Teoría: Imperialismo

La primera guerra conjunta entre EE.UU. e Israel

25/01/2024

Gilbert Achcar

Gilbert Achcar es catedrático de Relaciones Internacionales en la  School of Oriental and African Studies, Universidad de Londres. Su libro más reciente es The New Cold War: The United States, Russia and China, from Kosovo to Ukraine (Westbourne Press, Londres, y Haymarket, Chicago, 2023).

Traducción: César Ayala
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La guerra de las fuerzas militares israelíes contra Gaza, tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, es la primera guerra israelí en la que Washington es cobeligerante. Estados Unidos apoya abiertamente el objetivo proclamado de la guerra y está bloqueando las peticiones de alto el fuego en las Naciones Unidas, todo ello mientras proporciona armas y municiones a Israel y actúa para disuadir a otros actores regionales de intervenir en el conflicto para ayudar a Hamás.
Estados Unidos no prestó apoyo militar a Israel en el momento de su creación: al principio se presentó como árbitro imparcial entre Israel y sus vecinos árabes, ordenando un embargo de paquetes de armas a ambos que se mantuvo en vigor hasta el final de la presidencia de Dwight Eisenhower (1953-61). En los primeros años, Israel tuvo que depender de Alemania Occidental y Francia para su financiación y armamento. La situación cambió cuando John F. Kennedy, enfrentado al nacionalismo árabe radicalizado liderado por el Egipto de Nasser y a los reveses sufridos por la influencia estadounidense en Oriente Próximo, decidió confiar en Israel y comenzó a enviarle armas.
Este fue el comienzo de una «relación especial» que resultaría ser muy especial: entre su creación en 1948 y el comienzo de 2023, Israel recibió más de 158.000 millones de dólares en ayuda estadounidense, incluidos más de 124.000 millones en ayuda militar, lo que le convierte en el mayor receptor acumulado de financiación estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial[1]Servicio de Investigación del Congreso (Congressional Research Service),  U.S. Foreign Aid to Israel, CRS Report, Washington, 1 de marzo de 2023.. Cada año, Estados Unidos proporciona a Israel ayuda militar por valor de casi 4.000 millones de dólares.
Sin embargo, Washington no apoyó abiertamente la guerra de Israel contra sus vecinos árabes en 1967 (no podía respaldar la invasión de Cisjordania a costa de Jordania, otro aliado). Durante la guerra de octubre de 1973, la «relación especial» sí se tradujo en un transporte aéreo de armamento a Israel; el objetivo, sin embargo, era ayudarle a contener la ofensiva lanzada por Egipto y Siria. Una vez que Israel consiguió tornar la situación a su favor, Washington ejerció una fuerte presión sobre él para que pusiera fin a las hostilidades. Estados Unidos no apoyó abiertamente la invasión israelí del Líbano en 1982 e intervino como mediador para la evacuación de los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Beirut. Tampoco apoyó la guerra lanzada por Israel contra Líbano en 2006, ni sus sucesivas ofensivas contra Gaza.
Esta vez, sin embargo, el apoyo estadounidense a Israel ha sido explícito y masivo. Tras el 7 de octubre, Washington decidió enviar dos grupos de combate de portaaviones estadounidenses al Mediterráneo oriental, liderados por los portaaviones USS Eisenhower y USS Ford, una unidad de intervención marina, así como un grupo de asalto anfibio liderado por el USS Bataan en el Mar Negro y el submarino nuclear USS Florida, que transporta misiles de crucero (Cruise Missiles). Al mismo tiempo, Washington alertó a sus bases aéreas en la región y entregó urgentemente material militar a Israel, incluidos misiles para el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro (Iron Dome).
Washington proporcionó así una cobertura regional a Israel, para que pudiera dedicar el grueso de sus fuerzas a una guerra contra Gaza cuyo objetivo declarado, desde el principio, ha sido la erradicación de Hamás. Estados Unidos y otros estados occidentales han apoyado abiertamente este objetivo. Sin embargo, el hecho es que la erradicación de una organización de masas que gobierna un territorio pequeño y muy densamente poblado desde 2007 no puede llevarse a cabo sin una masacre de proporciones genocidas. Sobre todo porque el ejército israelí tenía la clara intención de minimizar las pérdidas en sus propias filas durante la invasión, lo que exigía el uso intensivo de ataques a distancia, el aplanamiento de las zonas urbanas para evitar la guerrilla urbana y, por tanto, la maximización de las muertes de civiles.
La responsabilidad de EEUU en esta masacre incluye proporcionar a Israel gran parte de los medios para cometerla. A finales de noviembre, Washington había enviado a su aliado 57.000 proyectiles de artillería y 15.000 bombas, incluidas más de 5.400 BLU-117 y 100 BLU-109 («bunker buster»), que pesan 2.000 libras (casi una tonelada) cada una[2]Jared Malsin y Nancy A Youssef, «U.S. Sends Israel 2,000-Pound Bunker Buster Bombs for Gaza War«, Wall Street Journal, 1 de diciembre de 2023.. El New York Times informó del asombro de los expertos militares ante el uso «liberal» por parte de Israel de estas bombas de 2.000 libras, cada una de las cuales puede aplastar una torre de varios pisos de altura, y que contribuyeron a hacer de la guerra de Israel contra Gaza una masacre de civiles «a un ritmo histórico»[3]Lauren Leatherby, «Gaza Civilians, Under Israeli Barrage, Are Being Killed at Historic Pace«, New York Times, 25 de noviembre de 2023.. Hasta el 25 de diciembre, Estados Unidos había proporcionado a Israel 244 entregas de armas por avión de carga, así como 20 envíos por barco[4]Harry Davies y Manisha Ganguly, «244 US cargo planes, 20 ships deliver over 10,000 tons of military equipment to Israel – report«, Times of Israel, 25 de diciembre de 2023.. Además, el periódico The Guardian reveló que Israel había podido recurrir al vasto arsenal de armas estadounidenses ya «preposicionado» en el país[5]«Gaza war puts US’s extensive weapons stockpile in Israel under scrutiny«, The Guardian, 27 de diciembre de 2023..
Para financiar todo esto, el 20 de octubre, la administración Biden hizo una petición extrapresupuestaria de 105.000 millones de dólares al Congreso, incluyendo 61.400 millones para Ucrania (46.300 millones en ayuda militar), 14.100 millones para Israel (13.900 millones en ayuda militar) y 13.600 millones para la lucha contra la inmigración ilegal en la frontera. El presidente estadounidense creyó que podría obtener luz verde de la derecha republicana para Ucrania vinculando esa ayuda (un asunto contencioso) a causas que le son muy queridas; sin embargo, a finales de 2023, Biden aún no había conseguido que se aprobara su petición. La derecha republicana ha utilizado la estrategia de Biden en su contra exigiendo medidas aún más drásticas en la frontera, lo que le ha colocado en una posición incómoda con su propio partido.
Para proporcionar a los tanques israelíes Merkava 45.000 proyectiles de artillería por 500 millones de dólares, la administración Biden ha eludido al Congreso aprobando el 9 de diciembre una medida de emergencia, un paquete de 14.000 proyectiles por 106,5 millones de dólares. Repitió esta maniobra el 30 de diciembre por 147,50 millones de dólares, provocando la ira de los demócratas que piden más controles sobre los envíos de armas a Israel. Por todo ello, Biden tiene una parte directa de responsabilidad en la masacre perpetrada por las fuerzas israelíes en Gaza. Sus exhortaciones a Israel para que sea más «humanitario» suenan huecas y los críticos las tachan fácilmente de hipocresía. Su desacuerdo con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, sobre el plan para el día después de la guerra no cambia la responsabilidad conjunta de los dos gobiernos en la propia guerra[6]Léase Gilbert Achcar, «Israeli far right’s plans for expulsion and expansion«, Le Monde diplomatique en inglés, diciembre de 2023..
En última instancia, Biden —que, durante su campaña presidencial de 2020, prometió invertir el rumbo de la política marcadamente proisraelí de su predecesor, en particular reabriendo la embajada estadounidense en Jerusalén Este y la oficina de la OLP en Washington— no hizo nada de esto. En su lugar, siguió los pasos de Donald Trump, primero centrándose en animar a Arabia Saudí a unirse a los Estados árabes que habían establecido relaciones diplomáticas con Israel bajo la égida de Trump, y después prestando apoyo incondicional a Israel en su invasión de Gaza. Con ello, ha conseguido enfadar a su propio Partido Demócrata -que hoy simpatiza más con los palestinos que con los israelíes (por 34% a 31%), según un sondeo publicado el 19 de diciembre— sin satisfacer tampoco a los republicanos. A fin de cuentas, el 57% de los estadounidenses desaprueba la gestión del conflicto por parte de Biden, según el mismo sondeo[7]Jonathan Weisman, Ruth Igielnik y Alyce McFadden, «Polls Finds Wide Disapproval of Biden on Gaza, and Little Room to Shift Gears«, New York Times, 19 de diciembre de 2023..

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Notas del artículo

Notas del artículo
1 Servicio de Investigación del Congreso (Congressional Research Service),  U.S. Foreign Aid to Israel, CRS Report, Washington, 1 de marzo de 2023.
2 Jared Malsin y Nancy A Youssef, «U.S. Sends Israel 2,000-Pound Bunker Buster Bombs for Gaza War«, Wall Street Journal, 1 de diciembre de 2023.
3 Lauren Leatherby, «Gaza Civilians, Under Israeli Barrage, Are Being Killed at Historic Pace«, New York Times, 25 de noviembre de 2023.
4 Harry Davies y Manisha Ganguly, «244 US cargo planes, 20 ships deliver over 10,000 tons of military equipment to Israel – report«, Times of Israel, 25 de diciembre de 2023.
5 «Gaza war puts US’s extensive weapons stockpile in Israel under scrutiny«, The Guardian, 27 de diciembre de 2023.
6 Léase Gilbert Achcar, «Israeli far right’s plans for expulsion and expansion«, Le Monde diplomatique en inglés, diciembre de 2023.
7 Jonathan Weisman, Ruth Igielnik y Alyce McFadden, «Polls Finds Wide Disapproval of Biden on Gaza, and Little Room to Shift Gears«, New York Times, 19 de diciembre de 2023.
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