Teoría: Historia

Adolfo Gilly, in memoriam

10/07/2023

Marcos Fuentes y José Luis Hernández Ayala

Militantes del Movimiento Socialista del Poder Popular (MSP) de México.

 

El camarada Adolfo Gilly (junto con Guillermo Almeyra) provenía de una tradición distinta a la que daría origen al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), del llamado “Posadismo”, por su dirigente central Juan Posadas, ello no fue obstáculo para que se convirtiera en uno de nuestros mejores teóricos y militantes del PRT. Su libro La Revolución Interrumpida –claro guiño a La Revolución Traicionada–, analiza al cardenismo, dentro de la perspectiva de la teoría de la Revolución Permanente y de los escritos sobre América Latina de León Trotsky.

Trotsky teorizó que en los países coloniales o semicoloniales se podría avanzar más rápidamente hacia el socialismo porque en estas regiones el dominio del capital era más débil y porque las tareas que la democracia burguesa había impulsado en los países desarrollados –acumulación de capital, industrialización de la ciudad y el campo, democracia parlamentaria–, sólo se podría cumplir mediante un proceso de ruptura con el capitalismo y bajo la dirección de una fuerza revolucionaria. Ello no excluía la posibilidad de que, en los países subdesarrollados como el nuestro, las tareas democrático-burguesas requerirían de una alianza entre corrientes nacionalistas y revolucionarias, como una etapa transitoria para impulsar un cambio más profundo y verdadero hacia el socialismo. Un ejemplo de ello sería Cuba, donde una corriente nacionalista, como la encabezada por Fidel Castro, llevó a la destrucción del capitalismo y la instauración de un gobierno que intenta poner las bases de un sistema socialista. Estas dos teorías fueron desarrolladas en la Revolución Interrumpida, donde Adolfo encuentra en el General Lázaro Cárdenas del Río al hombre que encarna los ideales democráticos y nacionalistas que serían la base de una sociedad más igualitaria e independiente del dominio imperialista. De ahí proviene su acercamiento con el pensamiento cardenista, que mantendría toda su vida.

Aunque estas tesis de Gilly contribuyeron a la formación política de cientos de jóvenes y de las organizaciones que dieron origen a la formación del PRT en 1976, lamentablemente no tuvimos la capacidad de comprender todo su significado y sus consecuencias prácticas que aún suscitan amplios debates al seno de la izquierda latinoamericana.

Esta incomprensión de las tareas democráticas, antimperialistas y del carácter de una nueva revolución, además del hecho de que el PRT estuviera conformado, en su gran mayoría, por jóvenes que, aunque brillantes, contaban con muy poca experiencia experiencia en el trabajo obrero y campesino, y, sobre todo, como cuadros de dirección política capaces de mantener la unidad del partido en momentos difíciles, crearon las condiciones para el gran estallido de 1988.

Gracias a su trabajo militante en los movimientos sociales, a la obtención del registro legal en 1979, a su participación en las elecciones presidenciales de 1982 con la candidatura de la compañera Rosario Ibarra de Piedra, con la que se obtuvo una fracción parlamentaria de 5 diputados, el PRT logró un gran éxito político que le permitió reclutar y formar a cientos de cuadros. Pero nada de esto nos preparó para enfrentar el reto que significó el surgimiento de un ala nacionalista y democrática al interior del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), representada por el Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del General Cárdenas.

En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas abandonó al PRI y lanzó su candidatura presidencial. Su convocatoria cimbró el espectro político nacional. Como reguero de pólvora, diversos sectores políticos y populares se fueron sumando a su campaña electoral. En muy corto tiempo se puso en cuestionamiento la estrategia política de la izquierda mexicana representada por el Partido Comunista Mexicano, del Partido Mexicano de los Trabajadores y del PRT. Los dos primero se unificaron bajo las siglas del Partido Mexicano Socialista (PMS), que luego de una breve resistencia, se integró a la campaña del Ing. Cárdenas. Mientras tanto, en el PRT se abrió una gran discusión en la que Gilly, junto con Arturo Anguiano, Pedro Peñaloza, Antonio Santos y otros, propusieron que apoyáramos la candidatura del Ing. Cárdenas sin disolvernos como partido. Esa propuesta podría haber mantenido al PRT como un partido independiente, pero fortalecido. Un partido que en estos tiempos nos hace mucha falta. Pero la mayoría de la dirección del PRT, con Sergio Rodríguez, Edgar Sánchez, Lucinda Nava, Manuel Aguilar Mora y otros, rechazó la propuesta, acusando a Gilly de traicionar los ideales revolucionarios. Esto provocó la salida de Adolfo y otros cuadros de la dirección, para conformar el Movimiento al Socialismo (MAS), que posteriormente se disolvería para integrarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Es muy pertinente recordar la advertencia que nos hizo el camarada Adolfo Gilly ante la actitud sectaria asumida por el PRT:

“El PMS y PRT están en una situación verdaderamente dramática. Sus actuales direcciones se han encerrado y se resisten a comprender el cambio de los tiempos. Sus militantes viven el drama mayor que puede vivir un revolucionario: en cada ocasión en que en estos días el pueblo mexicano está desbordante de alegría -Apatzingán, Uruapan, UNAM y lo que sigue- ellos están obligados a estar tristes. Lo que en este ascenso político de masas todos vivimos como grandes victorias, ellos lo viven como desengaño, aislamiento, retroceso, derrota.

Nada hay más destructivo para una organización de izquierda que ponerse contra el movimiento de masas en ascenso en su propio país, o quedar a sus márgenes. Es ya tarde para que PMS y PRT puedan virar sin sufrir pérdidas importantes, a más de las ya sufridas. Pero no es tarde todavía para discutir, comprender y tener la audacia de dar el viraje indispensable para ubicar a esas organizaciones, manteniendo su necesaria independencia, en el sentido del movimiento de masas, y para salvar así gran parte de lo construido y lo vivido en largos años de luchas y experiencias.

Todavía se pueden reducir las pérdidas. Después, nada ni nadie podrá evitar que, como en tantas otras ocasiones y países ha sucedido, los militantes se desmoralicen y se alejen y los partidos se dividan y se aíslen y, reducidos a pequeñas sectas autosuficientes, desaparezcan prácticamente de la escena y de la vida”.

Consideramos que el camarada Adolfo Gilly tuvo razón en su llamado a votar por la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, pero discrepamos con la posterior disolución del MAS, como alternativa socialista, y su integración al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Era, y sigue siendo necesario, mantener la autonomía, el programa y la organización de una corriente socialista y revolucionaria frente a las corrientes nacionalistas y democráticas.

En 1994 Adolfo Gilly tuvo una importante participación para la convergencia entre la dirección cardenista del PRD y la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para enfrentar la ofensiva militar del gobierno y buscar una solución pacífica del conflicto. Para lograr esa unidad, se forjó una convergencia encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Adolfo Gilly, el ahora asesor del subcomandante Marcos-Galeano y Sergio Rodríguez Lazcano, entre otros. Lamentablemente esa unidad alrededor objetivos comunes, que generó grandes movilizaciones y esperanzas en los movimientos sociales, duró muy poco. Esta confluencia entre revolucionarios y el Ing. Cárdenas no se podría entender sin la participación de Adolfo Gilly. Hoy, a la distancia, podemos ver su valor y, al mismo tiempo, lamentar los posteriores desencuentros.

El rompimiento de esta alianza, entre el cardenismo y el zapatismo, estuvo acompañada de su mutua incomprensión de la importancia del surgimiento del obradorismo y ello retrasó la posibilidad de sacar de Palacio Nacional a los partidos neoliberales. Adolfo, siempre leal al Ing. Cárdenas, fue también un aliado del obradorismo y del neo zapatismo. Acudió a los plantones de 2006 y estuvo siempre al pendiente de su desarrollo. Pero lo más importante de su enorme legado para el presente y aquello que lo conecta con nuestras luchas, es que sus tesis y adecuación de la lectura de Trotsky al contexto nacional, siguen siendo vigentes.

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