Teoría: Organizacion, partido, movimiento

Aprender a nadar: revolucionarios, partidos amplios y elecciones

25/01/2024

Paul Murphy

Paul Murphy TD es diputado en el Parlamento irlandés por People Before Profit y forma parte de la red RISE.

Traducción: Punto de Vista Internacional
Fuente: 
International Socialism

Hace veinte años, en medio de la sombra aparentemente menguante del estalinismo, los giros cualitativos hacia la derecha de los partidos socialdemócratas y la aparición de nuevos partidos de izquierda, se produjo un animado debate sobre estas nuevas formaciones y sobre cómo los revolucionarios debían relacionarse con ellas[1]Algunos de los trabajos clave en este debate son: Rees, 2002; Smith, 2003; Smith, 2004; Callinicos, 2004; y Sabado, 2004.. La historia no ha sido amable con quienes se dedicaron a exagerar las posibilidades que ofrecían estos partidos al tiempo que restaban importancia a los peligros del reformismo en su seno[2]Durante este debate, Murray Smith, miembro clave del Partido Socialista Escocés, restó constantemente importancia a la distinción entre revolucionarios y reformistas. Argumentó, por ejemplo, en … Seguir leyendo.

El libro de Joseph Choonara «Revolutionaries and elections», publicado en International Socialism 179, es una importante contribución al balance europeo de la experiencia de los revolucionarios que han participado en partidos más amplios y en el trabajo electoral durante las dos últimas décadas[3]Choonara, 2023.. Choonara señala correctamente la presión oportunista generada por la participación en el trabajo electoral, así como por la persistencia de la conciencia reformista, y enumera ejemplos de los muchos fracasos de los partidos más amplios que en su día se señalaron como modelos para la izquierda europea e internacional.

Sin embargo, la valoración de Choonara es casi totalmente negativa. Las lecciones que extrae para hoy son tajantes, por ejemplo, restando importancia a cualquier sugerencia de que los revolucionarios participen en una hipotética ruptura liderada por Jeremy Corbyn con el Partido Laborista británico. En su lugar, hace hincapié en la importancia de construir simplemente un partido revolucionario independiente.

Este enfoque parece equivalente a alguien que hace una lista de todas las personas que se han ahogado y concluye que lo mejor es evitar meterse en el agua. Una respuesta barata sería enumerar todos los grupos revolucionarios que no participaron seriamente en el trabajo electoral o en partidos más amplios durante las dos últimas décadas. Muchos de ellos tampoco han prosperado precisamente.

En lugar de tomar ese camino fácil, quiero reequilibrar la evaluación de Choonara y argumentar en contra de una retirada de los partidos amplios y del trabajo electoral. Hay una alternativa: aprender a nadar. Los socialistas revolucionarios deberían participar en las elecciones y en formaciones más amplias con los ojos bien abiertos ante los escollos y peligros que entrañan, al tiempo que intentan aprovechar las oportunidades que también encierran.

Mi argumento se basa en la idea de que los marxistas tienen hoy una doble tarea, porque nos enfrentamos a una triple crisis de conciencia, organización y dirección de la clase obrera[4]Para más información sobre el concepto de «doble tarea», véase Ní Cheallaigh y Murphy, 2020; MORE: Marxists Organising for Revolutionary Ecosocialism, 2023.. Debemos tratar de ayudar a desarrollar una capa avanzada de la clase obrera en términos de conciencia y organización y, al mismo tiempo, debemos construir una fuerza socialista revolucionaria organizada. Son tareas interrelacionadas.

Si nos lanzamos a construir el movimiento más amplio sin reunir y educar suficientemente a las fuerzas marxistas, estaremos fracasando en la construcción de instrumentos suficientemente afilados para enfrentarnos y derrotar a la clase capitalista. Por otra parte, si nos centramos únicamente en nuestras propias organizaciones revolucionarias, en el reclutamiento y en la educación de nuestros miembros -sin luchar también por volver a desarrollar organizaciones más amplias de la clase obrera, como los sindicatos y los partidos de masas-, nos quedaremos con pequeñas sectas aisladas.

En respuesta a Choonara, quiero separar dos cuestiones que están entrelazadas en su argumento: los revolucionarios que operan en partidos más amplios y los revolucionarios que participan en elecciones. La participación en elecciones parece ser la razón predominante por la que Choonara cree que los revolucionarios deberían plantearse la participación en formaciones más amplias. Sin embargo, hay muchas razones no electorales para participar en dichos partidos. La participación en un partido más amplio puede ser la mejor estrategia para ayudar a reconstituir el movimiento obrero más amplio y, simultáneamente, construir una organización marxista.

A la hora de evaluar la participación en partidos amplios, una medida puramente cuantitativa (la pregunta «¿han aumentado o disminuido los marxistas su afiliación a través de la experiencia?») es insuficiente. Por supuesto, el aumento de nuestra membresía es esencial: se necesitarán partidos revolucionarios de masas para derrocar al capitalismo. Sin embargo, no es suficiente. Los miembros que han participado en la política de masas, que pueden hablar con amplias capas de la población y que tienen práctica en desafiar las ideas reformistas son vitales para construir un cuadro que sea capaz de presentar un análisis marxista no sólo en pequeñas salas, sino también en reuniones de masas, huelgas y protestas.

Las elecciones como escenario crucial

Para demasiados miembros de la izquierda socialista, la práctica, si no la teoría, del compromiso marxista no va más allá de la descripción de Lenin de la actividad parlamentaria como la «forma más baja de lucha»[5]Lenin, 1974.. Esta formulación está bien como directriz general: una afirmación del mayor énfasis que los socialistas deberían poner en la autoactividad de la clase obrera, ya sea a través de sindicatos, movimientos sociales o campañas comunitarias. Este sentimiento es incluso mejor como ayuda para lamerse las heridas tras un mal resultado electoral. Sin embargo, no sirve de mucho más allá de eso. De hecho, ni siquiera es un resumen exacto de las opiniones de Lenin. La frase en sí proviene de un artículo en el que Lenin argumenta, no a favor de degradar las elecciones, sino más bien a favor de prestarles más atención.

August Nimtz, un politólogo marxista de Estados Unidos, ha realizado recientemente un importante trabajo al descubrir la amplia escala de los escritos de Lenin sobre las elecciones[6]Nimtz, 2019.. Lenin, Elections and Socialist Hegemony (Lenin, elecciones y hegemonía socialista) de Sean Mitchell es tanto una popularización como un desarrollo de este trabajo. Mitchell va más allá del énfasis tradicional de los socialistas revolucionarios en las elecciones y los escaños parlamentarios como una «plataforma» para difundir las ideas socialistas, proponiendo una comprensión de las elecciones como un «escenario crucial para la forja de la ‘voluntad general’: para el desarrollo de una política de clase independiente y la construcción de una contrahegemonía socialista irreconciliablemente revolucionaria»[7]Mitchell, 2021, p75..

Las elecciones son importantes. No son importantes porque las elecciones parlamentarias sean la forma de conquistar el socialismo, sino más bien porque están en el centro de la forma en que la mayoría de los trabajadores piensan actualmente que puede producirse el cambio. Podríamos desear que no fuera así; preferiríamos que tuviéramos una situación de lucha de masas y huelgas generales, en la que fuera evidente que el poder de los trabajadores puede asegurar un cambio fundamental fuera del parlamento y de las elecciones. Ahora mismo, sin embargo, hay un bajo nivel general de conciencia y de lucha. En estas circunstancias, está claro que las elecciones ocupan un lugar central en la percepción de la política por parte de la mayoría de la clase obrera.

Sin embargo, yo iría aún más lejos. Sostengo que es probable que, en países con tradiciones parlamentarias establecidas, las elecciones sigan siendo muy importantes incluso en medio de un aumento significativo de la lucha y la conciencia. Tomemos el ejemplo de Grecia, donde se produjeron 33 huelgas generales entre 2010 y 2015. Surgieron movimientos sociales de masas en torno a una amplia variedad de cuestiones, desde campañas contra los peajes de carretera hasta el movimiento de las plazas. A pesar de todo, las elecciones siguieron siendo cruciales para que la gente entendiera cómo podía producirse un cambio radical.

La defensa abierta del partido de izquierda radical Syriza de un gobierno de izquierda unida fue una parte crucial de su ascenso de menos del cinco por ciento al 27 por ciento en sólo tres años[8]Syriza obtuvo un 4,6 por ciento en las elecciones legislativas de octubre de 2009. Aumentó al 16,8 por ciento en mayo de 2012 y al 36,3 por ciento en las elecciones de enero de 2015, tras las cuales … Seguir leyendo. El fracaso de Syriza a la hora de lograr el cambio que prometió habla de un fracaso del reformismo en general y de la política del europeísmo de izquierdas en particular[9]Murphy, 2016.. Sin embargo, no contradice ni socava la importancia fundamental de las elecciones.

Si queremos dialogar con una amplia masa de personas, participar en elecciones es una forma importante de hacerlo. Aún mejor es ganar las elecciones, lo que se traduce en representantes revolucionarios locales y parlamentarios que pueden utilizar sus escaños como plataforma desde la que ayudar a organizar la lucha y popularizar las ideas socialistas.

¿Asumir elecciones entraña graves peligros? Sin duda alguna. Choonara no se equivoca al señalar que las elecciones son un terreno difícil para los revolucionarios. En las próximas elecciones generales, el partido ecosocialista irlandés People Before Profit -al que represento en el Dáil, el parlamento irlandés- se enfrenta a un reto importante debido, por un lado, al ímpetu del Sinn Féin y, por otro, a la relativa pasividad de la clase obrera en los últimos años.

Las elecciones devoran energía. Ejercen un impulso directamente oportunista, porque decir lo que es de principios puede suponer una pérdida de votos. También ejercen una presión organizativa para degradar el trabajo vital de la educación y el debate marxistas en favor de ganar votos. Choonara da un buen ejemplo de esto cuando escribe sobre el cierre de las reuniones de las ramas del Socialist Workers Party en Gran Bretaña para «liberar» a sus miembros para el trabajo electoral durante el periodo, alrededor del cambio de milenio, en el que estuvo activo en la Socialist Alliance[10]Choonara, 2023, p61..

Sin embargo, cualquier trabajo de masas serio implica peligros y presiones hacia el oportunismo. Esto es válido tanto para el trabajo sindical y las campañas de los movimientos sociales como para las elecciones. En cuanto se tiene una posición de autoridad, se está sometido a presiones oportunistas. Éstas proceden tanto directamente de la clase capitalista, a través de instituciones como el parlamento y los medios de comunicación dominantes, como indirectamente, a través de la clase trabajadora que aún no ha roto con el «sentido común» de la ideología capitalista y todo lo que ésta conlleva.

Sin embargo, evitar este trabajo no es la solución. Por el contrario, la respuesta debe ser construir organizaciones revolucionarias que sean capaces de resistir estas presiones, ayudadas por una dirección colectiva y miembros con pensamiento independiente que puedan pedir cuentas a aquellos individuos que están bajo la presión más intensa para sucumbir ante el oportunismo.

Los partidos amplios son inevitables, ¿deberías participar?

Un punto fuerte del artículo de Choonara es su énfasis en la persistencia de la conciencia reformista. La idea de que la crisis a la que se enfrentan los partidos socialdemócratas marcó el fin de las ideas reformistas provocó desorientación y errores estratégicos. Es correcto afirmar, por ejemplo, que el principal problema del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA; Nouveau Parti Anticapitaliste) en Francia fue la aparición de los proyectos reformistas de Jean-Luc Mélenchon y la incapacidad del NPA para relacionarse adecuadamente con este nuevo fenómeno.

Sin embargo, si Choonara tiene razón en cuanto a la persistencia del reformismo, que puede continuar incluso cuando el sistema capitalista se enfrenta a una profunda crisis, entonces seguramente los diversos tipos de ideas reformistas sean un primer paso para muchas personas que se radicalizan. Es probable que de estos procesos surjan partidos en los que las ideas reformistas y centristas sean influyentes, o incluso dominantes.

Para Choonara, las traiciones a las promesas de Syriza y Podemos parecen ser la prueba de que los revolucionarios se equivocaron al intentar trabajar dentro de tales formaciones. Sin embargo, los marxistas pueden entender que la traición es inherente al reformismo y apreciar el poderoso efecto de lo que León Trotsky denominó una «ilusión creativa» (en este caso, la ilusión de que cambiar la sociedad puede ser tan fácil como que un partido reformista de masas gane una mayoría parlamentaria) a la hora de atraer a la gente a la actividad política[11]Para un esclarecedor compromiso con la noción de «ilusión creativa», en particular en relación con el apoyo del Partido Socialista de los Trabajadores estadounidense a la llamada Enmienda Ludlow … Seguir leyendo. La cuestión es si los marxistas pueden participar de una manera basada en principios en estos partidos y crecer, cualitativa y cuantitativamente, a partir de su experiencia dentro de ellos.

La experiencia de Anticapitalistas, un grupo vinculado a la IV Internacional en el Estado español, apunta a las posibilidades. Su decisión de ayudar a fundar la formación de izquierda radical Podemos fue audaz. Sin embargo, Anticapitalistas abandonó correctamente Podemos cuando el partido entró en un gobierno capitalista con la organización socialdemócrata tradicional del Estado español, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Como la propia Anticapitalistas admite, cometió errores en el camino, principalmente el error de subestimar el potencial de la rápida «bonapartización» de Podemos bajo el líder Pablo Iglesias a través de los medios de comunicación[12]Garí, 2020.. Sin embargo, Anticapitalistas creció numéricamente, en perfil público, en su trabajo juvenil y en cuadros experimentados durante el proceso.

En cierto sentido, el corbynismo fue un fenómeno exclusivamente británico, ya que la búsqueda de una alternativa de izquierdas por parte de nuevas capas de socialistas tuvo lugar a través del laborismo, un partido socialdemócrata tradicional. Sin embargo, fue una expresión nacional aún particular de un proceso generalizado: un intento de formar instrumentos políticos al servicio de los intereses de la clase trabajadora. Se trata de un proceso que adopta formas diferentes en los distintos países, reflejando a menudo las peculiaridades de sus sistemas electorales y sus tradiciones políticas nacionales.

Las nuevas formaciones de izquierdas semimasivas -desde los Socialistas Democráticos de América en Estados Unidos hasta Die Linke («La Izquierda») en Alemania, y desde la Alianza Roji Verde en Dinamarca hasta el Partido Socialismo y Libertad (conocido como PSOL; Partido Socialismo e Liberdade) en Brasil- tienen diferentes puntos fuertes y débiles. Ninguno de ellos es un partido revolucionario. Sin embargo, en general, son partidos en los que los revolucionarios deberían participar al tiempo que intentan construir organizaciones marxistas, tanto de forma independiente como a través de este trabajo en una formación más amplia.

Por cierto, en todos estos partidos operan múltiples tendencias. Choonara, reflejando aparentemente la oposición tradicional del Socialist Workers Party a las «facciones permanentes» (lo que aparentemente significa facciones que duran más de los tres meses anteriores a la conferencia anual del partido) parece considerar esto como algo negativo. Sin embargo, es absolutamente inevitable que existan diferentes tendencias de opinión dentro de los partidos genuinamente amplios. Si estas diferentes tendencias no se facilitan a través de una expresión política organizada -redes, caucus o plataformas- se expresarán de formas mucho menos saludables: camarillas y agrupaciones de liderazgo.

La independencia de los revolucionarios

El artículo de Choonara lleva implícita la sugerencia de que, para construir una organización revolucionaria, (casi siempre) es necesario organizarse al margen de cualquier partido amplio no revolucionario. Sin embargo, ¿por qué debería ser así?

Es claramente necesario que los revolucionarios seamos políticamente independientes de las formaciones no revolucionarias. Es necesario tener nuestras propias estructuras, dentro de las cuales los revolucionarios podamos discutir entre nosotros sobre la base de una concepción marxista común del mundo y de planteamientos estratégicos amplios compartidos. Es necesario tener una dinámica propia de formación política y tratar de formar cuadros marxistas. También es necesario tener la capacidad de intervenir enérgica e independientemente cuando la situación lo exija.

Sin embargo, los revolucionarios pueden hacer todas estas cosas sin dejar de ser miembros de partidos más amplios. Esto depende de las circunstancias. En los Democratic Socialists of America (DSA), esto se hace en forma de un grupo como Reform and Revolution[13]Véase https://reformandrevolution.org. En People Before Profit se hace en forma de redes como RISE y la Red de Trabajadores Socialistas. En el Partido Laborista británico, durante la década de 1980, fue la Militant Tendency, que declaró públicamente que sólo era un periódico, aunque todos sus miembros y oponentes sabían que era una organización revolucionaria.

No se trata de escurrir el bulto, de decir que podemos comernos el pastel y tenerlo. Hay complicaciones. Hay tensiones. Hay presiones que se reflejan en un millón de cuestiones organizativas y tácticas diferentes.

Evidentemente, todos estos escenarios implican también prácticas diferentes. Formar parte de un partido socialdemócrata burocrático es fundamentalmente diferente de formar parte de una red dentro de un partido ecosocialista democrático como People Before Profit. El primero implica operar en un territorio claramente hostil; el segundo significa operar en un terreno amistoso, con mucho terreno compartido a través de las redes, la discusión abierta de la política y la construcción conjunta del proyecto.

En cualquier caso, se puede obtener el beneficio de nadar en una piscina más grande: aprender del acto de reconstruir políticamente el movimiento obrero y formarse como revolucionarios. Anteriormente, Alex Callinicos defendió precisamente este enfoque, afirmando: «Es correcto construir la izquierda radical sobre una base amplia y abierta, pero dentro de las formaciones resultantes los socialistas revolucionarios deben organizarse y luchar por sus propias políticas «[14]Callinicos, 2008..

Necesitamos partidos revolucionarios de masas. Sin embargo, no es una línea recta pasar de pequeños grupos de revolucionarios comprometidos a partidos de masas. En el proceso de desarrollo de una capa de vanguardia sustancial dentro de la clase obrera, es probable que se construyan nuevos partidos de izquierdas significativos. Dentro de estas organizaciones, las ideas reformistas tendrán probablemente una presencia considerable o incluso una gran preponderancia.

En muchos países, la lucha dentro de esos partidos más amplios, junto con la participación en los sindicatos y en movimientos sociales más amplios, será una parte importante de la construcción de partidos revolucionarios significativos. Dado el estado de crisis del capitalismo, en contraste con su periodo de auge tras la Segunda Guerra Mundial, estos partidos no serán formaciones estables como lo fue la socialdemocracia en el pasado. Las escisiones graves de estos partidos pueden proporcionar fuerzas importantes para la construcción de partidos revolucionarios de masas.

People before Profit

¿Qué lugar ocupa en todo esto la formación de la que formo parte, People Before Profit? Un artículo de John Molyneux de 2022, en el que se basa Choonara, es una descripción precisa del carácter actual de People Before Profit: una organización dirigida por revolucionarios y con una implantación modesta pero real en la clase obrera irlandesa[15]Molyneux, 2022..

Sería un error para los revolucionarios de People Before Profit asumir que estamos a salvo de la presión del reformismo porque la dirección está en manos de «revolucionarios declarados». La historia del movimiento socialista está plagada de experiencias de revolucionarios declarados que actúan como cualquier cosa menos como revolucionarios.

No hay duda de que People Before Profit experimenta la presión oportunista de la que advierte Choonara. Se produjeron agudos debates en el seno del grupo parlamentario y en la dirección en torno a la respuesta a la pandemia de Covid-19 y durante la fase inicial de la invasión rusa de Ucrania. El lema «Luchar por los trabajadores y el ecosocialismo» se adoptó tras un animado debate en la asamblea general anual de 2022. Comprometerse de forma popular pero basada en principios con el ánimo de un gobierno alternativo liderado por el Sinn Féin es el reto central al que nos enfrentamos hoy.

Sin embargo, en comparación con la mayoría de las amplias formaciones mencionadas anteriormente, People Before Profit ha adoptado posiciones de principios coherentes, informadas por el marxismo, sobre las cuestiones clave que han surgido, incluyendo, más recientemente, la embestida israelí contra Gaza.

Tal y como está constituida actualmente, People Before Profit no es una formación revolucionaria. Como organización, no educa conscientemente a la gente para que sea marxista; es más amplia que eso. Su vida interna no es la de un partido revolucionario; hace más hincapié en el activismo que en la educación, aunque este desequilibrio se compensa parcialmente con la presencia de las tres redes revolucionarias dentro del partido (la Red de Trabajadores Socialistas, RISE y la Red Roja).

El carácter futuro de People Before Profit es indeterminado y puede estar determinado por factores objetivos que escapan en gran medida a nuestro control. Actualmente, el espacio para un gran partido ecosocialista está restringido por la presencia del Sinn Féin, que es una fuerza parlamentaria dominante y se considera que lidera la oposición de izquierda al gobierno irlandés.

Si el Sinn Féin entra en el gobierno y luego, inevitablemente, traiciona a su base de simpatizantes limitándose a gestionar el capitalismo, podría abrirse un mayor espacio. Se nos podría presentar la posibilidad de un People Before Profit más amplio y mucho mayor, probablemente con un polo reformista organizado y coherente, o una iniciativa totalmente nueva con un ala reformista significativa.

People Before Profit no es un modelo que pueda exportarse sin más a escala internacional. Hay características particulares del panorama político irlandés y de la izquierda irlandesa que fueron condiciones necesarias para que la organización surgiera y se desarrollara hasta convertirse en lo que es actualmente. Entre ellas, el sistema electoral irlandés, basado en la representación proporcional, así como la debilidad histórica tanto del estalinismo como del Partido Laborista como corrientes políticas en Irlanda, y la presencia relativamente importante del trotskismo.

Sin embargo, hay algunas lecciones que viajarán bien. Una es la noción de que los revolucionarios deben comprometerse con el trabajo de masas de una manera basada en principios. La elección no tiene por qué ser entre la pureza revolucionaria aislada y el trabajo reformista de masas. Los revolucionarios pueden comprometerse en el trabajo de masas, tocando las vidas y las luchas de cientos de miles o millones de personas.

Los marxistas, tanto de la tradición del Comité por una Internacional de los Trabajadores como de la Tendencia Socialista Internacional, han dirigido repetidamente luchas de masas en Irlanda. Algunas de las más destacadas son: la exitosa lucha contra las tasas del agua en la década de 1990, que llevó a la elección en 1997 de Joe Higgins como TD (diputado) del Partido Socialista en el Dáil, demostrando al resto de la izquierda revolucionaria que el éxito electoral era posible; el Movimiento Irlandés contra la Guerra, dirigido principalmente por el Socialist Workers Party (la organización predecesora de la Red Socialista de los Trabajadores), que sacó a más de 100.000 personas a la calle el 15 de febrero de 2003; y el exitoso movimiento de masas, que comenzó en 2014, contra un renovado intento de imponer tasas sobre el agua, con repetidas movilizaciones de 100.000 personas y una tasa de impago del 73%.

Cada una de estas campañas de masas contribuyó a los avances electorales de la izquierda socialista. A su vez, los cargos parlamentarios se utilizaron de forma extremadamente eficaz para ayudar a organizar estos movimientos. En la práctica, la lucha extraparlamentaria de masas dirigida por la izquierda revolucionaria tuvo una relación simbiótica con nuestras campañas electorales, en lugar de que ambas fueran opuestas.

Por supuesto, estas campañas, y el trabajo electoral que las ha acompañado, han creado presiones reales. Durante los debates en el seno del Partido Socialista que desembocaron en la formación de RISE, la dirección del Partido Socialista argumentó que el exceso de trabajo de masas había provocado una pérdida de concentración en la construcción de un partido revolucionario. Aunque esta apreciación tenía algo de verdad, subestimaba las consecuencias positivas del trabajo de masas, que ayudaba tanto a la reorganización de nuestra clase como a la formación de revolucionarios sobre cómo poner en práctica nuestras ideas.

Tras la lucha por el canon del agua, el Partido Socialista se retiró del trabajo de masas. De hecho, acabó con Solidarity, una formación más amplia, dirigida por el Partido Socialista, que tenía algunos paralelismos con People Before Profit. En cambio, la Red de Trabajadores Socialistas decidió seguir haciendo hincapié en la construcción de People Before Profit. En consecuencia, a pesar de que Solidarity (llamada Alianza Antiausteridad hasta 2017) tuvo un perfil más alto que People Before Profit durante el movimiento contra las tasas del agua, People Before Profit es ahora muy claramente la fuerza dominante en la izquierda radical irlandesa.

Rosa Luxemburgo argumentó:

    El proletariado requiere un alto grado de educación política, conciencia de clase y organización. Todas estas condiciones no pueden ser cumplidas por panfletos y octavillas, sino sólo por la escuela política viva, por la lucha y en la lucha, en el curso continuo de la revolución[16]Luxemburgo, 1925..

Lo mismo se aplica a los marxistas. El trabajo de masas basado en principios es una parte indispensable del desarrollo de cuadros revolucionarios. Debe ir unido a la educación marxista y a la discusión interna democrática.

Los revolucionarios deben actuar como revolucionarios

Otra lección es que los revolucionarios tienen que actuar como revolucionarios. Por supuesto, la presión para no hacerlo es grande. Sólo puedo imaginar la presión para presentar políticas reformistas que pesa sobre los miembros de Die Linke en el parlamento alemán. Sin embargo, estas presiones no sólo se ejercen en los partidos más amplios y en los cargos electos. Cualquier trabajo de masas serio fuera de los momentos revolucionarios conlleva importantes presiones hacia el oportunismo. El marxista más audaz en las reuniones de rama de su grupo revolucionario puede parecer un reformista de pacotilla cuando preside o habla en una iniciativa de frente único.

Por supuesto, como activistas a menudo llevamos diferentes sombreros. Podemos ser delegados sindicales y activistas sindicales, organizadores de campañas locales o representantes políticos de un partido más amplio. La forma concreta de presentar nuestros argumentos puede cambiar. Pero, fundamentalmente, como revolucionarios debemos actuar y hablar como revolucionarios. No podemos autocensurarnos y limitarnos al reformismo en ninguna de estas funciones. Por el contrario, en todas estas funciones, debemos tratar de elevar los horizontes de la gente hacia el reconocimiento de la necesidad de un cambio socialista.

No hacerlo no sólo es políticamente deshonesto, sino corrosivo. En última instancia, el ser social determina la conciencia; si tu vida activista implica exponer argumentos keynesianos, reformistas o pacifistas, es probable que te conviertas en un reformista a pesar de tu pertenencia a un partido revolucionario. Y lo que es más importante, los miembros del partido que te escuchen no estarán capacitados para exponer en público argumentos socialistas basados en principios.

El artículo de Choonara argumenta que los revolucionarios deben ser abiertos sobre su política socialista, pero también sugiere que deberían presentarse a las elecciones con un «‘programa mínimo’, abogando por la lucha obrera de masas para lograr reformas de gran alcance que empiecen a empujar contra la lógica del sistema capitalista»[17]Choonara, 2023..

Tal vez se trate sólo de una diferencia semántica, pero yo diría que los revolucionarios deberían tratar de presentarse con un programa socialista. Esto incluiría tanto elementos de un «programa mínimo» -un salario mínimo más alto, mayores impuestos a las empresas, derogación de las leyes antisindicales, etc.- como demandas transitorias que no se limiten a oponerse a la lógica del sistema capitalista, sino que vayan más allá e impliquen la defensa abierta y la popularización del cambio socialista. Éstas podrían incluir la propiedad pública democrática de los sectores clave de la economía y la retirada de alianzas imperialistas como la OTAN.

Los revolucionarios y el corbynismo

Por último, haré algunos comentarios sobre el Corbynismo, aunque los hago reconociendo mi distancia con el tema. El corbynismo fue sin duda un fenómeno apasionante. Literalmente, cientos de miles de personas, predominantemente jóvenes de izquierdas, se afiliaron al Partido Laborista para apoyar a Corbyn, y una minoría de ellos se convirtieron en activistas[18]Whiteley, Poletti y otros, 2019.. Decenas de miles de personas asistieron a mítines en apoyo de las campañas electorales de Corbyn, y se llenaron las sedes laboristas.

Si alguien pensó que esto era principalmente un espectáculo secundario de los movimientos sociales y las luchas industriales que tenían lugar fuera del Partido Laborista, es justo decir que la clase dirigente política y económica de Gran Bretaña pensó en ello de manera muy diferente. Esa clase dirigente emprendió una guerra sin cuartel para socavar y, en última instancia, derrocar a Corbyn. La debilidad de la política reformista de Corbyn, y la política reformista de quienes le rodeaban, contribuyeron significativamente a su propia caída.

Si hubiera sido posible que los socialistas revolucionarios se unieran al Partido Laborista en el momento del aumento de la afiliación de Corbyn, ¿no deberían haber aprovechado esa oportunidad? Podrían haber defendido a Corbyn de la derecha del partido señalando las limitaciones de su política, tanto su reformismo como su incapacidad para desafiar decisivamente al ala derecha del Partido Laborista. Podrían haber orientado a los nuevos miembros del laborismo hacia la participación en la lucha fuera del partido, así como en la lucha dentro de él.

Choonara apunta correctamente que no ha habido «una ruptura substancial significativa con el laborismo siguiendo al Corbynismo»[19]Choonara, 2023, p49.. Sin embargo, los cientos de miles de personas que se afiliaron al Partido Laborista para apoyar la visión radical de Corbyn se han visto profundamente desencantados por la contrarrevolución dirigida por el actual líder del partido, Keir Starmer. De hecho, parece ser que un gran número de personas han abandonado el Partido Laborista[20]En agosto de 2023, The Independent informó de que el Partido Laborista había perdido 125.000 afiliados desde las últimas elecciones generales; véase Stone, 2023..

Sin embargo, Choonara trata la perspectiva de que Corbyn rompa con el Partido Laborista como un asunto sin importancia considerable. Su consejo es que los revolucionarios deberían «ofrecer apoyo y hacer campaña por candidatos creíbles de izquierdas como un destacamento independiente de socialistas revolucionarios, no con el objetivo principal de formar una organización común con reformistas dirigida principalmente al trabajo electoral»[21]Choonara, 2023, p77..

Advierte del peligro de que el trabajo electoral serio se convierta en un sustituto de «otras formas importantes de actividad, en particular el desarrollo de iniciativas embrionarias de las bases en el movimiento huelguístico y la lucha contra la amenaza del racismo y la extrema derecha»[22]Choonara, 2023, p77.. ¿No es ésta una falsa contraposición?

Si una ruptura con el laborismo liderada por Corbyn tuviera éxito electoral, esto probablemente daría un impulso a los movimientos sindicales y sociales, con un aumento de la confianza que los estimularía. Crucialmente, para los marxistas, permitiría el compromiso directo y el trabajo conjunto en un partido común con miles, si no decenas de miles de activistas de izquierdas. Sería una oportunidad para demostrar en la práctica la superioridad de las ideas revolucionarias sobre el reformismo.

Por supuesto, habría sido mucho mejor que Corbyn hubiera dado ese paso en muchos momentos diferentes de los últimos cuatro años. Sin embargo, si Corbyn está dispuesto a lanzar un partido independiente y a hacer campaña con otros antes de las próximas elecciones, sería una perspectiva realmente emocionante. Sería algo más que un mero proyecto electoral; quizás también podría ser un espacio para decenas de miles de personas que se politizaron por el fenómeno Corbyn, permitiéndoles reagruparse, seguir activos y aprender.

Si los revolucionarios tienen la oportunidad de estar en la planta baja, con derecho a mantener su organización y sus publicaciones y a defender su política, ¿no tendría sentido hacerlo? Es difícil evitar pensar que después de haberse quemado con la experiencia de trabajar con George Galloway en el malogrado partido Respect, la dirección del Partido Socialista de los Trabajadores corre el riesgo de perder una oportunidad.

Sin embargo, Corbyn, a pesar de todos sus defectos, no es Galloway. Su política reformista de izquierdas es coherente y tiene un largo historial de oposición a la opresión. Eso no quiere decir que no habría tensiones y conflictos con Corbyn en un partido conjunto. Esas fisuras estarían enraizadas en la diferencia entre las estrategias de reforma y revolución y en la naturaleza en crisis del capitalismo en su declive hacia la barbarie.

Un proyecto así conllevaría peligros para cualquier fuerza revolucionaria implicada. Sin duda, sería más sencillo seguir construyendo un partido revolucionario independiente. No obstante, si queremos conseguir reunir las fuerzas marxistas capacitadas necesarias para derrocar al capitalismo, tendremos que ser capaces de navegar por estas aguas traicioneras. Tenemos que reunir organizaciones capaces de participar en partidos amplios y en un trabajo electoral serio, y al mismo tiempo resistir las presiones oportunistas que conllevan.

Referencias

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Notas del artículo

Notas del artículo
1 Algunos de los trabajos clave en este debate son: Rees, 2002; Smith, 2003; Smith, 2004; Callinicos, 2004; y Sabado, 2004.
2 Durante este debate, Murray Smith, miembro clave del Partido Socialista Escocés, restó constantemente importancia a la distinción entre revolucionarios y reformistas. Argumentó, por ejemplo, en contra de la idea de una «polarización inevitable entre revolucionarios y reformistas» dentro de los partidos amplios. Véase Smith, 2004.
3, 17 Choonara, 2023.
4 Para más información sobre el concepto de «doble tarea», véase Ní Cheallaigh y Murphy, 2020; MORE: Marxists Organising for Revolutionary Ecosocialism, 2023.
5 Lenin, 1974.
6 Nimtz, 2019.
7 Mitchell, 2021, p75.
8 Syriza obtuvo un 4,6 por ciento en las elecciones legislativas de octubre de 2009. Aumentó al 16,8 por ciento en mayo de 2012 y al 36,3 por ciento en las elecciones de enero de 2015, tras las cuales Syriza formó gobierno.
9 Murphy, 2016.
10 Choonara, 2023, p61.
11 Para un esclarecedor compromiso con la noción de «ilusión creativa», en particular en relación con el apoyo del Partido Socialista de los Trabajadores estadounidense a la llamada Enmienda Ludlow (que habría hecho depender cualquier declaración de guerra por parte del Congreso de un referéndum nacional), véase Breitman, 1975.
12 Garí, 2020.
13 Véase https://reformandrevolution.org
14 Callinicos, 2008.
15 Molyneux, 2022.
16 Luxemburgo, 1925.
18 Whiteley, Poletti y otros, 2019.
19 Choonara, 2023, p49.
20 En agosto de 2023, The Independent informó de que el Partido Laborista había perdido 125.000 afiliados desde las últimas elecciones generales; véase Stone, 2023.
21, 22 Choonara, 2023, p77.
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