del congreso.

PVI: ¿Se puede hablar de nuevas correlaciones de fuerza en el congreso?

J.F.: La conformación el nuevo congreso complementario del 2020 evidenció el declive de la ultraderecha tradicional, Fuerza Popular y el APRA, y la consolidación de las derechas emergentes como lo son Alianza para el Progreso (APP) y Podemos Perú (PP). A la vez el resurgimiento del centro derecha tradicional a través del partido Acción Popular (AP), que en el congreso disuelto su fracción más oligárquica y conservadora jugó un rol de socio menor del Fujimorismo. Ante la ausencia de bancada oficialista el Partido Morado (PM), una nueva fuerza de centro derecha, servirá de apoyo a las medidas gubernamentales.

Unión por el Perú (UPP) y FREPAP, fueron la sorpresa del proceso electoral complementario ya que casi no aparecían en los sondeos electorales. Ambas fuerzas políticas se ubican en el campo de la derecha, aunque son más permeables a algunas medidas progresivas puntuales en lo económico y son conservadores en cuanto a cuestiones de género o medio ambiente. UPP es una coalición referenciada en el nacionalismo y vinculado a Antauro Humala, hermano del expresidente Ollanta Humala; mientras que Frepap es una organización teocrática con importante trabajo de base con lógicas comunitarias.

En el campo de la izquierda solo el Frente Amplio consiguió representación parlamentaria, aunque con varias tensiones al interior de su organización. Nuevo Perú participo en alianza con Juntos por el Perú (JP) pero no consiguió escaños, repitiendo el mal desempeño de las elecciones regionales de octubre del 2018. Perú Libre (PL), tampoco logró representación parlamentaria en las elecciones complementarias del 2020.

 

PVI: ¿Acaso la crisis de régimen está generando maniobras restauracionista como contrapunto?

J.F.: La crisis política recrudeció con la maniobra política en el parlamento de las derechas emergentes, UPP, el Fujimorismo y un sector de AP, que votaron a favor de la vacancia presidencial de Martin Vizcarra el nueve de noviembre. Así como Vizcarra cerró institucionalmente el congreso el año pasado, el nuevo congreso destituye a Vizcarra valiéndose de los mecanismos institucionales so pretexto de los casos de corrupción que se le imputa. En ambos sectores políticos el uso de mecanismos institucionales se ha usado para anularse políticamente llevándonos a esta crisis por sus intereses espurios en pugna.

AP declaró rápidamente a través de sus canales orgánicos que no conformaría el nuevo gabinete de Manuel Merino, al igual que las diferentes fuerzas parlamentarias que votaron por la vacancia presidencial. La asunción de Manuel Merino, representante del sector conservador de AP, al gobierno central no contó con la legitimidad popular y la conformación de su gabinete por grupos de ultraderecha como la Coordinadora Republicana, exministros apristas, representantes de gremios empresariales; lo cual da cuenta del nivel de aislamiento político del breve gobierno y su débil alianza con las derechas emergentes. Todo esto refleja las propias fisuras internas en los partidos burgueses y la precariedad del entramado institucional de la constitución neoliberal del 1993 que permitió el impase político que lleva años, pues asistimos en realidad a una profunda crisis del régimen político neoliberal que gatilló el despertar de la juventud y la indignación popular a nivel nacional.

La gesta popular que inició la juventud del pueblo peruano mediante grandes movilizaciones de carácter democrático logró la renuncia del represor Manuel Merino en menos de una semana, que luego posibilitó la conformación de un nuevo gobierno ahora bajo Francisco Sagasti, del Partido Morado. Esta nueva derrota de la oposición derechista, emergente y conservadora, por la derecha liberal tuvo los siguientes factores: 1. El apoyo de un sector de los medios de comunicación afines al oficialismo 2. La neutralidad de las fuerzas armadas 3. El desgaste del tramado institucional neoliberal peruano. 4. El despertar de la juventud como no se había visto en años.

En diciembre del 2020, el proletariado agrícola de la costa sur y norte del Perú se embarcó en un proceso de lucha contra el régimen laboral especial que los regía hace décadas, la denominada Ley Chlimper. Por supuesto, esta lucha no contó con el apoyo de los grandes medios de comunicación, ni de la derecha liberal; aun así, se logró derogar la ley históricamente cuestionada.

Cierta intelectualidad del neoliberalismo progresista/derecha liberal intentó desacreditar esta lucha vinculándolos a un supuesto intento de golpe, ahora contra Francisco Sagasti. Lo cierto era que no tenían apoyo de ningún sector parlamentario salvo del Frente Amplio. De alguna manera se ha instalado en el debate político el clivaje golpismo/anti-golpismo como una forma de renovación del clásico clivaje fujimorismo/anti-fujimorismo, con el fin habitual de subordinar a las izquierdas.

 

 

 

 

PVI: Parece que se está dando una disgregación de las derechas, ¿existe un peligro de ascenso de la extrema derecha ante las elecciones del 2021?

J.F.: Según la última encuesta electoral del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) difundida el veintiocho de marzo, a dos semanas de las elecciones generales el partido de centroderecha tradicional Acción Popular (AP), que lleva la candidatura presidencial de Jonhy Lescano, lidera las preferencias electorales con un 11.4 % de intención de voto. Lescano representa al sector político de AP, al parecer mayoritario, que no apoyó la aventura destituyente de Manuel Merino y se negó a formar parte de su gobierno. Este sector político es más permeable a recoger medidas progresivas puntuales de corto plazo en el plano económico-social, pero que se enmarca en la economía social de mercado y por lo tanto representa una variante suigéneris de neoliberalismo progresista. Se oponen al impuesto a la riqueza y no plantean una reforma integral del sistema de pensiones. Además de ello, varios de sus candidatos al congreso representan a los sectores más oligárquicos y conservadores de su partido.

En segundo lugar, se ubica el empresario Rafael López con 9.7 %, del partido ultraderechista Renovación Popular quien pasó de ser un desconocido en la política nacional a lograr un crecimiento sostenido en los sondeos electorales, aunque esta última encuesta evidencia un relativo estancamiento. Se ubica a la derecha del fujimorismo constituyendo un proyecto político de extrema derecha abierto y desbocado, distinto del pragmatismo fujimorista. Rafael López ha declarado que quiere evitar a toda costa que Perú se convierta en Cuba o Venezuela, es integrante del Opus Dei y se opone enérgicamente a la legalización del aborto y al enfoque de género. En suma, representa un verdadero peligro para las libertades democráticas de la clase trabajadora, las mujeres y las disidencias sexuales; entrando a tono con los fenómenos políticos de extrema derecha como Bolsonaro en Brasil.

El cuarto lugar lo ocupa Hernando De Soto con un 8.5 % de intención de voto, del partido Avanza País. Hernando es un intelectual orgánico de la ultraderecha peruana, fue asesor presidencial del autócrata Alberto Fujimori que implantó el neoliberalismo en el Perú a sangre y fuego, y recientemente asesoró a Keiko Fujimori en la campaña presidencial del 2016. El quinto lugar lo ocupa George Forsyht con 8.2 %, del partido derechista Victoria Nacional y el sexto lugar lo ocupa Keiko Fujimori con 7.9%, del partido ultraderechista Fuerza Popular que continua el legado nefasto del Fujimorismo.

La dispersión derechista es impactante, y fuerzas políticas como Victoria Nacional y Fuerza Popular caracterizadas por cierto pragmatismo y acomodos políticos seguramente intentarán captar votos del centro político del electorado nacional. El Fujimorismo ha sido derrotado parcialmente el marco de la lucha interburguesa de los últimos años y no ha podido recobrar el peso político/electoral de antes; y frente a ese escenario es posible que su votación tradicional/conservadora migre a otros candidatos de la extrema derecha entre Rafael López o Hernando de Soto.

PVI: ¿crees que es pertinente referirse a las aporías de los progresismos tardíos para comprender la situación peruana?

J.F.: Verónika Mendoza, referente de Nuevo Perú, participa por segunda vez en las elecciones presidenciales, ahora a través de la coalición electoral Juntos por el Perú (JP) y ocupa el tercer lugar en la encuesta del IEP con un 9.6 % de intención de voto, dando cuenta de un relativo avance tras unas semanas de estancamiento en las encuestas. A diferencia del proceso electoral del 2016 que postuló por el Frente Amplio, los partidos de la izquierda tradicional (PCP, PCP-PR, MS) de signo burocrático y conocidos por su política de colaboración de clases, integran el equipo dirigente de la coalición que levanta la candidatura.

El programa de JP es antineoliberal, neodesarrollista y post-extractivista soft, que consiste en medidas económicas redistributivas que no se propone modificar seriamente la gestión privatista de los recursos naturales en nuestro país y que promueve con énfasis la diversificación productiva. En el aspecto sobre medio ambiente proponen ordenamiento territorial, zonificación ecológica económica y veeduría de pueblos indígenas sobre proyectos energéticos en zonas forestales; mientras que en el aspecto sobre género y diversidad sexual proponen educación sexual integral, matrimonio igualitario y despenalización del aborto, entre otras medidas interesantes plasmadas en el denominado Plan Micaela. Respecto a la cuestión agraria proponen una segunda reforma agraria que centralmente consiste en otorgar créditos a los pequeños agricultores sin plantear un cuestionamiento directo a la concentración de la tierra que es el principal problema del agro. El progresismo que representa Verónica Mendoza entra a tono con los nuevos procesos gubernamentales progresistas tardíos de Argentina y México, en cuanto a moderación de las propuestas de cambio y alineamiento geopolítico. No anidan al interior de su proyecto político tendencias anticapitalistas que disputen la orientación estratégica y programática.

Perú Libre (PL) es un partido de matriz estalinista que levanta la candidatura presidencial de Pedro Castillo, profesor y exdirigente social que protagonizó la huelga magisterial docente en el 2017 durante el gobierno neoliberal de PPK. Ocupa el séptimo lugar con un 4.3 % de intención de voto, que evidencia un cierto crecimiento y una buena campaña en algunas regiones del sur andino que por tradición suelen ser votantes contestarios y protagonizar procesos de lucha.

El programa de PL es antineoliberal, neodesarrollista y extractivista. Desde el inicio de su campaña enfatizó la propuesta de nacionalizar los recursos naturales como eje central, pero a la vez es bastante limitado en los aspectos de medio ambiente y género. En general propone medidas redistributivas, regulación de medios de comunicación, mecanismos de consulta popular para decidir sobre la composición del Tribunal Constitucional y una nueva constitución mediante asamblea popular constituyente. Al igual que JP carece de tendencias de signo anticapitalista al interior de su partido que disputen la orientación política. Este proyecto expresa otra variante del progresismo peruano pero muy marcado por cierto regionalismo y campismo, demasiado acrítico con la política extractivista de los gobiernos progresistas latinoamericanos.

Ambas formaciones de izquierda carecen de una política de impulso de la autoorganización popular y no han logrado construir un proyecto de mayorías populares que disloquen el tablero electoral; y aunque las encuestas electorales no son definitorias si brindan cierta aproximación al desempeño de las fuerzas políticas en contienda. Existe un 20.2 % del electorado nacional que votará viciado/nulo, lo que da cuenta del proceso de desafección política recrudecida por la crisis sanitaria del covid 19. Es clave apuntar a ese sector del pueblo, pero con propuestas radicales que superen el regionalismo y la moderación aún presente en la campaña de las izquierdas.

En este proceso electoral no se presenta ninguna candidatura anticapitalista y es muy posible que la segunda vuelta electoral se dé entre las derechas lo cual significaría un desastre para la vida del pueblo trabajador que sufre los embates de la crisis social, ecológica, económica y sanitaria. Ante el posible ascenso de la extrema derecha con Rafael López y la consolidación de la centro-derecha tradicional de AP es fundamental que la izquierda radical despliegue una táctica acorde a las tareas políticas del momento.

El planteamiento del voto critico a Verónika Mendoza y JP en la primera vuelta apunta entonces a dificultar un balotaje Interderechista que prolongue la crisis política aún irresuelta en la dinámica conocida hasta ahora. Reconociendo las limitaciones y problemas de JP, considerando su relativo mejor posicionamiento electoral, y valorando lo progresivo de sus propuestas en temas de soberanía, medio ambiente y género.

La izquierda radical peruana si busca reconstruir la representación política de las clases populares debe salir de su aislamiento tendiendo puentes con los sectores sociales más contestarios que tengan ciertas expectativas en los proyectos reformistas sin adaptarse a su dirección, mientras nos dedicamos a construir una alternativa política radical a la izquierda de los progresismos y abierto al pluralismo. La delimitación estratégica o la construcción por abajo en torno a la asamblea popular constituyente son insuficientes si no están articulados a un proyecto de poder, que sigue siendo la tarea estratégica aún pendiente para este periodo político.

 

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